Chicos, aprended a poner cachonda a vuestra novia

No se sabe qué fue antes, si la articulista, la directora de cine porno, la autora de cómics o la escritora, el caso es que ahora Sandra Uve (Barcelona, 1972) es todo eso y mucho más, y nos acaba de ofrecer su última obra, el libro Ponme la mano aquí, publicado por Aguilar que pretende ser una guía de referencia sexual moderna para mujeres. Y para que los hombres le echen un vistazo por encima del hombro.

Ponme la mano aquí es un libro que está escrito de una forma innovadora. La narradora es Ro, alter ego de la autora que nos mostrará en distintos capítulos sus distintas impresiones sobre el sexo y demostrará que las mujeres de hoy en día están completamente emancipadas en cuestiones sexuales. O por lo menos, intentará demostrarlo.

En esta «Odisea sideral, psicosexual y femenina» nos hablará de lo que les gusta masturbarse, de que ellas también ven porno, de que coleccionan consoladores o del bajón que les da un tío con calcetines blancos…

La narración no tiene una estructura muy clara, por lo que el paso de un capítulo a otro no queda muy claro a qué obedece, aunque uno de los aciertos es el incluir, a modo de epilogo, una sesión de Chat de varias amigas de la protagonista hablando sobre los temas debatidos en ese mismo capítulo y donde se nos muestra cómo son las conversaciones de las chicas hablando de sexo cuando nadie las «escucha».

Y aquí es donde radica uno de los problemas importantes del libro, la balanza entre lo positivo y lo negativo está demasiado equilibrada, inclinándose hacía un lado o hacia otro con demasiada facilidad.

En contra encontramos un tono demasiado condescendiente, casi paternalista, pareciendo que a veces se dirige a gente que no ha estado con una mujer en su vida. La protagonista se erige en voz única de las féminas, y cada frase que dicta sienta cátedra, comenzando con: A las mujeres nos gusta…

Yo supongo que debería ser: A algunas mujeres nos gusta...

Por último, y esto no depende de la autora sino de la editorial y es un error imperdonable, es que el papel utilizado hace que se transparenten todas las ilustraciones, lo que nos lleva a lo positivo, pues las ilustraciones de Sandra Uve le dan un toque curioso, moderno y a la vez elegante al libro, pero que, repito, han sido violadas por la edición.

Y pongo en la parte positiva de la balanza lo que ponía en la negativa, y es que quizás haya algunos machos tan zoquetes que haya que hablarles en un tono tan indulgente a veces como el que utiliza la protagonista para que se enteren de algo.

Y también es de agradecer que se aborde el tema desde una perspectiva valiente y desenfadada, y sobre todo sin pudor, con ese toque naif que quizás acerque el tema de las guías sexuales a un público al que no había llegado todavía.

* Ricardo Mena es nuestro experto en cómics.