Oreja por coleta, y toros muy colaboradores

Valencia.-  Una oreja cada uno cortaron los tres espadas que hicieron hoy el paseíllo en Valencia -Manuel Díaz "El Cordobés", Rivera Ordóñez y César Jiménez- en una corrida de toros muy colaboradores.

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(EFE)

El diestro Manuel Díaz "El Cordobés", recibe de rodillas a su primer astado "Murguisto", durante la corrida de toros de la Feria de Fallas celebrada esta tarde en Valencia en la que compartió cartel con César Jiménez y Francisco Rivera Ordóñez, y se lidiaron reses de Manolo González y González Sánchez-Dalp.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Manolo González -primero y segundo con el hierro de González Sánchez Dalp, y el tercero de "Jarrama", todos del mismo encaste y casa ganadera-, desiguales de presencia, bajitos de raza, pero nobles y de buen juego. Destacaron primero, cuarto y quinto. El segundo se paró por lo que le zurraron en el caballo; y tercero y sexto, también muy toreables.

Manuel Díaz "El Cordobés": dos pinchazos y estocada (silencio tras un aviso); y estocada (una oreja tras un aviso).

Francisco Rivera Ordóñez: estocada desprendida con vómito (ovación tras petición); y estocada desprendida de efecto rápido (una oreja con petición de la segunda).

César Jiménez: estocada trasera y descabello (ovación tras escasa petición y un aviso); y estocada casi entera y descabello (una oreja tras un aviso).

La plaza se llenó en tarde agradable.

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EL TIRÓN DE LO POPULAR

Llegaron los mediáticos, y bien que se ha notado en la taquilla y en el ruedo. El entradón de hoy es buena muestra. Ni que hubiera toreado Miguel Ángel Perera, triunfador indiscutible de la temporada pasada, que por cierto no ha sido contratado para las "Fallas" de este año.

"El Cordobés" y Rivera mandan en las plazas menores, pero también en Valencia con categoría "de primera" arrastran legión de partidarios. Es tremendo el tirón popular de ambos, sin duda por la influencia de los medios de comunicación especializados en "lo del corazón", que al fin y al cabo es donde los dos vienen siendo noticia un día si y otro también.

La polémica por la medalla de Bellas Artes a Francisco Rivera ha venido a alimentar todavía más el morbo por verle. El brindis en la víspera de su hermano Cayetano, sin duda su principal aliado, avisaba de la cantidad de gente que está con ellos.

Y del afecto personal a los reconocimientos exagerados de los méritos en el ruedo, no hay diferencia. A Rivera se le aplaude todo, que para eso el hombre plantea sus actuaciones sobre los "efectos especiales", como mejor manera de llegar al triunfo.

No pudo ser en el primero de su lote, en el que debió adivinar algo raro para dar órdenes a su picador de que lo masacrara en varas. No hubo toro para la muleta, y en consecuencia ninguna posibilidad de faena.

En el que hizo quinto estuvo más confiado. Hubiera sido imperdonable desaprovechar la ocasión de un gran toro. Rivera, con aparentes arrestos, le hizo de todo, con más o menos soltura, poco acierto y escasa brillantez.

Después del saludo capotero en el que destacaron dos largas cambiadas, blandeó el toro en varas y tomó Rivera las banderillas para dejar tres pares solamente discretos pero muy jaleados.

Muletazos de rodillas al inicio de faena, por arriba. Y de pie una sucesión de pases de todas las marcas, sin embraguetarse y con el toro a su aire. Toreo profuso, que no profundo, ni mínimamente estético.

Aunque a ver quién le lleva la contraria a la masa, que tras el espadazo de efecto fulminante puso la plaza de blanco. El presidente atendió la petición mayoritaria, y sobre todo ruidosa, pero guardándose el segundo pañuelo que hubiera significado doble trofeo.

Al "Cordobés" le tocó un primer toro muy justo de todo, sin embargo, con clase y temple para que el hombre pudiera mostrar la cara buena de su toreo, dos tandas por el lado derecho de trazo firme y sentido, y una también al natural parsimoniosa y de mucha estética. Pero donde aquello "rompió" de verdad fue en los saltos de la rana finales. Por no matar bien perdió una oreja.

El quinto fue un toro feo y basto, largo y alto, "un armario" que se dice en la jerga. Sorprendentemente, pese a esas hechuras, embistió por derecho. "El Cordobés" se gustó en la primera parte del trasteo antes de echar mano de "lo otro". Otra vez su carisma al acortar distancias para prodigarse en multitud de alardes. Toreo sincero y muy comunicativo. Estocada certera y oreja al canto.

El estatus de César Jiménez no está ni mucho menos identificado con el que define la carrera de sus compañeros, como lo demuestra esa inquietud constante por respetar los cánones de la ortodoxia en todas sus intervenciones. No es mala cosa lo del clasicismo, pero tampoco estaría de más "despeinarse" en ciertos momentos. Pues no pasó de la fineza y la elegancia en el planteamiento de su primera faena, centrada en las simples apariencias.

En el sexto dejó más poso. Muletazos limpios y más reunido con el toro. El toreo fundamental aquí valió bastante. Y como hubo también diversión en el fin de fiesta a base de adornos muy a modo, tras la estocada y el descabello a la primera, cortó también una oreja.