La agencia Sra. Rushmore recurre a personajes e iconos televisivos de hace más de tres décadas para concienciar a los consumidores cuarentones de los zumos Minute Maid de que es necesario empezar a cuidarse. Un recurso a la nostalgia que, a diferencia de lo que sucede con otras campañas, está justificado, bien ejecutado y sin caer en los excesos ni las estridencias.
La verdad es que ya estábamos un poco hartos de esa tendencia de los publicitarios españoles de echar mano de personajes, grupos, estéticas o situaciones de las décadas de los 70 y 80 para, en el mejor de los casos, empatizar y conectar con los clientes de una franja de edad comprendida entre los 30 y 40 años y, en los peores, rescatar un icono añejo, apelar a lo friki, recordar un chiste interno del departamento creativo, de o vaya usted a saber qué cosa le habrán explicado al cliente.
Ejemplo de ello han sido campañas como la de CocaCola sobre la generación de los ochenta en la que aparecían Gordillo, Orzowei, Mayra Gómez Kemp, los vaqueros nevados o su secuela, en la que aparecían Loquillo y los vaqueros pitillo e incluso aquella que pretendía vendernos automóviles ecológicos argumentando que es lo mínimo que podía comprar una persona que ha llorado con la muerte de Chanquete, que se ha emocionado cuando Marco encontró a su madre o cuando un Click de Famobil (por entonces, era la casa Famosa la que tenía la exclusiva de estos muñecos en España) intenta beberse una cerveza sin éxito.
En definitiva, anuncios que se caracterizaban por su exceso en lo estético, por su tendencia a la acumulación en los referentes y con un sentido del humor que, si bien existía, resultaba un poco tuno y hasta chabacano.
Es por eso por lo que nos ha sorprendido gratamente la nueva campaña de Minute Maid para anunciar sus zumos con propiedades antioxidantes. Unos anuncios que, aunque recurren al elemento nostálgico, lo hacen de una forma más comedida, con un humor más sutil e inteligente y cumpliendo al dedillo con las necesidades especificadas por el cliente en el briefing y que, suponemos, no eran otras que convencer a esos consumidores de 35 a 40 de que, a pesar de que todavía se sientan jóvenes, ya va siendo hora de que empiecen a pensar en cuidarse.
Unos spots que no sólo amplían la horquilla de los consumidores de este tipo de productos antioxidantes sino que lo rescatan de ese territorio habitado por cincuentones, sexagenarios y lo hacen con inteligencia, sin aspavientos, sin gritos, brillantina, o lucecitas. De hecho, salvo en el caso del Test número 23 los extractos elegidos, como en el caso de Parchís, no son los más reconocibles, algo que hemos de agradecer desde el punto de vista de espectadores que somos y a quienes volver a escuchar en cada bloque publicitario el Cumpleaños Feliz o Parchís, chis chis nos hubiera supuesto peores consecuencias para la salud que la oxidación de las células o su reproducción incontrolada.
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Sí que es cierto que la nostalgia vende. +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
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Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Los vídeos del beso de Iker Casillas a Sara Carbonero han sido lo más visto en YouTube en España en las últimas horas. Las visualizaciones no hacen más que aumentar -aunque Telecinco ya ha empezado a reclamar los derechos- y, aunque parezca mentira, no había pasado ni una hora desde ese momento que en la Red ya se encontraban varias versiones de esa secuencia. Internet mueve a masas y un contenido ya no se pierde en el directo: permanece. ¿Cómo puede un partido político o un candidato aspirar a tener un éxito similar?
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La copia de spots electorales, a veces porque están hechos por el mismo asesor en varios países o simplemente porque se cree que un buen anuncio en Reino Unido puede adaptarse a Grecia, es bastante común en marketing político. De hecho, en la exposición de spots electorales celebrada en Barcelona hace un par de años incluso se dedicó una sección a este tipo de casos.
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Así, ni cortos ni perezosos, en la Comunidad de Madrid han apostado por buscar, comparar y comprar aquellos buenos ejemplos de marketing en el sector público. Y en ello, el referente es Obama. El presidente norteamericano hizo de su “Yes we can” su grito de guerra. Su eslogan memorable. Resumió en tres palabras el espíritu de su campaña y consiguió con él movilizar a su electorado.
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