Gaspar Llamazares personalizó mejor que nadie, en su discurso de despedida, a las víctimas de una convocatoria electoral en la que el gran triunfador ha sido el bipartidismo.
Entre constantes alusiones al "tsunami bipartidista", la imagen del derrotado líder de Izquierda Unida puso de manifiesto que las crispadas y constantes confrontaciones entre el Partido Popular y el Partido Socialista, lejos de favorecer a terceros grupos, han acabado reforzando a las dos principales formaciones del panorama político español.
A excepción de Izquierda Unida, el resto de los partidos presentes en el arco parlamentario son de ámbito autonómico o regional, y el "tsunami" electoral del 2008 también los ha arrastrado a ellos.
Las formaciones de perfil nacionalista, regionalista e independentista han alcanzado su menor cuota en democracia, con sólo 24 diputados, 9 menos que hace cuatro años.
Esquerra Republicana de Catalunya ha sufrido uno de los peores descalabros con la pérdida de más de la mitad de su representación parlamentaria. Debacle también para Eusko Alkartasuna y Chunta Aragonesista (CHA) que han desaparecido, al quedarse sin escaño en la Cámara Baja. CHA llegó a ser la tercera fuerza política en Aragón en las generales del 2000 y las autonómicas del 2003.
En las elecciones andaluzas, que se celebraban paralelamente, la ola bipartidista siguió ritmos similares. Por primera vez en la historia, el andalucismo no contará con representación en el parlamento regional: Coalición Andalucista (CA) ha perdido los cinco escaños con los que contaba en la anterior legislatura frente al incremento de voto alcanzado por el PP.
Como la mayoría de los europeos, y con la notable excepción de los británicos, los españoles han estado acostumbrados a la tradición del multipartidismo. Ahora podrían empezar a enfrentarse a los dilemas que plantea un modelo en el que dos partidos acaparan casi en exclusiva la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública.
Los defensores del bipartidismo opinan que un sistema multipartidista no permite un gobierno eficaz, porque la diversidad de grupos excluye la posibilidad de consenso y propicia que las mayorías acaben siendo rehenes del voto minoritario. Pero para sus detractores, el bipartidismo es un modelo que no puede ser representativo de una sociedad verdaderamente plural.
¿Qué opinas tú? ¿Es el bipartidismo una fórmula para librarse de los radicalismos? ¿O limita la diversidad de elección y la libertad de voto de los electores? ¿Hacia dónde caminará España después de estas elecciones?
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