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¿Cómo sería el mundo de la medicina si los defensores del diseño inteligente tuvieran razón?

Por ESTHER SAMPER (SHORA)
Actualizado 04-04-2008 00:06 CET

Hace algún tiempo, un grupo de creyentes intentó aumentar la incultura e ignorancia en España tratando de dar conferencias en diversas universidades. Se trataba de defensores del diseño inteligente. Una doctrina que no es más que un creacionismo enmascarado y que argumenta falazmente que la evolución es sólo una teoría errónea. Por suerte, todo quedó en un susto y la mayoría de conferencias se suspendieron por su ausencia de base científica y por la presión de la opinión pública. Pero, más tarde o más temprano, volverán a atacar.

El hecho hubiera quedado en una anécdota, si no fuera porque esos creyentes ostentaban el título de medicina e iban disfrazados de científicos. A ojos de los no entendidos podían pasar como expertos del tema, incluso como autoridades científicas. Que unos facultativos formen un grupo llamado "Médicos y Cirujanos por la Integridad Científica" para divulgar que hay "algo" inteligente que ha creado a todos los seres vivos es algo que resulta verdaderamente repugnante para los que verdaderamente se acogen a la ciencia. Por supuesto, en toda la conferencia jamás se mencionó ese "algo" como a Dios (¡Qué poco científico hubiera quedado!). En su lugar, dejaron la idea en el aire mientras que unos sospechosos panfletos localizados casualmente en la misma conferencia hacían alusión a dicho ser todopoderoso. ¡Eso sí que es sutileza!

Como decía, es de una desfachatez inaudita aludir a tu profesión médica y referirte a ti mismo como "íntegro científicamente" para posteriormente decir una sarta de burradas. Dejando a un lado que los médicos deberían tener las suficientes nociones de biología para rechazar el creacionismo hay un elemento clave en todo este asunto: En la propia práctica médica nos encontramos evidencias incuestionables de que la evolución existe y lo único que le queda al diseño inteligente es quedarse relegado a la mente de algunos que perdieron el norte. Así pues, demos una vuelta a la tortilla y supongamos un universo paralelo en que el diseño inteligente fuera una teoría correcta. ¿Cómo sería nuestro mundo en el ámbito médico?

  1. Pasaríamos la gripe una vez en la vida. Según la teoría del diseño inteligente, los organismos no evolucionan, han sido creados tal y como están por una entidad inteligente. Por esa razón, en un mundo donde el diseño inteligente fuera válido tan sólo pasaríamos la gripe una vez en nuestra vida para no volver a pasarla nunca más. El virus no evolucionaría mediante mutaciones, no engañaría a nuestras defensas cada año y sería tan dócil como el virus de la varicela. Miles de millones de personas no hubieran muerto ni morirían en las pandemias de gripe y seríamos unos pocos más en el mundo.
  2. Las autoridades sanitarias no irían atosigando a cada momento a la población para que no utilice antibióticos innecesariamente, ya que las bacterias no ofrecerían resistencias. Pues sí, en un mundo creacionista, las bacterias no mutan ni adquieren mecanismos de resistencia a los antibióticos. Siguen siendo las mismas de siempre y la penicilina de toda la vida sigue siendo tan eficaz como el primer día en que Fleming la descubrió. Nos gastaríamos menos dinero en antibióticos (porque siempre los nuevos son más caros) y se destinaría a tareas "más" importantes como tratar la eyaculación precoz, la calvicie o las arrugas.
  3. No tendrían que extirparnos el apéndice. Toda entidad superior inteligente sabe los problemas que nos da el apéndice. En un mundo diseñado inteligentemente, dicha entidad sabia e infalible no sería tan estúpida como para encasquetarnos un elemento que ofrece muchos problemas (apendicitis, peritonitis...) y poca utilidad. El ser humano, cúspide de la evolución, no puede tener un órgano que en el proceso de fábrica iba destinado a rumiantes y demás herbívoros. Así que, gracias a su magnánima inteligencia, estaríamos diseñados sin apéndice.
  4. No nos saldrían las muelas del juicio. Si el apéndice era un elemento inútil, las muelas del juicio ya ni te cuento. En los sabios planos de creación de la entidad superior no habría lugar para unas muelas que no ayudaran a la masticación y que provocaran gran cantidad de dolores y apiñamiento de los dientes. La entidad inteligente mediría la longitud completa de la mandíbula y asignaría, con precisión milimétrica, la cantidad correcta de dientes en armonía con el espacio disponible.

¿Por qué todos los casos anteriores no ocurren en nuestra realidad? ¿Será acaso que nuestra identidad superior inteligente nos ha salido estúpida?

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