O ella no debería estar aquí o sobran los demás. Amaya Arzuaga es la clase, la del talento y la profesionalidad. Asistir a uno de sus desfiles es como trasladarse a Nueva York o París. No le importa no seguir los patrones aseñorados de Cibeles, ni pretende acogerse al ala protectora de la modernidad. No necesita hacer una colección con un punto kitsch para llegar a las juventudes de las sogas en el cuello. Amaya va por libre. Sabe coser y no tiene miedo. Arriesga y gana.