Nikka suena negra, sucia, soulera y muy, muy funky

Los que tenemos ya una edad recordamos en 1981 a una tímida niña que no llegaba a los diez años cantando en tv aferrada a un micrófono una versión del 'On my own' de la película 'Fama', con su papá detrás tocando la guitarra. Esa niña que revolucionó la música y vendió millones de discos en Europa y Sudamérica —el single no llegó a publicarse en Estados Unidos aún siendo ella americana y ni siquiera se grabó en su país, sino en Italia— se llamaba Nikka Costa, hija de Don Costa, creador de los más importantes discos de Frank Sinatra en la época de sus grabaciones para Reprise. Suyos son los arreglos y la dirección orquestal en la grabación de 'My way', por ejemplo.

La niña creció y se olvidó de su carrera musical hasta 1996, cuando intentó un retorno con un disco que sólo se publicó en Australia. O el mercado americano se le resistía, o no la consideraban interesante, o ella pasaba ampliamente del tema. Hasta hace siete años, reconvertida en mujer fatal de pelo rojizo y ombligo al aire, no apareció un disco suyo en su país. Este era 'Everybody got their something' y su single, 'Like a feather' estaba a todas horas sonando como banda sonora de un anuncio del universo pijo americano por excelencia, Tommy Hilfiger.

El apoyo de Lenny Kravitz en su siguiente disco tocando como músico invitado y llevándosela de gira como telonera, hizo que Nikka estuviera en boca de todos. Funky, rock, música de baile y todos los juegos vocales posibles hechos con su garganta componían hasta ahora el repertorio de Nikka Costa, a medio camino entre Kravitz y Prince.

A finales del pasado año, Nikka Costa firmó contrato con un nuevo sello. Abandonaba Virgin para irse a… ¡Stax records! Una de las discográficas míticas de música negra. Es cierto que ya nada es lo que era y que este tipo de sellos especializados en música negra y abanderados de antiguas revoluciones musicales, están estancados en un continuo 'día de la marmota', viviendo de su fondo de catálogo y prestigio de décadas pasadas, mientras se hallan sumergidos en la actualidad en un caos de ideología y estilo del que no saben muy bien cómo salir. Así que, a estas alturas de la película, que alguien firme por Stax tampoco es que signifique nada, pero siempre hay que agarrarse a la esperanza del 'y si…' Y sí, Nikka Costa no ha defraudado.

'Pebble to a pearl' es el primer disco de Nikka Costa que aparece bajo el mítico sello discográfico que tenía unos dedos chasqueando a modo de logotipo, como referente al buen soul y música de baile que nos vamos a encontrar en sus surcos.

Por lo pronto el disco comienza con una percusión y una pandereta que suenan escapados de un disco negro de los años 50, un piano con sonido de tugurio de luz roja y mucho humo y un órgano Hammond. Así empieza 'Stuck on you', la canción que abre 'Pebble to a pearl'. Cuando aún no te ha dado tiempo a recuperarte de la impresión, entra la voz de Nikka Costa seguida por coros negroides. La propia Nikka suena negra, sucia, soulera y muy, muy funky.

El disco suena a noches interminables de bebida y baile en los garitos menos recomendables de la ciudad. A Nikka Costa poseída por el espíritu negro tanto en voz como en actitud. A película serie B de blacksploitation y a muchas, muchas ganas de bailar. Si te pusieran el disco y te dijeran que es una grabación inédita grabada en los 70 por la mujer de Miles Davis, Betty, te lo creerías.

'Can’t please everybody' es un trallazo sesentero donde su voz llega a tener requiebros de Janis Joplin. Hay mucho de música negra pero también de rock setentero, pata elefante, boas de plumas, pamelas enormes y chalecos de terciopelo. Nikka Costa convertida en una foxy lady. En ocasiones este nuevo disco puede recordar a los intentos fallidos de Joss Stone o Anastacia de convertirse en unas divas soul, pero no. Mientras las otras no terminan de convencer cuando cantan, Nikka Costa suena negra de verdad y, sobre todo en las piezas más funkys como la que da título al disco, suena a sudor y a sexo. Un buen ejemplo es 'Keep wanting more' o como sonar al Prince de 'Dirty mind' sin despeinarte un solo rizo de la melena.

Quizá su punto débil sean las baladas del disco. No se puede llegar a todoy el disco se pierde un poco en la producción y las canciones. Quedan muy bien como baladitas para sonar en M80 pero poco más. Aún así, 'Pebble to a Pearl' —¿un guiño quizá a Janis Joplin en el título?— es un mucho más que decente disco para comenzar una fructífera carrera como diva blanca del soul y el funk y las guitarras juguetonas de 'Cry baby' que tanto recuerdan a Sly and the Family Stone, es una buena prueba de ello.