Los SMS millonarios dejan a Cofidis y sus amigos en el paro

En esta época de crisis, los anuncios de Cofidis y empresas semejantes han dejado paso a los comerciales que invitan a ganar millones de euros con tan solo mandar un mensaje de texto. Dos estrategias para conseguir dinero fácil que las agencias de publicidad desarrollan con esa mezcla entre profesionalidad y no cuestionarse para quién trabajan.

Hace apenas un año los bloques publicitarios estaban infestados de anuncios de usureros sospechosos y otros avalados por los grandes bancos pero igual de usureros, dispuestos a prestarnos hasta un millón de pesetas de las viejas, sin preguntarnos nada. Como las ratas, han desaparecido.

Esos anuncios de la usura que en la letra pequeña informaban de tipos de interés del 20%, nos escandalizaron al principio, pero pronto nos acostumbramos a verlos salpicando la programación. Hasta los bancos más respetables se subieron al carro y los famosos más populares prestaron su imagen. Desde Carlos Sobera con su comodín de la llamada hasta Antonio Alcántara, ese que se parece tanto a Imanol Arias.

Nadie debe estar echándoles de menos; acaso las televisiones, que hay que suponer que esos anuncios les llenaban la publiparrilla de las mañanas y sus buenos ingresos les dejarían. A lo mejor, cuando acaben con su particular guerra contra las marcas blancas se animan y hacen otra campaña pidiendo que vuelvan los anuncios de Cofidis.

Lo cierto es que no está nada claro qué ha sustituido a los promocionales del crédito fácil pero se nos ocurre que ahora su "función social" se cubre con una nueva modalidad de publibasura: los "gane usted tropocientos mil euros mandando un SMS" son la plaga de estos tiempos. Invitaciones a superar las dificultades económicas mandando un SMS que curiosamente siempre acaban siendo más. Unos anuncios surgidos de las agencias más importantes, como el caso de este de Vodafone, creado por Tapsa, como en el pasado surgieron los de los créditos fáciles. Sin una duda, sin un problema de tipo moral o ético, con toda profesionalidad.

Las campañas que especulan con una recompensa incierta para paliar la desesperanza de las desgracias es una fórmula que lleva siglos funcionando, ahí están las religiones para corroborarlo. Y la televisión, que es la religión de nuestro tiempo, no podía dejar pasar la oportunidad.

Ahora, sin que nos hayamos dado cuenta, los prestamistas express han desaparecido… ¿acaso no serán los mismos que hoy ofrecen la felicidad por un SMS?