Al miedo a ETA ‘estamos todos invitados’

El terrorismo que sufrimos en nuestro país no se ha prodigado en exceso en el cine patrio.Es un tema delicado, difícil encontrar el tono, polémico a todas luces, que sin duda nos atañe a todos. Cierto que a unos más que otros, pero forma parte de nuestro dolor, nuestra historia, nuestro presente y, desgraciadamente, nuestro futuro. Manuel Gutiérrez Aragón ha querido hablar de ETA en su decimoctava película. Eso sí, desde un punto de vista diferente a como se ha tratado anteriormente: el amenazado, la víctima.

Acostumbramos a ver en los filmes sobre ETA el lado humano del terrorista, apasionante sin duda, pues hasta los asesinos que matan supuestamente por convicciones políticas tienen una madre, un hermano, unas dudas, unos conflictos interiores. Pero el amenazado, su miedo, su renuncia a abandonar su tierra aun a sabiendas de que puede caer en cualquier momento, sus fantasmas, los anónimos, hasta ahora parecían ajenos al celuloide. En ‘Todos estamos invitados’ el amenazado es Xabier Legazpi, un profesor de universidad interpretado, a veces torpemente, por José Coronado.

El mirar para otro lado

La dictadura del miedo, el silencio por terror. A eso juega ETA. Legazpi es amenazado de muerte en una cena delante de todos sus amigos y nadie lo escucha… o nadie quiere escucharlo. En la película se refleja el 'no te metas en problemas' de una manera estremecedora. No sólo se denuncia el terrorismo etarra, sino que se reparten culpas a diestro y siniestro. A la iglesia, representada por un cura que no quiere quitarse la venda de los ojos. A la Universidad, donde los alumnos y otros profesores convierten ese territorio en hostil para el protagonista. A los abogados de los presos, meras cadenas de transmisión entre sus clientes y el terrorismo de fuera. Incluso a la Ertzaintza, cuyos consejos a los amenazados consisten en: "La mejor autoprotección es estar calladito y no dar entrevistas". Precisamente eso es lo que lleva al protagonista a ser señalado, la defensa de los principios en los que cree. Un detalle, muchos miembros del equipo técnico renunciaron a participar en la película por miedo.

La memoria o el olvido

El terrorista se ve representado en la figura de Óscar Jaenada, a quien Gutiérrez Aragón convierte en amnésico, aunque en realidad queda ambiguo si ha perdido la memoria del todo o la ha recuperado y no quiere recordar. Es una metáfora de la memoria histórica del terrorismo vasco, la dicotomía entre quienes quieren olvidar y quienes prefieren tener presente todo lo ocurrido. Josu Jon, el etarra interpretado por Jaenada, se convierte prácticamente en un niño tras sufrir una lesión cerebral cuando intentaba esquivar un control policial después de intentar quemar un camión. Su fragilidad hace que incluso se haga simpático al espectador. "Tu eres un gudari", le dicen sus ex compañeros, pero él no lo recuerda. ¿O quizá no quiera recordar?

La gastronomía

El buen comer y la belleza de los paisajes vascos se disfrutan en la película. Parece como si el director dijera: "Aquí pasa esto, pero mira como mola esta tierra" o "qué bueno es esto, pero mira para lo que lo utilizan algunos". Las sociedades gastronómicas y los cocineros hombres son símbolos de la tradición vasca. Pero en muchos de estos grupos de ‘amigos’ la política trasciende a la amistad. El prota es amenazado de muerte durante una cena: "Disfruta estas kokotxas porque serán las últimas de tu vida". Juan Antonio Santamaría, antiguo jugador de la Real Sociedad, fue asesinado a tiros en 1993 mientras cenaba angulas en Gaztelupe. Dos años más tarde, en el bar La Cepa, el concejal del PP Gregorio Ordóñez también encontró la muerte. La tradición vasca, para bien y para mal.

Cronología de un rodaje en tiempos de tregua

Toda película relacionada con ETA tiene que tener muy en cuenta el momento político en el que se estrena, sobre todo el momento político en Euskadi. ‘Todos estamos invitados’ se ideó antes de la tregua, en 2001, pero su preproducción fue durante el periodo de paz. El primer día de rodaje se produjo un robo de pistolas en Francia por parte de ETA. Ya parecía que la tregua no iba a tener buen fin. Durante el rodaje, en la misma San Sebastián, se produjeron las manifestaciones por De Juana Chaos. Y justo cuando terminaba, la tregua saltó por los aires. Consta que el estreno, con los consiguientes cabreos del director, se ha ido retrasando para realizarse en un momento oportuno.

ETA y el cine en la actualidad

Hemos asistido a la polémica suscitada con el film de Antonio Hens ‘Clandestinos’. Su película nada tiene que ver con la apología del terrorismo que le han intentado encasquetar, pero, por otro lado, sufre con un tono inapropiado y una alejamiento total de la realidad, posiblemente buscado. Está en proceso de posproducción ‘Tiro en la cabeza’, de Jaime Rosales, sobre los asesinatos de Capbretón en diciembre pasado. El director de ‘La Soledad’ quedó impactado por la noticia e imprime su particular estilo a una película que esperamos con expectación. El documental de Iñaki Arteta ‘El infierno vasco’ busca distribuidora. Trata el tema de los vascos a los que les pudo el miedo y tuvieron que exiliarse en otras tierras.

‘Todos estamos invitados’ no trata ningún atentado real ni ninguna época en cuestión. Sólo pretende ser un reflejo de una realidad poco conocida. Algunos diálogos son antinaturales y un par de secuencias resultan fallidas, aparte de un final adelantado. Pero igual que para viajar a cualquier país, una forma de documentación es ver cine de o sobre ese país. Para comprender parte de la realidad del País Vasco debería ser visión obligada esta película de Manuel Gutiérrez Aragón.