En la última entrada de su blog, Andrew Brown, responsable de asuntos religiosos en el diario británico 'The Guardian', escribía sobre fútbol y realizaba una aguda observación: "Un partidillo de fútbol entre musulmanes y cristianos en Berlín acabó recientemente con un empate sin goles. ¿Es éste el futuro del debate religioso?". En otra columna previa, este periodista y escritor intentaba responder a la siguiente cuestión: "¿Podemos construir una sociedad sin mitos?". Tal vez si Brown conociera en profundidad el fútbol español, y en concreto la actual situación del Real Madrid, podría haber encontrado de nuevo en el fútbol una respuesta a su planteamiento.
La gran esperanza blanca (otra vez).
Afrontar con entereza estos momentos difíciles para el madridismo, justo un par de días después de haber recibido una soberana paliza por parte del eterno rival, se erige como una labor demasiado terrenal, titánica e inalcanzable. Por este motivo, se hace más necesario que nunca la búsqueda de algún relato legendario que permita alejarse del angustioso presente, y los voceros blancos lo han encontrado en la persona de Florentino Pérez. Para cincelar su excelsa figura, para crear un ambiente propicio a su retorno, se aplica el siguiente manual de instrucciones:
Florentino Pérez se parece a la protagonista de Rebeca, la película de Hitchcock en la que el personaje central no aparece ni una sola vez en pantalla. Y es que, si bien Florentino Pérez no se ha pronunciado sobre su posible retorno y ha restringido sus apariciones en público, su nombre está en boca de todos y hasta se maneja una importante nómina de contactos que podrían recalar la próxima temporada en el club blanco: Cristiano Ronaldo, Kaká, Xabi Alonso, Cesc, Negredo, Ribery, Ancellotti, Wenger, Valdano...
Su única aparición se produjo, concretamente, en Marruecos, donde Florentino hizo una visita relámpago y se retrató junto a Zidane y Ronaldo, dos de los grandes abanderados del florentinismo. Aquella fotografía irritó y desencadenó una lastimosa reacción del entonces presidente, Ramón Calderón, quien se quejó, casi con lágrimas en los ojos, del oportunismo de su antecesor en el cargo.
Tampoco debería tomarse como una casualidad el hecho de que el anuncio de que el ex presidente se presenta a las elecciones (tal y como publican 'Marca' y 'As', haya llegado dos días después de la monumental derrota ante el Barcelona, con lo que su mensaje se percibe entre los aficionados como un bálsamo y una promesa de trascendencia. La campaña electoral muda y la meticulosidad con la que se gestiona el regreso de Pérez da cuenta de las maneras empresariales con las que el presidente irrumpió en su día en el club de Concha Espina.
Desde que el rostro de Florentino comenzó a adornar las portadas de los diarios deportivos y los hagiógrafos del ex presidente florecieron por doquier, estos se afanan en recordar los buenos momentos que protagonizaron los Figo, Raúl, Ronaldo y Zidane sobre el césped del Bernabéu. Del mismo modo, sus aduladores recuerdan el modo en que logró resucitar las maltrechas arcas madridistas con sus notables dotes mercadotécnicas. ¡Hasta hay quien ha arrancado de la tumba el término 'galáctico' y lo ha llevado a la portada de los diarios!
Pérez se vio obligado a presentar la dimisión debido a la mala situación deportiva que atravesaba el equipo, por lo que su salida del club se produjo por la puerta de atrás.
Pero todas las páginas de exacerbación del legado florentinista suelen minimizar algunos hechos, como el de que durante los seis años de su presidencia el equipo vivió su travesía en el desierto más larga: tres años sin conquistar un solo título. Del mismo modo, la época del constructor al frente del Madrid se cerró con el mismo número de Ligas que en los tres años de Calderón: dos trofeos. Por último, el vestuario blanco se convirtió en algo ingobernable por obra y gracia de un desorden 'galáctico', más cabaretero que futbolístico, como simboliza a la perfección la precipitada estampida de José Antonio Camacho del banquillo.
Otro que encontró incomprensibles problemas en el banquillo blanco fue Vicente del Bosque, quien a pesar de su brillante currículo (dos Ligas, dos Ligas de Campeones y una Intercontinental), no consiguió renovar. Su sustituto fue el dócil Carlos Queiroz, quien sólo levantó una Supercopa de España. A éste le siguieron con absoluta modestia Luxemburgo, López Caro y García Remón. A la larga, Pérez acabó reconociendo que uno de sus mayores errores fue la destitución del actual seleccionador español, Vicente del Bosque.
Otro dato que las biografías de Pérez omiten es el hecho de que se vio obligado a presentar la dimisión debido a la mala situación deportiva que atravesaba el equipo, por lo que su salida del club se produjo por la puerta de atrás.
Desde luego, desde el punto de vista futbolístico sería interesante comparar las fuerzas del actual Barcelona, un equipo de toque, que gusta de triangular y amasar la pelota, con un Real Madrid capaz de reunir las virtudes que podían encontrarse en el Madrid de Florentino, con increíbles destellos individuales y un afilado juego en profundidad. Y es que, si hay algún motivo para añorar a Florentino es que supo imprimir cierta personalidad al Madrid —fallida, eso sí—, algo de lo que han sido absolutamente incapaces sus sucesores.
Todo apunta a que Florentino Pérez será el próximo presidente del Real Madrid tras las elecciones del próximo 14 de junio. En su mano está repetir o evitar los errores cometidos durante su anterior gestión, aunque todo el mundo parece de acuerdo en ofrecerle una nueva oportunidad para intentarlo. Y es que el fútbol, como hace la religión y al contrario de lo que sucede en la vida real, parece conceder segundas oportunidades. "El fútbol se ha convertido en el modo en el que la gente cuenta historias sobre la pérdida, la derrota, la fugacidad, temas que antes pertenecieron a la religión", dice en una de sus columnas Andrew Brown. Tal vez no anduviera del todo desencaminado el aséptico Emilio Butragueño cuando definió a Florentino Pérez como "un ser superior".
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