Un carnaval de 40 días al ritmo del candombe

MONTEVIDEO (URUGUAY).-  ¿Te imaginas 40 días de fiesta, música, baile y teatro en las calles? Eso es lo que ofrece el Carnaval de Montevideo durante el mes de febrero y marzo, cuando la ciudad se convierte en un gran escenario.

Majo Siscar

Y es que a diferencia de otros carnavales, la fiesta uruguaya no se limita a los desfiles de pluma y brillantina, sino que abarca un abanico de géneros, fruto del mestizaje de las costumbres que los emigrantes y los esclavos trajeron en sus maletas.


Así pues, el candombe y las murgas son las expresiones artísticas autóctonas más representativas del carnaval más largo del mundo.

El grito festivo de los esclavos

El candombe es un ritmo musical generado por un grupo de tamborileros que tocan el piano, el chico y el repique. Al compás de estos tambores se despliega una serie de símbolos que evocan la época de la esclavitud, cuando los africanos que habían llegado forzados a Uruguay recreaban su música y danzas originarias para rememorar su libertad y ofrendar sus rituales a sus mitos tradicionales, los Reyes Congo. Por eso, además de las agrupaciones de percusión, las comparsas del candombe cuentan con personajes destacados dentro de la cosmovisión africana como la mamá vieja —que representa la matrona de la tribu— o la negra que se encarga de la crianza de los hijos de los blancos.

Estas comparsas se esparcen por toda la ciudad y en las últimas décadas se extendieron a todos los sectores de la población.

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M. S.

Aunque durante los 40 días de carnaval animan sus respectivos barrios con pasacalles barriales –los corsos–, el desfile más atractivo es el de las Llamadas, que transcurre durante dos días consecutivos en los barrios del Sur y Palermo, donde viven tradicionalmente los negros. En él participan 48 comparsas que aglutinan a unas 6.000 personas y asisten muchos miles más.

Para Ana Ribero, una de las vedettes más veteranas del candombe montevideano, salir en las Llamadas es impresionante, porque "hay algo que te prende, sentís los tambores vibrar, te sube la adrenalina al ver cómo animás a la gente que no deja de alentarte". Daniel Frogoni, ex portador de banderas, describe la sensación de desfilar como "un jugador de futbol que entra a la cancha llena para empezar un partido decisivo".

Pero a diferencia de los futbolistas o de sus vecinos brasileños de la Escola de Samba, ninguno de los integrantes del candombe puede vivir de eso, sino que más bien se trata de un trabajo permanente y colectivo en los barrios, vendiendo rifas, organizando eventos o buscando cualquier otra manera de financiarse los atuendos y desplazamientos. Es de esta manera que el candombe ha perdurado más de 200 años y sigue reproduciéndose como parte de la identidad colectiva y popular de los uruguayos.

La protesta criolla

Y si el candombe es el grito festivo de los esclavos contra sus señores, la murga es la protesta criolla contra las injusticias que les rodean. De claras influencias europeas, la murga uruguaya se inspira en las chirigotas gaditanas y asimila personajes del Carnaval de Venecia y la Comedia del Arte como símbolos distintivos.

Cada banda la componen hasta 17 hombres disfrazados que cantan, al ritmo de bombo, platillos y redoblante, su crítica sobre la realidad, de una manera satírica y humorística. Esta visión social ha convertido a la murga en verdaderas crónicas de la realidad nacional e internacional en los últimos 100 años.

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M. S.

Su escenario tradicional es el tablado barrial, todo un modelo de trabajo comunitario, pues son los propios vecinos quienes lo construyen y lo adornan. En este tablado actúan también otras categorías de agrupaciones menores: humoristas, parodistas, y revistas, así como adaptaciones del candombe para el escenario.

Aunque cada vez quedan menos tablados y la mayoría se gestionan empresarialmente, estas plataformas diferencian el carnaval uruguayo del resto y lo caracterizan como un gran festival de teatro al aire libre. Según datos oficiales más de 800.000 personas asisten a algún espectáculo en cada temporada, superando la cuota de asistencia anual de los partidos de fútbol.

Así que nada mejor para contrarrestar el frío febrero ibérico que una escapada al cálido carnaval de Montevideo, que además transcurre a pocos metros de la playa.