Superhéroes y hombres lobos

Robert Kirkman apareció hace unos años como un guionista joven y prometedor, al que el adjetivo que más se le adjudicaba era el de fresco. Con series como 'Invencible', fue mostrando poco a poco que tenía un conocimiento del mundo de los superhéroes muy sólido, con unas ideas realmente interesantes e innovadoras, y demostró que todavía se podían decir muchas cosas en un genero que parecía que cada vez estaba más seco de ideas.

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De joven promesa pasó a codearse con guionistas consagrados, hasta que llegó 'Los Muertos Vivientes', que supuso su espaldarazo definitivo y su pase de entrada a las grandes editoriales. A partir de ahí ha ido compaginando trabajos independientes y personajes de su propiedad con personajes franquicia como Spiderman, La Patrulla X, entre otros, e incluso ha pasado a ser miembro de Image. Es ahora mismo la gran 'esperanza blanca' del cómic americano.

Publicado por Planeta DeAgostini, la historia de 'El asombroso Hombre Lobo' comienza cuando un hombre de negocios, tras un 'accidente' en un bosque, de repente se da cuenta de que se ha convertido en un hombre lobo... Sin saber qué hacer, sólo encontrará un camino cuando aparezca un vampiro a ayudarle, pero no están nada claro los propósitos que tiene este vampiro.

Mientras tanto, nuestro protagonista ha decidido que va a utilizar sus poderes para hacer el bien, pero ¿qué pasa la primera noche de luna llena, cuando pierde por completo el control y se convierte en una bestia sedienta de sangre?

'El asombroso Hombre Lobo' no es uno de los mejores tebeos de Kirkman, pero no por eso deja de ser un muy buen tebeo, que mezcla a los superhéroes con uno de los grandes mitos del terror, y lo hace de la mejor manera que sabe, mostrando un gran respeto por el género y añadiendo su toque personal, pequeñas ideas, originales, que van germinando poco a poco, que te van enganchando, y que te harán devorar sus páginas deseando que aparezca el siguiente número.

Su gran valor, desde luego, es que no hay blancos y negros, sino que los protagonistas se ven obligados a moverse en unas escalas de grises muy amplias, con una línea entre el bien y el mal que nunca se ve muy clara, por lo que están constantemente cruzándola.

* Ricardo Mena es nuestro experto en cómics.