Mahón (Menorca).- El historiador argelino de origen menorquín Jean Jacques Jordi ha explicado que "en el 1860 todas las familias de Menorca conocían al menos a un menorquín que había emigrado hacía Argel" y al menos un cuarto de la población de la isla, que era de 32.000 habitantes, había emigrado a Argel.
En la imagen de archivo, mezquita de la plaza Kennedy de Argel.
Jean-Jacques Jordi ha investigado la magnitud de la emigración menorquina a Argel. Invitado por el PSM, ha explicado en el Parque Rubió i Tudurí de Mahón sus estudios sobre las migraciones francesas y menorquinas.
Según Jordi, la emigración menorquina a Argelia estuvo formada mayoritariamente por mahoneses y en menor presencia por "ciutadellencs" y personas de otras poblaciones de la isla. Los argelinos llamaban a los menorquines "mahoneses" aunque procediesen de Ibiza o de Mallorca.
Se instalaron principalmente en los alrededores de Argel, por la corta distancia que separa a Mahón de Argel, 196 millas, una proximidad geográfica que también estuvo estrechamente ligada al comercio, ya que en los inicios de la emigración, hacía el 1830, Menorca dominaba el comercio y el transporte marítimo con Argel.
Según el profesor Jordi, la corriente migratoria de menorquines hacía Argelia no se puede entender sin estudiar la estrecha relación de Menorca con las tropas francesas y la situación de crisis económica que sufría la isla a principios del siglo XIX.
Así, en el año 1830 se registra la primera corriente migratoria de menorquines hacía Argel. Una migración que en un periodo de veinte años se llevó a casi una cuarta parte de la población de la isla. Los menorquines fueron una población que marchó para trabajar y no buscó la confrontación política.
Fue también una migración de familias. Desde el 1832 el ejercito francés recogía cada año a unas cien familias para llevarlas a Argelia. Allí trabajaban la tierra, tenían un salario y un trabajo regular y estaban protegidos por los franceses. "Una situación casi fantástica e impensable en la Menorca de la época", ha declarado Jean Jacques Jordi.
Un hecho que destaca de la migración menorquina en Argel es su forma de vida. Llevaban una vida típicamente menorquina, en lo que se refiere a la vestimenta, cocina, la casa y también las relaciones sociales.
Se dio el caso de un menorquín que se llevó un molino entero hasta Argel, y las casas y hasta los puentes se construían con piedra marés de Menorca.
Los menorquines intentaron recrear su isla al otro lado del Mediterráneo. Hoy aún perviven algunos elementos de la cocina como las empanadas, los "crespells" o el "oliaigua", y expresiones como "xabacà".
Las migraciones menorquinas más intensas hacía Argel se produjeron en los años 1830 y 1835-1836 hasta los años 1860. Después de estas etapas la emigración continuó, aunque fue en retroceso.
Ya entrado el siglo XX, la Guerra Civil española provocó una segunda época de emigración menorquina a Argelia, aunque no tan masiva como la primera.
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