Las ventajas reproductivas de la 'homosexualidad'

Los zóologos saben de muchos casos de apareamiento entre animales del mismo sexo, un auténtico intríngulis para la ciencia, ya que tamañas conductas no casan con el esquema según el cual la actividad sexual de los no humanos existe sólo al servicio de la reproducción. Unos científicos californianos creen haber armado el rompecabezas al identificar el beneficio que depara tal comportamiento en la evolución de esas especies.

ERIC VANDERWERF

Dos hembras de albatros de Laysan.

El Reino Animal parece haber salido masivamente del armario… o más bien sucede que ahora prestamos mayor atención a observaciones que antes la ciencia encajonaba con la etiqueta de 'rarezas'. Los ejemplos son incontables: moscones de la fruta que se cortejan entre sí, delfines machos que practican el sexo 'nasal'; elefantes que se trenzan en juegos cariñosos con sus trompas, mientras el frotamiento genital entre monas abunda en nuestros parientes, los bonobos…. Más de 1.500 especies, desde insectos a mamíferos, han sido pilladas en tales intercambios, un índice de lo extendido que se halla en la naturaleza lo que el viejo anatema tachaba de 'prácticas contra natura'.

Para esa clase de actitudes se han pergeñado las más diversas explicaciones: la falta de un gen discriminatorio en las moscas de la fruta; la sumisión al más fuerte en el caso de ciertos babuinos; y ahora nos llega una explicación decididamente evolucionista.

Un equipo de biólogos de la Universidad de California (Riverside) se centró en las parejas formadas por hembras de albatros de Laysan (un tercio de las parejas de estas aves, según su recuento). Las observaron un buen tiempo, las compararon con hembras sin pareja, y notaron que los pollos criados por esas parejas tenían una mayor supervivencia que los de las otras. La diferencia se debe a que dichas hembras se ayudan a construir nidos y a sacar adelante sus crías en condiciones de escasez de machos. Los menesteres eróticos de los delfines tendrían una finalidad semejante: "facilitar la cohesión del grupo", apunta Nathan Bailey, uno de los investigadores.

"Al igual que cualquier otra conducta que no se ligue directamente a la reproducción, como el altruismo o la agresividad, la actividad sexual con el propio sexo puede tener consecuencias evolutivas que ahora comenzamos a considerar", agrega Bailey. De ahí se sigue que, en lo referente a los mencionados albatros, en vez de 'conductas aberrantes' tendríamos 'estrategias reproductivas alternativas'.

Los firmantes del artículo publicado en Trends in Ecology & Evolution no ocultan su esperanza de encontrar la base genética de esas conductas, equivalente al presunto 'gen de la homosexualidad' humana. Los científicos parecen descartar la posibilidad de que los animales lo hagan por puro gusto, indiferentes a ardides reproductivos, genes ausentes o presentes, o ganancias evolutivas. Eso sí sería una ruptura de paradigmas…

En otra ocasión avisamos del peligro de proyectar en los animales nuestras categorías sociales (en este caso, la de homosexualidad), un peligro evidente en criaturas que no ajustan en modo alguno a nuestros patrones de sexualidad (la cantidad de comillas en este texto responde precisamente al deseo de sortear ese riesgo). Los autores de este trabajo se cuidan de utilizar ese término tan connotado y emplean la expresión más neutra de 'same-sex behavior'. Pero no cabe duda de que pesquisas de este tenor, tendientes a 'normalizar' fenómenos etológicos juzgados bizarros, son un claro fruto de la época y de su tolerancia en materia de prácticas sexuales alternativas.