Lagerfeld se gusta. Disfruta mirando su cara de mal humor, sus anillazos, sus pantalones pitillo metidos con calzador y su coleta. Por eso en cuanto puede imprime su cara en las prendas de su colección, que por cierto parece que diseña con las pocas ganas que le quedan después de hacer la de Chanel y crear cañas de pescar, ositos de peluche en réplica o poner la música a un vídeojuego. Esta vez estas bolsas tapaban lo mejor del desfile: la cara de las modelos.