Como se esperaba, el Parlamento de Kosovo, en una decisión histórica y unánime, declaró este domingo su independencia frente a Serbia. En la declaración, el primer ministro kosovar Hashim Thaci afirmó que Kosovo será "un país democrático" que respetará los derechos "de todas las minorías".
Se espera que Washington y Bruselas reconozcan a Kosovo el lunes. El primer ministro de Serbia reaccionó acusando a Estados Unidos de ayudar a crear un «Estado falso», mientras Rusia, aliado tradicional de los serbios, reclamaba una reunión urgente del Consejo de Seguridad.
La división en la comunidad internacional y la legalidad sobre la declaración de Kosovo abren todo tipo de interrogantes sobre el futuro. Tres expertos en la región desgranan algunas de las incógnitas y los riesgos.
"El peligro, incluso para países democráticos, es que esto se convierta en un precedente. Si Occidente dice que está dispuesto a saltarse la voluntad de Serbia, que es un Estado democrático, ¿quién dice entonces que no debería respaldar la voluntad independentista de lugares como Osetia del Sur o Abjasia, u otros muchos lugares? En este sentido, el presidente Putin tiene argumentos para oponerse a la declaración unilateral de independencia. Putin está intentando restablecer un lugar internacional para Rusia en un mundo que ya no es bipolar. Reino Unido, Francia y Alemania, que respaldan la declaración de Kosovo, habrían hecho mejor si en lugar de insistir en que esta declaración no sienta precedente (cuando sí lo sienta) se hubieran planteado cómo manejar el problema incluyendo a Rusia en la búsqueda de una solución, en vez de ignorar a Moscú y ofender a una Serbia democrática.
Otro de las cuestiones que se avecinan es si Kosovo va a ser un Estado viable: la zona tiene un 40% de desempleo, altos índices de emigración y serios problemas de infraestructuras, con frecuentes cortes de electricidad, etc. ¿Cómo vamos a hacer que funcione la economía de Kosovo? Puede que en unos meses nos encontremos con que Kosovo depende totalmente de la ayuda externa y, por tanto, la UE no sólo tendrá que dar subsidios para mantener un estado policial sino también financiar económicamente la existencia de ese Estado. La población kosovar es algo superior al millón y medio de habitantes, pero en vista de las recientes reticencias de la UE a la expansión y financiación de nuevos Estados miembros, ¿qué hará frente a una potencial manutención indefinida de Kosovo? Los albano-kosovares están de celebraciones hoy, pero mañana pueden levantarse y preguntar: y ¿ahora qué vamos a hacer? La población kosovar podría acabar con altos niveles de frustración y descontento respecto a cómo la UE maneja Kosovo, por ejemplo con respecto a los fondos que destine Bruselas a las minorías serbia y gitana. En cierto modo, la comunidad internacional ha tenido suerte hasta ahora porque los episodios de violencia registrados en Kosovo desde 1999 no han sido excesivos. Pero eso podría cambiar. Los albano-kosovares podrían incluso plantear una independencia total de la supervisión internacional si se enfrentan con el 'modus operandi' de la UE.
La delimitación de fronteras es también una cuestión espinosa. Para empezar, nadie conoce la frontera exacta entre Serbia y Kosovo ni entre Kosovo y Macedonia. Hay albaneses en el sur de Serbia y en Macedonia y no es descartable que los albano-kosovares quieran crear un «Gran Kosovo» uniéndose a las minorías albanesas que viven al otro lado de las fronteras. La situación que había hasta ahora en Kosovo no era satisfactoria pero ¿quién dice que va a ser mejor mañana o dentro de cinco años?»
"Kosovo, el último estertor de la guerra de los Balcanes, es una situación mala para todos y había soluciones mejores, pero ya están fuera del alcance de todo el mundo. La declaración de independencia era ineludible.
La reacción de los serbios y de los rusos va a parecer visceral pero va a estar muy calculada para causar máximo impacto. Los serbios tienen que hacer como que les importa mucho. El primer ministro de Serbia, Vojislav Kostunica, ha de aparecer con una posición firme. Pero el proyecto de una "Gran Serbia" no ha convencido a nadie, ni siquiera lo lograron con Montenegro. Por eso parece poco creíble que se rasguen ahora las vestiduras por Kosovo. Probablemente asistiremos a sanciones del lado serbio, como cortes eléctricos, ya que Serbia abastece a Kosovo. Es también posible que se produzcan algunas algaradas, pero no creo que haya violencia de forma masiva ni organizada.
Rusia, por su parte, quiere instrumentalizar la cuestión de Kosovo como elemento de su política exterior hacia Europa: subrayar las divisiones europeas, condicionar agendas, ralentizar los procesos de integración. Es una estrategia que se enmarca en el pulso que Moscú está echando a Europa en todos los frentes. Putin intenta meter el dedo en el ojo de los más débiles e intenta hacer comparaciones absurdas: con Chipre o con el País Vasco. Pero si Europa se planta, retrocederá un poco.
Para España el problema no es tanto la declaración de independencia de Kosovo sino su incapacidad para actuar coordinadamente con otros países de la UE. Tanto el Gobierno como la oposición en España tienen un discurso difícil de entender: por un lado niegan que Kosovo sea un precedente, pero por otro lado se sitúan del lado de los países europeos que sostienen que si lo es (Grecia, Chipre, Malta y Eslovaquia) y están en desacuerdo con la declaración de independencia de Kosovo, lo que pone en cuestión más de una década de compromiso activo europeo en los Balcanes.
Kosovo es independiente de facto pero será difícilmente viable sin una masiva ayuda internacional. La comunidad internacional se queda con una misión difícil, con un Estado muy problemático -no podemos esperar que sea como Lituania o Suiza. Seguirá siendo un protectorado controlado, un Estado como en una especie de UVI a perpetuidad. Sólo se le devolverá a cierta normalidad en la medida en que se promueva el desarrollo regional y la entrada de Albania, Macedonia, Serbia en la Unión Europea.»
"Lo que debemos entender es que la cuestión kosovar ha dejado de ser un asunto estrictamente balcánico para convertirse en algo perjudicial para el futuro de toda la comunidad internacional. Con el respaldo a la declaración de independencia hemos roto el sistema de la legalidad internacional. Tras el bombardeo de la OTAN en 1999, Naciones Unidas pasó la resolución 1244 que reconocía la soberanía de Serbia sobre Kosovo, es decir, Kosovo es parte del territorio soberano de Serbia. Fue una forma de intentar justificar la intervención, aduciendo que se hacía para respaldar los derechos humanos de una parte de la población pero que no se violaba el derecho territorial de un país.
Ahora estamos avanzando un paso más en la ilegalidad al aceptar la independencia de este territorio. Pero sobre esa base, ¿por qué no aceptar la de otros muchos territorios: Darfur, el norte de Chipre, el Kurdistán?, por nombrar solo algunos. La declaración independentista de Kosovo no puede presentarse ni ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas porque Rusia y China la vetarían. Como no tiene estatus legal a nivel internacional, Kosovo tampoco puede formar parte de ninguna organización multinacional, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Por tanto, ¿qué mensaje está enviando Europa al mundo al reconocer un Kosovo independiente? Con este respaldo, Europa ha perdido autoridad. Lo que ha hecho Europa es crear otro Chipre del Norte, pero en los Balcanes.
Hay además muchas cuestiones prácticas e importantes sobre el futuro de Kosovo que Europa no ha debatido, por ejemplo: ¿quién se va a responsabilizar de qué áreas, cuál es el calendario de la misión europea? ¿Qué políticas concretas se van a desarrollar? Europa no tiene ni idea de lo que está haciendo. Ha actuado precipitadamente impulsada por Estados Unidos que ha estado acosando a Bruselas por su incapacidad para manejar conflictos en su patio trasero. Y también por su propia impaciencia por encontrar una salida a un conflicto que parecía eternizarse sin fecha límite. Pero ahora nos encontramos en una situación imposible.»
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