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Latinoamérica acompaña las procesiones de Semana Santa con pedidos de paz

EFE
Actualizado 21-03-2008 23:55 CET

Bogotá.-  Miles de feligreses se volcaron hoy a las calles de las ciudades latinoamericanas para recordar entre rezos y cantos la pasión de Cristo, en una jornada en la que se hicieron llamados en favor de la paz, la liberación de los secuestrados, el fin de la violencia y la injusticia.

Entre el humo del incienso y el recorrido de pesadas imágenes que recordaron el camino de Jesús hacia el calvario, los católicos revivieron una vez más esta tradición y la mezclaron con diferentes demandas.

Los obispos colombianos llamaron en sus sermones a trabajar por la paz y abogaron por la liberación de los rehenes en manos de la guerrilla.

El presidente de la Conferencia Episcopal colombiana, monseñor Luis Augusto Castro, pidió "volver a Cristo con todo el corazón y con toda el alma", y subrayó que es un momento para sensibilizarse "con el sufrimiento ajeno".

El cardenal Pedro Rubiano, arzobispo de Bogotá, abogó por que los secuestrados "puedan volver a sus hogares. Sería el mayor signo que la guerrilla debería hacer, si realmente quiere la paz y el bien de Colombia", dijo.

Por su parte, el cardenal hondureño, Óscar Andrés Rodríguez, manifestó que el pueblo carga con "la cruz de la pobreza y la injusticia", y condenó la violencia, la destrucción ambiental y el abuso sexual contra los menores.

El jerarca, al encabezar la procesión del Vía Crucis, que recorrió varias calles del casco histórico de Tegucigalpa, oró por las mujeres que "también sufren como la Virgen María", en especial "las madres de los inmigrantes que no paran de sufrir" cuando sus hijos viajan a EE.UU. "en busca del sueño americano, que en vez de sueño podría ser su peor pesadilla".

México fue escenario hoy de una de las celebraciones de la Semana Santa más concurridas del mundo, que congregó a unas dos millones de personas que presenciaron la Crucifixión de Cristo en el barrio de Iztapalapa, en el este de la capital.

En Iztapalapa se representa a modo de teatro la Pasión de Jesucristo y otras escenas de los evangelios desde 1843, cuando sus habitantes decidieron agradecer de este modo a Dios el milagro de alejar una epidemia de cólera que dejó miles de muertos.

Nazarenos de todas las edades, algunos de hasta cinco años, recorren bajo el rayo del sol las calles de Iztapalapa cargando cruces, en señal de penitencia.

Brasil, un país con 180 millones de habitantes, de los que se calcula unos 140 millones profesan la religión católica, vivió diversas ceremonias.

Entre los actos destacaron el del Morro de Planaltina, colina cercana a Brasilia, donde unas 100.000 personas asistieron a un Vía Crucis protagonizado por un millar de actores, y el del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, el mayor templo mariano de América Latina, que fue construido en honor a la Patrona de Brasil.

En Managua al menos 30.000 católicos asistieron bajo un ardiente sol al tradicional Vía Crucis Penitencial con la venerada imagen de la Sangre de Cristo, que llegó de Guatemala hace 370 años.

Durante el recorrido por la periferia sureste de la ciudad, los creyentes pagaron sus promesas caminando hacia atrás descalzos o con calzado.

Igualmente, miles de personas se sumaron en Quito a la tradicional procesión "Jesús del Gran Poder", en la que cientos de fieles vistieron de cucuruchos y cargaron cruces de todos los tamaños, en tanto que otros caminaron con los pies descalzos.

Las escenas del Vía crucis también fueron recordadas en Panamá con actos protagonizados por jóvenes en la capital, en Arraiján (oeste), Pesé, Chitré (Herrera, centro), Atalaya y Santiago (Veraguas, centro-oeste) y Chiriquí (occidente).

En El Salvador se ha extendido la costumbre heredada de los conquistadores españoles de elaborar miles de alfombras con imágenes religiosas a partir de sal teñida, flores, restos de madera, frutas o granos alimenticios, para conmemorar el Viernes Santo y rendir homenaje a Cristo.

Esta jornada, cuando se pronuncia el Sermón de las siete palabras o de las tres horas, una tradición iniciada por un sacerdote jesuita peruano, solo fue empañada por un ataque a un templo en la localidad paraguaya de Villa Florida, donde fue quemado parcialmente el altar y otros objetos religiosos.

Y mientras los católicos guardan las tradiciones, João Braz de Avis, párroco de la catedral de Brasilia, defendió los medios poco ortodoxos que usan muchos sacerdotes para promover la religión entre una juventud cada vez más apática.

Según el prelado, si Jesús regresara al mundo en la época actual transmitiría su mensaje por internet, usaría coches populares e iría a ver partidos de fútbol en estadios como el Maracaná.

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