La vida anterior de Pellegrini

La tarde del 15 de enero de 1989, en uno de los camarines del sector norte del Estadio Nacional, el agua de la ducha caía fuerte y salpicaba a los reporteros que llegaban a entrevistar a Manuel Pellegrini (16 de septiembre de 1953). Ubicado a un costado de sus jugadores, explicaba con su lógica imperturbable las razones de una campaña que concluyó con la caída de uno de los dos clubes más populares del país a la segunda categoría. Era el corolario de una debacle de años, que encontró al hoy técnico de Real Madrid en el lugar que nadie hubiera deseado.

(REUTERS)

Pellegrini y Valdano, durante la presentación.

Ante la solicitud de su amigo Waldo Greene, entonces presidente de los azules, después de una dilatada trayectoria como zaguero en el club —el único que defendió—, Pellegrini aceptó el desafío de dirigir un cuadro depreciado, que al final de la temporada terminó en el infierno. Y claro, las llamas arrastraron a todos, incluyendo a Pellegrini.

Ingeniero Civil con mención en Construcción en la Pontificia Universidad Católica de Chile, proveniente de una familia tradicional y conservadora, cuyos integrantes se ubican en importantes lugares académicos y empresariales, Manuel Pellegrini llegó al fútbol por amor y convicción. Porque a pesar de tener todas las oportunidades que su apellido y posición le entregaban, optó por el camino largo e imprevisto del balón. Sus padres, Emilia y Silvia, aceptaron su inclinación futbolera, aunque debió estudiar una profesión. Y el quinto de ocho hermanos no los defraudó.

Pero a su vocación no le podía fallar. Por eso, cuando dejó los botines, abrazó la pasión de su vida. Marcado a fuego por su maestro, Fernando Riera, entrenador que lo dirigió en Universidad de Chile entre 1978 y 1982, edificó su formación en los centros de la Federación Italiana, en Coverciano (1985), y de la Asociación Inglesa de Fútbol, en Lilleshall (1988). Seguro que jamás pensó que mientras se perfeccionaba en las cercanías de Manchester, Universidad de Chile encadenaba cuatro derrotas consecutivas, clave en la pérdida de la categoría.

No decayó Pellegrini. Sentenciado por la crítica y los hinchas, su nombre pareció proscrito. Hasta que apareció Fernando Lama, abogado y presidente de Palestino, modesto club que representa a esa colectividad, que le ofreció la banca de los tricolores. Los resultados no tardaron en llegar. Cumplió buenas campañas, valorizó la cantera y vendió más de una decena de jugadores. Luego pasó a O'Higgins, luchando en los puestos de avanzada y también promoviendo futbolistas. El club sufrió problemas económicos y la directiva no cancelaba los sueldos. En Rancagua, ciudad de los celestes, cuentan que exasperado y cansado por las mentiras de los dirigentes —que vendían y vendían jugadores, pero no pagaban— levantó del cuello al presidente del club exigiéndole arreglara la situación de sus pupilos.

Universidad Católica apareció en su horizonte en 1994 para intentar ganar la Liga. Hubo fichajes inusitados para el fútbol chileno, como los argentinos Alberto 'Beto' Acosta y Néstor Gorosito. Pero no alcanzó. El club de su vida, Universidad de Chile, se le cruzó en el camino y le quitó el título en 1994 y 1995. A mediados de 1996, después de sufrir los ataques despiadados de un mediocre y mal agradecido ex compañero en la U (Eduardo Bonvallet), a través de programas de radio y televisión, sumado al desgaste de una campaña que no logró coronarse con la vuelta olímpica, dejó a los cruzados.

Éxitos en Ecuador y Argentina

En el ostracismo, sin ofrecimientos de trabajo, Pellegrini aceptó la llamada de la Liga Deportiva Universitaria de Quito. En el primer amistoso, varios de los titulares no llegaron a tiempo al vestuario. El ingeniero cerró la puerta y los marginó. Todos entendieron el mensaje. Con Liga fue campeón ecuatoriano, su primer título, y después cumplió una llamativa campaña en la Copa Libertadores. Quizás porque en Chile cuesta reconocer los éxitos propios, buena parte de la crítica no tomó muy en cuenta el campeonato obtenido en Ecuador.

Pellegrini (primero arriba a la izquierda), en su etapa de jugador del Universidad de Chile.

Pellegrini volvería a ganar a los incrédulos. En 2001, San Lorenzo de Almagro le entregó su banquillo. Desconocido en Argentina, no fueron pocos los que pensaron que su periplo en Buenos Aires sería corto y funesto. Se equivocaron. No sólo fue campeón del Clausura con San Lorenzo. Los gauchos encadenaron once victorias consecutivas, sumando dos más en el Apertura. Además, totalizaron 47 puntos en el formato de torneos cotos. Récord. Pero no sería todo. En 2002, condujo a San Lorenzo a alcanzar la Copa Mercosur, el primer trofeo continental del club.

River Plate sería su última estación en el fútbol argentino. Fue campeón en el Clausura 2003, pero debió marcharse antes de concluir su contrato por la discreta campaña del segundo semestre, a pesar de que el equipo llegó a la final de la Copa Sudamericana (perdió con Cienciano de Cuzco). Sus buenos resultados no fueron reconocidos. Pagó el precio de no hacer concesiones a la cadena Fox Sport y a su principal comentarista, Fernando Niembro, que al no otorgarle entrevistas exclusivas utilizó todo su poder para desestabilizarlo.

El final de la historia es conocido. Villarreal fue el proyecto que lo lanzó en España hasta llegar al Madrid. Y hoy, como hace poco más de veinte años, volverá a hablar con su voz grave, sin oscilaciones, con el rostro imperturbable. Lo hará en el Bernabéu, lejos de ese vestuario húmedo que forjó su carácter.

* Danilo Díaz es editor de Deportes de ESPN Radio – Bío – Bío Deportes.