Un chileno hace realidad su sueño de trabajar en el circo Ringling

Nueva York.-  Aunque el entrenador chileno Tabayara Maluenda sabe que entrar a una jaula con nueve tigres durante su espectáculo con el "Ringling Bros." puede costarle la vida, asegura que ocupar el lugar de su ídolo en ese circo "es un sueño hecho realidad".

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(EFE)

Tabayara Maluenda hace un número especial con uno de los tigres del circo Ringling .

Maluenda, la sexta generación de una familia dedicada al circo por parte de su madre y la cuarta por parte de su padre, es desde hace cinco años el primer entrenador latino del centenario circo estadounidense "Ringling Bros. and Barnum and Bailey".

"Llegar al Ringling es un sueño hecho realidad. Yo tengo un héroe dentro del circo de la misma manera que los futbolistas tienen uno. El mío se llama Gunther Gebel-Williams, que fue el domador de esta empresa durante treinta años. El hizo grande el arte de los animales, hizo grande a este circo, más de lo que es", señaló a Efe Maluenda, entrenador de los tigres, caballos y cebras.

"Llegar a este circo y trabajar en la misma pista donde trabajó mi ídolo, el primer día salí llorando y le dije a Dios 'si me quieres llevar ahora llévame, yo estoy feliz'", recordó Maluenda, uno de 32 latinos -de un total de 97 artistas y nueve músicos- que trabajan para el Ringling Bros, que el próximo 26 de marzo llegará al Madison Square Garden de Nueva York.

Los artistas proceden de Chile, México, Brasil, Colombia, Perú, China, Rusia, Rumanía, Escocia, Sudáfrica y Suiza.

El chileno tiene uno de los espectáculos más arriesgados ya que se enfrenta a nueve tigres, que pesan un mínimo de 600 libras (272 kilos), a los que ordena sentar, dar vueltas e incluso besa a uno de ellos, pero, asegura, su principal preocupación es que el público disfrute.

"La adrenalina que tienes ahí es la de entregarles lo mejor posible a las personas, no porque hayan pagado su dinero, sino que vean algo profesional", comentó y aseguró que no teme que algún tigre lo ataque porque "tengo un guardaespalda que me cuida las 24 horas del día, que es Jesucristo".

"Mientras no cometa una estupidez y no me crea superior a los animales, mientras los respete vamos a trabajar muy bien" señaló, aunque asegura que es consciente de que "cada función entro a la jaula de los tigres pero no sé si voy a salir o cómo voy a salir".

Maluenda, a quien todos llaman "Taba", y que habla con pasión de su oficio, aseguró que los tigres se entrenan "con paciencia, dedicación, además de tener la vocación, el amor, como para cualquier profesión".

"Al principio me daba miedo pero luego el miedo se convierte en respeto porque nunca puedes hacer nada con miedo, eso es importante. Los años te dan esa experiencia. Además, estos no son animales sacados de la selva, sino cuarta o quinta generación nacidos en cautiverio", afirmó Maluenda, quien a los 15 años entró por primera vez a una jaula con cuatro tigres, siguiendo así los pasos de su abuelo.

Un día la persona que hacía el espectáculo -para el circo de la familia mexicana Gasca con la que trabajaba en ese momento- no estuvo en condiciones, oportunidad que aprovechó para probar que podía hacerlo ya que observaba atentamente las prácticas.

"Yo me sabía la rutina, los nombres de los animales como una cámara fotográfica. Desde ese día pasé a ser el jefe de todo el compartimiento de animales y a ser el entrenador de tigres, caballos y elefantes con 15 años" así como de un grupo de empleados, afirmó el entrenador, cuya familia es propietaria de un circo en Chile.

Sin embargo, no ha sido siempre entrenador de animales. A los 13 años, cuando tuvo que dejar la escuela por problemas económicos, comenzó a trabajar como acróbata en el mismo circo que lo hacían sus padres.

"Mi madre era acróbata y mi padre trapecista", comentó y recordó que su progenitora no quería que fuera entrenador y le ocurriera lo mismo que a su abuelo, que murió como resultado del ataque de un tigre.

Luego de unos 20 años con el circo Gasca, durante los cuales conoció a su esposa Lucenir, que no tenía que ver con el circo, Maluenda aceptó entrenar a 29 tigres en Orlando (Miami) que pertenecían a un mexicano.

Un día, acudió a ver el espectáculo de los Ringling Bros y su vida cambió porque, tras tomarse una foto con el dueño, éste se interesó en saber quién era porque no lo reconocía entre sus empleados.

Para su sorpresa, éste había escuchado hablar de él y tras ver lo que podía hacer con los animales, pasó a ser parte del Ringling Bros.