Ozon muestra en San Sebastián un poema sensual al embarazo con "El refugio"

San Sebastián.-  El prolífico cineasta francés François Ozon, uno de los mejores retratistas de la sensualidad elegante, presentó en la segunda jornada a competición del Festival de Cine de San Sebastián "El refugio", una cinta en la que recorre el magnetismo sexual y emocional de la gestación.

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(EFE)

El director François Ozon posa para los medios gráficos tras presentar su película "Le refuge", que compite en la Sección Oficial del 57 Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Después de optar a la Concha de Oro con su película "Bajo la arena" en 2001, Ozon vuelve a este festival con una cinta tan compleja como plácida. Un título discreto pero impecable en su poliédrica filmografía, que va desde el vodevil de "8 mujeres" hasta el drama psicológico de "Swimming Pool".

En "El refugio" aprovecha el embarazo real de Isabelle Carré, la actriz protagonista, para crear un filme especialmente palpable y premeditadamente sensual acotado a los nueve meses de gestación.

"Busqué a una actriz embarazada y mi agente me dijo que había tres en París y entre ellas estaba Isabelle. Estaba de siete meses y creo que su interpretación es única, porque estaba hormonalmente distinta, lo que marcó su manera de transmitir las emociones", explicó Ozon en rueda de prensa.

Los protagonistas de la película son Mousse y Paul, interpretados por Carré y el cantante Louis-Ronan Choisy, y "El refugio" es una casa en la costa del sur de Francia donde se reencuentran plagados de carencias emocionales.

Ella tiene un nombre esponjoso, pero pasa por un momento trágico: adicta a la heroína, acaba de perder a su novio por una sobredosis y descubre que está embarazada. Él es el hermano del fallecido, cuya familia ha decidido repudiar a Mousse.

"En esta película no se muestra la maternidad como el deseo de tener un bebé, sino muchas otras cosas que implica. En este caso, una sustitución para el personaje de Mousse, que acaba de perder a su pareja, y la representación del deseo de ser padre de Paul, que es homosexual", aseguró el realizador francés.

Ozon avasalla al espectador con todas estas noticias en los primeros minutos para luego detener su cine y dejar que los traumas, las carencias emocionales y la complementariedad entre los personajes emerja hasta componer un hermoso retrato del amor heterodoxo.

"Se reencuentran prácticamente por azar y encuentran un refugio el uno en el otro. Reconstruyen su identidad y se crea entre ellos un momento mágico", aseguró el cineasta.

Y de alguna manera, Ozon consigue que su película vaya creciendo hasta expulsar el ombligo, hace que la piel de las emociones se estire hasta la estría y provoca finalmente un alumbramiento hermoso pese al dolor. Pero también existen entre medias la náusea, el mareo y el antojo.

Ozon ha heredado de Viconti la difícil condición de esteta, de dar naturalismo a tramas preciosistas en las que todos los rostros son hermosos, todo el mundo sabe tocar el piano y nadie trabaja. Un terreno de probada fertilidad para la poesía y la reflexión introspectiva.

Y a su vez se inscribe en esa estirpe de cineastas inquietos que, como Michael Winterbottom, Kim Ki-duk o Brillante Mendoza, son capaces de presentar en una misma temporada dos películas en distintos festivales de renombre.

Así, Ozon sorprende por la solidez de su nueva propuesta, en la que nada parece estar fuera de lugar y que llega pocos meses después de presentar "Ricky" en la Berlinale.

"'El refugio' es como la contrapelícula de 'Ricky'", explicó Ozon, ya que aquél filme, protagonizado por Sergi López, trataba de un bebé que nace con dos alitas de pollo en la espalda.

La segunda cinta que pugna por la Concha de Oro en una jornada en la que también se vio "El baile de la victoria", de Fernando Trueba, fuera de concurso, fue "Keshtzar Hay Sepi", del tan "festivalero" cine iraní y que, bajo la batuta de Mohammad Rasoulof, se impregna de paisajes y de poética local.

Su historia está cargada de simbolismos: Rahmat, un hombre cuyo trabajo consiste en recoger las lloros de los habitantes de distintos pueblos, tampoco escapa a la crisis: ya nadie quiere ceder sus lágrimas.

Mateo Sancho Cardiel