Alfonso Milá, la esencia del diseño catalán

Si algún apellido es sinónimo de buen diseño español ese es indudablemente Milá. Leopoldo, Alfonso, Miguel, José María o Gonzalo son algunos de los artífices de este merecido logro y nombres o piezas tan emblemáticas como la motocicleta Impala, la silla Barceloneta, la lámpara TMC, Santa & Cole, Dae o la papelera Bina llevan su sello.

El edificio Atalaya, el interior del Flash Flash y la Diputación.

Desafortunadamente esta saga, el diseño y la arquitectura españolas perdían el martes a Alfonso Milá que murió en Barcelona a los 85 años, dejando un importante legado en el que destacan obras como el edificio Atalaya, la silla de brazos Reno o el interiorismo del restaurante Flash Flash.

El nombre de Alfonso Milá es indisociable al de Federico Correa, amigo y socio con el que ha compartido estudio a lo largo de más de 50 años. Su temprana colaboración con José Antonio Corderch, maestro con el que trabajaron después de licenciarse en Barcelona, les introdujo en el mundo de los grandes y les permitió beber de las fuentes del movimiento moderno. Así, la arquitectura y el diseño italianos fueron a menudo punto de referencia para sus creaciones, entre las que podemos destacar el aparador Lago, un mueble de líneas sobrias que reinterpretaba esta tipología clásica respondiendo a la demanda de sus clientes que deseaban mantenerla en sus casas.

También junto a Correa, Alfonso Milá contribuyó a dibujar parte de la fisonomía del Cadaqués de los años 60 y 70, construyendo y diseñando los interiores de las casas de muchos amigos de la 'gauche divine' que se reunían en esta localidad ampurdanesa famosa por ser refugio de artistas e intelectuales. El uso de mobiliario integrado fue una peculiaridad de estos interiores que crearon escuela y es en ellos donde piezas como la silla Barceloneta cobran todo su sentido mostrando la calidez y confortabilidad que este arquitecto quería dar a sus obras.

Proyectos de gran envergadura, como la actual sede de la Diputación de Barcelona o la remodelación del Estadio Olímpico de Montjuïc en la década de los 90 le colocaron en primera fila de la arquitectura nacional, siendo merecedor, junto a su socio, de diversos premios FAD de arquitectura e interiorismo.

Su trabajo alcanzó reconocimientos como la Medalla de Oro al Mérito Artístico de la ciudad de Barcelona en 1995 o la incorporación de algunos de sus diseños al patrimonio histórico de la ciudad que le vio crecer incorporándose a la colección de diseño industrial del Museo de Artes Decorativas del Design Hub Barcelona.

Para saber más

• Obituario en El País (con foto)

* María José Balcells es comisaria y crítica de arte.