Reality: cuando ligar en una isla es lo mismo que trabajar

El mundo del reality tiembla. En una decisión que podría facilitar el camino a centenas de denuncias, la más alta jurisdicción francesa ha estimado que los candidatos de los programas de telerrealidad tienen que gozar de un contrato de trabajo cuando están forzados a una "disponibilidad permanente" para satisfacer los planes previstos por las productoras.

Los concursantes del programa no lo pasaban muy mal.

Sea, Sex and Sun. La canción de Serge Gainsgourg hubiera pegado perfectamente a la versión francesa del programa 'La isla de la tentación', un formato importado de Estados Unidos, donde varias parejas se instalan en una isla paradisíaca donde les espera un desafío mayor: hombres y mujeres son separados y tienen que convivir con una decena de seductores, bronceados y perfectos modelos, quienes se emplean a fondo por conquistarles a golpe de champán, cruceros y bailes.

Ahora resulta que la banda sonora más bien podría ser el menos glamuroso 'Es una lata el trabajar'. La más alta jurisdicción francesa ha dictado esta semana una sentencia que hace temerse lo peor al sector de los realities franceses, y que puede ayudar a la "rebelión" de centenares de candidatos en todos los países que se suman a la fiebre de estos concursos.

Tres participantes de la edición de 2003 hubieran tenido que gozar de un contrato de trabajo permanente, según el tribunal de casación galo, porque su obligación de "disponibilidad permanente", el tener que seguir horarios y actividades impuestas bajo el foco de las cámaras, se equipara más a un oficio que a una fiesta playera.

Una pesadilla para la productora TF1 Production (filial de la principal cadena privada gala), que no repetirá el formato en 2009. "Es una verdadera conmoción para toda la producción audiovisual. Va más allá que la propia telerrealidad", se lamentaba ayer en una rueda de prensa Edouard Boccon-Gibod, el presidente de la productora, quien no logró convencer al tribunal de que los candidatos estaban allí para "vivir una experiencia personal".

Los jueces han desestimado, sin embargo, otro fallo previo que acusaba a TF1 Production de haber escondido a sabiendas una actividad de trabajo. Esto podría rebajar las indemnizaciones de 27.000 euros otorgadas previamente a cada uno de los tres participantes, dos chicos y una chica, según la productora.

"Se ha abierto la caja de Pandora"

"La Corte de casación abre así la caja de Pandora dónde todos los antiguos candidatos de realities se podrían lanzar a la denuncia", apuntaba al oír la noticia el periodista francés Emmanuel Berretta, en la web del semanal Le Point.

El joven abogado Jérémie Assous, quién primero lanzó la denuncia, aseguró hace poco a la revista Télérama que mas de 100 candidatos se habían puesto en contacto con él después de participar en otros programas conocidos también España: Pekin Express, Supermodelos...

Sin embargo, las productoras españolas no tiemblan. De momento. "Seguimos la noticia desde hace un tiempo, pero no he notado una pizca de preocupación por parte de mis jefes", explica un director de estos programas producidos en España. "Tenemos atados y bien atados todos los contratos. Más bien son los candidatos los que se enfrentan a pagar indemnizaciones al programa si lo dejan sin explicación razonable".

Quizás no estaría de más que comenzaran a preocuparse más. Sonia Cortés, socia del área laboral del despacho Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, subraya que los principios que rigen una relación laboral en España son similares a los de Francia, con unos criterios claros: "Si hay actividad retribuida, y cuando se constata dependencia y 'ajenidad', es decir, si otro se lleva los beneficios". "En un dossier similar, sería difícil hablar de 'experiencia personal' cuando hay toda una serie de obligaciones muy estrictas rigiendo la jornada y es la productora quien pone los 'medios' de trabajo", apunta Sonia Cortés.