OSLO (NORUEGA).- Imagínate la Casa de Campo de Madrid llena de nieve. De un metro de nieve. ¿Irías a correr o a montar en bici el fin de semana? Difícilmente. Lo que más apetecería es coger unos esquíes y practicar esquí de fondo o nórdico, aunque en España este deporte no es tan común. Esta opción, en cambio, está al alcance de cualquiera en la capital noruega.
Para empezar, el metro tiene parada en el mismo inicio de las pistas. Los alrededores de la ciudad cuentan con más de 2.600 kilómetros de pistas, 90 de ellos iluminados, ya que en el invierno de Escandinavia escasea de luz natural. La nieve no falta, pues este último ha sido el invierno con más precipitaciones de los últimos 20 años. Después de un amago de primavera, el polvo blanco ha vuelto a visitarnos. Los que tenemos casa tenemos los brazos ya machacados de quitar nieve para sacar el coche del garaje. En España este sería "el peor invierno en 20 años". El amante del esquí de fondo usaría un adjetivo bien diferente.
Uno de los lugares por excelencia para 'domingueros' en Oslo se llama Sognsvann, con la parada del metro del mismo nombre. Sognsvann es un lago a las afueras de Oslo que en verano es un lugar ideal para bañarse y hacer barbacoas, y en invierno, idílico para esquiar. Todos los aficionados al esquí de fondo cargan sus esquís al hombro, las diferentes ceras para untar las tablas en la riñonera y el abono de transportes para coger el metro. Parecería un lunes en hora punta si no fuera porque, si no te andas con buenos ojos, algún paisano te puede clavar sus palos. Apretados hasta la última parada. Allí, tan sólo caminas 50 metros, y ya estás en la pista. El paseo es apto para novatos, pues no cuenta con grandes desniveles. El recorrido recomendado suma un total de 13 kilómetros: la ida y vuelta hasta una 'hytte' (cabaña), Ulevålseter, que ofrece la oportunidad de tomar un chocolate caliente para recuperar fuerzas de la paliza y, si hay suerte, poder tomar el sol que, mezclado con la nieve, es la mejor combinación para ponerse moreno.
Al principio del recorrido, se pasea a orillas de un lago, donde los más valientes también utilizan de pista de esquí. Carteles colgados en los árboles informan de que el hielo tiene un grosor considerable que permite el esquí, pero yo no me fío. Y menos ya a estas alturas, después de varias semanas con grados sobre cero. Niños, jóvenes y viejos dominan por igual este deporte. Mi experiencia personal me llevó a una situación curiosa a la par que humillante. Me llevé por delante a una madre con su hijo de unos tres años, y el mocoso me pregunta en un perfecto noruego: «¿Pero tú nos has ido a la escuela de esquí?». Aparte de este pequeño infortunio, este es un recorrido que permite disfrutar de paisajes de ensueño. Y árboles, muchos árboles. Tanta naturaleza, que resulta curioso pensar que estemos a tan solo cinco minutos de una parada de metro de una capital europea.
Él también hace esquí de fondo.
Pero Oslo ofrece al amante de la nieve otras opciones para disfrutar hasta la Semana Santa, donde se cierra la temporada de esquí. El transporte público también nos acercan a Tryvann, el centro de esquí alpino, situado tan sólo a 20 km del centro de Oslo y que dispone de cuatro cuestas con 14 pistas, seis teleféricos, 'halfpipe' y terreno para snowboard. Este centro también es conocido por acoger el festival de música con el mismo nombre, el mayor punto de encuentro de los Russ, los estudiantes de último año de bachiller que celebran su graduación a lo grande durante los meses de abril y mayo.
La línea de metro también permite gozar de una experiencia en la nieve para los completos negados en materia de esquí: los trineos. La pista más popular se llama Korketrekkeren, el sacacorchos, que da una idea de la forma del circuito que se va a hacer. El metropolitano nos lleva a la parte alta del recorrido, donde se puede alquilar trineo si no tienes. Y no hay que hacer mucho más. Sólo sentarse y dejar que la gravedad haga el resto. Al llegar al final, se vuelve a tomar el metro y vuelta a empezar. Y si el bonobús ya se nos ha agotado, siempre queda la opción de patinar sobre hielo, que la pista es gratis, y está en pleno centro de Oslo.
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