Esta semana tenemos nueva entrega de comedia adolescente con 'Sex Drive', en la que un friki hará todo lo posible por perder su flor. También se estrenan 'Arrástrame al infierno' y 'Un trabajo embarazoso', pero la que no podéis perderos de ninguna manera es 'Up', la nueva de Pixar.
La virginidad, divino tesoro. Tantos americanos adolescentes intentando perderla al mismo tiempo en sus hermandades Alfa Beta Gaga o Delta Peta Zeta que el cine no podía quedarse al margen. Y por ello decidió inaugurar un género destinado a tal hazaña concreta: la chorracomedia de picores. No suelen ser las chicas las que tienen el problema, las que compran condones torpemente en el supermercado mientras su madre está en la sección de ultramarinos, ni las que acaban dándose puñetazos en la cabeza cuando se pelean con su elasticidad a la hora de acomodarlo a su miembro viril. Al parecer, ellas tienen todo el doble de fácil y hacen la mitad de majaderías. Yo sé que los adolescentes americanos están de la olla porque me lo contaron en 'Porky's', más tarde en 'American Pie' y esta semana en 'Sex Drive'.
Un inadaptado social al que le hacen mobbing hasta en su propia casa encuentra en el chateo subido de tono con desconocidas el único alivio para sus problemas. Y como si de una reencarnación del Michael Douglas de 'Un día de furia' —pero sin el pelo de pincho, ni la mala leche, ni la escopeta— se tratara, decide recorrer medio país en coche para encontrarse con su sugerente ciberamiga para convertirse por fin un hombre, vía intercambio de fluidos.
Así que tenemos la road movie servida. Al coche se le tiene que romper alguna tripa, si no no sería una road movie, con lo que la galería de personajes secundarios comienza a hacer acto de presencia con irregular gracia (destaca Seth Green como amish), si bien hay que admitir que es un sarcasmo meritorio el que suele destilar el libreto de Sean Anders y John Morris. Por momentos, esta pequeña comedia descarada hace que pensemos en una revisitación del espíritu de 'La cosa más dulce', excelencia a la que por supuesto nunca llega, pero que supone el piropo más grande que se me ocurre ahora mismo.
Valoración: 6/10
Un jubilado con cara de Spencer Tracy malhumorado se encuentra tan arraigado a sus costumbres que, cuando están a punto de desahuciarle, decide partir voluntariamente. Eso sí, con su casa a cuestas. O, más bien, volando tirada por globos. La vejez vista desde cerca y el que el protagonismo no recayera en una jirafa humorista hacía presagiar lo peor para la décima entrega de Pixar. En el showbusiness empezó a proliferar el rucu-rucu de que iban tan sobrados que creían que podrían abordar cualquier tema. Todo apuntaba a un John Lasseter prepotente al modo florentiniano y a fracaso comercial.
Pero eso fue hasta que los periodistas de todo el mundo comenzaran a ser agasajados con teaser trailers hace ya un año como parte fundamental de una de las campañas de publicidad más meticulosas y prolongadas que se recuerdan. El delirio visual de esta animación de temática oscura sedujo unánimemente a los plumillas, que no dudaron en juntar palabras como "obra" y "maestra" en la misma frase sin rubor. Y eso que no habían visto todo.
'Up' condensa, sin las habituales argucias de Pixar para crear iconos de hamburguesería, lo que mejor se le da desde hace década y media: sonrisas y lágrimas y colorín, y más en esta ocasión que en todas las precedentes. Porque hacía falta mucho colorín, mucho globo brillante, para poder distraernos de que quien maneja la nave es un viejito de 78 años, el más antiglamouroso personaje que se venga a la cabeza. Parecía que de ésta no iban a poder salir y han dejado el listón más alto que nunca. ¿Os imagináis que este no sea su techo? ¿Que un día les da por poner incluso más globos a los de Pixar?
Valoración: 9,5/10
Salir de la casquería paródica y meterse en las grandes ligas de los superhéroes —y con bastante éxito comercial además—, hacían presagiar que habíamos perdido a un friki. Pero Sam Raimi ha tirado al monte. Escarmentado del varapalo crítico que se llevó la tercera entrega del hombre araña, volvió a lo que mejor sabe hacer, o, en cualquier caso, a lo que más parece gustarle. Hay ciertos residuos industriales en su vuelta al terror. Al menos, yo, no dejo de pensar que los protagonistas de esta 'Arrástrame al infierno' (Alison Lohman y Justin Long) no son más que una prolongación de saldo de los ya consagrados y carísimos Maguire y Dunst.
Por otro lado, con toda su filmografía repasada, esta vez mirando de manera retrospectiva, podemos ver que aparte del saltito y la cabriola, los 'Spiderman 1 y 2', antes que megalómanas películas de estudio sin personalidad eran sobre todo películas de Raimi muy bien tuneadas. La relación de los erráticos protagonistas entre sí, el ritmo cadencioso de su charla y la búsqueda de la esencia interior son cuestiones muy trilladas por el director del sombrero.
No comulgo con profecías, maldiciones ni emanaciones de ectoplasma. No conforman solas, o en conjunto, mi cine preferido. Además, 'Arrástrame al infierno' necesita algo del humor imberbe que desprendían 'Ola de crímenes... ola de risas!!' o 'El ejército de las tinieblas', pero, desde el punto de vista de un observador ecuánime, no puedo poner demasiadas pegas a una película tan poco prepotente, al nuevo juguete de un tipo que podría tener un Ferrari F1 pero es más feliz con un Cuatro latas. Puede que ahí esté el humor, no en el guión, sino en haberla hecho.
Valoración: 6,5/10
Tengo entendido que Lindsay Lohan es un petardo de cuidado, que es famosa por su aireada vida sexual y por enseñar cacho en revistas de peluquería. A mí, por surrealista asociación de ideas, me recuerda a una versión arrabalera de Alison Lohman (sí, la de arriba, la de 'Arrástrame al infierno'). Tienen nombres parecidos, las dos son blanquitas de piel y su cara es la de no haber roto ningún plato. Sin embargo, tengo muy claro quién haría de dama y quién de puta en una actualización de 'Príncipe y mendigo' versión trash. Lohan, la que nos ocupa en esta 'Un trabajo embarazoso', interpreta a una secretaria anulada por su jefe, por su hermana menor y por su novio chino. Da tanta pena que nos recuerda a Alison.
Cuando están a punto de despedirla de la editorial literaria donde trabaja por su supuesta ineficiencia, se inventa un embarazo con el que es coherente hasta las últimas consecuencias. Eso da lugar a escenas de enredo, a mentiras extendidas a la gente que ama y a una difícil marcha atrás. Los tópicos se suceden y atragantan a la espera de que algo bueno ocurra, un chiste salido de tono, una caída graciosa, algo de pillería.
Lo malo es que nada de eso sucede nunca. No hay ningún deseo de innovar en esta cinta gris, casi opaca, en la que el único reclamo es su protagonista, que tampoco ofrece mucho. De hecho, podrían habérnosla cambiado por Alison Lohman con la película empezada y ni nos habríamos dado cuenta.
Valoración: 4/10
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