BERLÍN (ALEMANIA).- Cuando te imaginas una capital europea piensas en una ciudad grande, con mucho ajetreo, con mucha gente y sobre todo con mucho tráfico. Pero cuando llegas a Berlin te das cuenta de que eso no siempre se cumple y en el caso de la capital alemana sólo se cumple que es una ciudad muy grande.
Las bicicletas en esta ciudad son el medio de transporte más importante. Todo el mundo tiene una, ya sea de segunda mano o nueva, el caso es tener una si te quieres sentir integrado en la ciudad. Este medio de transporte no sólo la usan para ir a hacer algún recado sino para todo, incluso salen de fiesta por la noche con ella.
Si decides comprar una bici y optas por una de segunda mano tienes dos opciones: puedes ir a alguna de las numerosas tiendas de bicis que hay por toda la ciudad donde te darán una garantía de un año o ir a alguno de los mercadillos que ponen los domingos por las numerosas plazas de Berlín.
En esos mercadillos puedes encontrar numerosos puestos de bicis usadas, donde la procedencia es totalmente desconocida aunque te puedes hacer una ligera idea cuando ves que la bici está pintada de negro y donde la garantía tiene una duración limitada- sólo hasta que cierre el mercadillo-.
El mejor sitio para encontrar una bici, en mi opinión, es el mercadillo del Mauer Park. Es uno de los mercadillos más grandes de Berlín y está situado en un gran parque al norte de la ciudad, en el barrio de Prenzlauer Berg, por donde pasaba el muro, de ahí su nombre. Aquí, cada domingo puedes disfrutar de un buen ambiente con música de grupos que están empezando. Si hace bueno, el mercadillo se puede alargar hasta bien entrada la tarde, por lo que merece la pena acercarse aunque sólo sea para dar una vuelta.
Una vez que hayas conseguido la preciada bicicleta y te montes en ella, te llamará la atención que todo el mundo te respeta. Esto choca mucho teniendo en cuenta la forma tan brusca de conducción que tenemos los españoles. En algunas ciudades de nuestro país decidir ir al trabajo en bici sería jugarte la vida, en cambio aquí es lo más normal.
Toda la ciudad está llena de carriles bici y si en algún tramo no hay carril y tienes que ir por la carretera, no te preocupes, porque los coches pasarán muy lejos de ti o esperarán a poder pasar. Otra cosa que llama la atención es que da igual que haga mal tiempo,que haga frío o que nieve, la gente sigue yendo en bici al trabajo o a hacer sus recados.
Yo al principio pensaba que una vez que pasara el verano, aparcaría mi bici en el trastero de casa y no la volvería a sacar hasta la primavera como pronto. Pero una vez que te acostumbras a ella y ves que todo el mundo sigue yendo en bici aunque haya pasado el calor, te dices: "venga, hasta que haga frío de verdad". El caso que cuando te quieres dar cuenta te has acostumbrado a ir con tu bufanda, el gorro y los guantes como la cosa más normal del mundo y ya ni siquiera sientes el frío de las ocho de la mañana.
Es tan cómodo el hecho de llegar en nada de tiempo a tu destino sin sufrir atascos horribles, sin tener que dar ocho millones de vueltas para encontrar una plaza de aparcamiento, sin pegarte con la gente en el metro y con la sensación de haber hecho algo de ejercicio, que por qué dejar la bicicleta cuando llega el frío. No hay nada que un buen abrigo no pueda solucionar.
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