Washington.- Los republicanos, que hace tan sólo unos años alardeaban de tener una mayoría permanente en EE.UU., están sumidos en la peor crisis de las últimas décadas, enfrascados en reyertas internas y en un debate no resuelto de hacia dónde ir.
No falta quien señale que con Cheney y Bush en la Casa Blanca, el partido Republicano se alejó de principios básicos como el del reducido gasto federal que ha dominado la ideología conservadora durante más de tres décadas. EFE/Archivo
Para algunos, como Colin Powell, jefe de la diplomacia estadounidense durante el primer mandato de George W. Bush, los conservadores tienen que girar hacia el centro para detener su menguante influencia en la política del país.
"El partido se esta volviendo más y más pequeño y eso no es bueno" para EE.UU., dijo Powell la semana pasada en una conferencia en Washington, en la que arremetió contra el ala más derechista del Partido Republicano, que tiene en el comentarista radiofónico Rush Limbaugh a su máximo exponente.
La reciente deserción del senador republicano moderado de Pensilvania Arlen Specter, quien se pasó al bando demócrata tras aducir que no le quedaba más remedio que abandonar un partido radicalizado, daría la razón a argumentos como los de Powell.
Pero el núcleo duro del partido no da el brazo a torcer, como dejó claro el domingo pasado el ex vicepresidente Dick Cheney, que azuzó el avispero conservador al afirmar que si tuviera que elegir a un republicano optaría por Limbaugh y no por Colin Powell.
"No sabía que todavía fuera republicano", dijo de Powell, quien respaldó al demócrata Barack Obama durante la campaña electoral del año pasado que finalmente lo llevó a la presidencia.
Cheney, como otros "jerarcas" republicanos, apuestan por recuperar la pureza ideológica para volver a ganar elecciones.
Claro que no falta quien señale que fue precisamente con Cheney y Bush en la Casa Blanca que el grupo se alejó de principios básicos como el del reducido gasto federal que ha dominado la ideología conservadora durante más de tres décadas.
En medio de la confusión, surgen iniciativas de todo tipo y condición.
La última arrancó este mismo mes con el nombre de Consejo para una Nueva América, un proyecto liderado por el número dos de los republicanos en la Cámara de Representantes, el legislador de Virginia Eric Cantor.
Entre los promotores están también el ex gobernador de Florida Jeb Bush y el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, que abanderan un diálogo con ciudadanos de todo el país para tratar de reinventar la dañada marca republicana.
"Nuestro partido ha recibido unos buenos golpes en los últimos ciclos, nadie lo niega", afirmó Cantor durante el lanzamiento de la iniciativa el 2 de mayo, a lo que añadió: "Lo importante para nosotros es volver a conectar con la gente".
Bruce Gronbeck, profesor de la Universidad de Iowa, cree que eso es exactamente lo que tienen que hacer los conservadores.
"Necesitan volver a organizar el partido estado por estado y olvidarse un poco de Obama, porque con una popularidad de más del 60 por ciento no hay mucho que hacer en ese frente", dijo a Efe Gronbeck.
El experto recordó que, en gran medida, esa fue la apuesta del ex presidente del Partido Demócrata Howard Dean tras el batacazo electoral de 2004.
Dean lanzó entonces una estrategia para extender el dominio demócrata más allá de los bastiones tradicionales y trabajó con los líderes locales del partido en los 50 estados del país.
Para David Stebenne, de la Universidad de Ohio, los republicanos tienen dos grandes problemas: el primero es su desconexión con el electorado y, sobre todo, con influyentes minorías como los hispanos y el segundo, la falta de un líder carismático.
"Necesitan a otro Ronald Reagan, a otro Dwight Eisenhower", dijo a Efe Stebenne, quien añadió que si las políticas económicas de Obama funcionan la derecha se arriesga a pasar años y años en la sombra.
Thomas Schwartz, de la Universidad Vanderbilt (Tennessee), recuerda, de todos modos, que la búsqueda de la identidad perdida es común entre los derrotados.
La crisis de los demócratas en 2004 es buena prueba de ello.
El propio Obama insistió a finales de abril pasado que la política en Estados Unidos "cambia muy rápidamente".
"Creo que las cosas nunca son tan buenas ni tan malas como parecen", dijo en respuesta a una pregunta sobre la crisis de los republicanos.
Recordó que él mismo llegó a tener 30 puntos de desventaja en las elecciones primarias del estado Iowa, que inauguraron la carrera por la Casa Blanca en 2008 y en las que finalmente resultó ganador.
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