Más de 46 millones de personas sin cobertura médica esperan el milagro de la anunciada reforma del sistema sanitario estadounidense. Obama tendrá que emprender un prodigio similar a la de los panes y los peces si quiere ampliar la deficiente cobertura médica de un país que, aunque es el más rico del mundo, tiene unos indicadores de salud que dejan mucho que desear. Para acometer tal tarea titánica, el equipo de Obama se ha fijado en el modelo sanitario español. ¿Qué le interesa de nuestro sistema? Según Pablo Rivero, director general de Calidad del Ministerio de Sanidad y Consumo y participante en reuniones con funcionarios estadounidenses, básicamente tres puntos: la eficiencia económica, la atención primaria y la tecnologización de los archivos clínicos.
Hay que acabar con el Doctor Fleischman.
El interés del equipo de Obama por la sanidad española se ha materializado en un puñado de contactos entre representantes españoles y americanos que han tenido lugar en los últimos meses. Todo empezó en junio cuando el ministro Bernard Soria viajó a Nueva York a la Asamblea de la ONU sobre el sida. Sociedades científicas invitaron a funcionarios españoles a acudir a la reunión anual de la Patient-Centered Primary Care Collaborative, un foro con 30 agrupaciones médicas del país que representan a más de 300.000 profesionales y gestores sanitarios estadounidenses.
Aprovechando la visita, Soria se reunió con Thomas Miller y Nicole Lurie, los asesores de McCain y Obama respectivamente en Washington. Sobre la mesa, la cuestión de la eficiencia económica fue una de las claves de este encuentro. Y es que las cifras mandan: Estados Unidos gasta tres veces más que España por paciente al año y, aún así, se deja a fuera a millones de personas que no disponen de seguro sanitario ni pueden costearse la atención básica. Y ni siquiera la posesión de una de estas pólizas garantiza el acceso a una cartera de servicios tan amplia como la de algunos de los sistemas sanitarios europeos.
Más tarde, los contactos han continuado en un encuentro en Providence, Rhode Island (ya con Obama presidente), donde Rivero se reunió con directivos del sector sanitario público y privado. Además de lo meramente económico, las entrevistas se centraron en otro punto fundamental: "Están muy atentos a a recibir información y asesoramiento desde España en lo relativo al modelo de atención primaria", afirma. ¿La explicación? "Algo tan normal para nosotros como los centros de salud de los barrios, que se calcula que resuelven alrededor del 70 por ciento de los problemas sanitarios de los españoles, es algo inconcebible en Estados Unidos", indica.
El paradigma de la atención primaria del otro lado del Atlántico son los llamados family doctors. El ejemplo perfecto del modelo sería Joel Fleischman, el médico judío neoyorquino que en la serie televisiva 'Doctor en Alaska' se trasladaba al pequeño y remoto pueblo de Cicely, en Alaska, donde se veía acostumbrado a lidiar con sus extravagantes habitantes, entre los que se encontraba su secretaria Marilyn, una india nativa norteamericana. "Trabajan aislados, abren sus oficinas asumiendo sus propios costes y no tienen conexión con el exterior, ni acceso al historial clínico, ni a las tecnologías necesarias", indica Rivero. De esta manera, "gran parte de la población concentra su atención sanitaria en los hospitales, lo que supone un gasto mucho mayor que hacerlo en los centros de salud como los españoles", indica.
En definitiva, a los estadounidenses les interesa todo lo que pueda dar cohesión y coherencia interna a su complejo sistema. En este sentido, un tercer eje en el que se ha interesado directivos del sistema sanitario es en la introducción de tecnologías para la digitalización de los historiales clínicos. Ésta ha sido una de las principales prioridades del Gobierno español, que ha hecho de su programa Sanidad en línea uno de sus principales caballos de batalla en política sanitaria. El objetivo del Ministerio es que, para 2010, un médico pueda consultar el historial digital de cualquier paciente, independientemente de la comunidad en la que viva. Mientras, la digitalización en Estados Unidos aún sigue en pañales.
Obama ha empezado fuerte con la reforma del sistema sanitario. Una de las primeras medidas que ha tomado como presidente ha sido firmar una ley que amplia el Programa de Seguro Sanitario Infantil Estatal (SCHIP en inglés) con el que pretende expandir la atención sanitaria a 3,5 millones de niños que carecen de ella. Ya durante el Gobierno de George W. Bush los demócratas trataron impulsar desde el Congreso dos reformas en este sentido, que fueron vetadas por el presidente por considerar que implicarían un aumento de los impuestos y que desincentivarían a las empresas privadas a invertir en el sector. El objetivo de Obama ahora es alcanzar la tan deseada (y lejana) cobertura universal.
Sin embargo, a pesar de este primer gesto, Obama ya ha tenido que encajar un fuerte revés en su política sanitaria. El ex senador Tom Daschle, que había sido designado por el presidente como secretario de Sanidad, renunció a su cargo sin casi haber podido estrenar despacho por sus problemas con el impago de impuestos. Sobre Daschle planeaban expectativas de que timonara y llevara a buen puerto una de las tareas más descomunales que acechan en la era Obama. No en balde con su libro 'Critical: What We Can Do about the Health Care Crisis' ('Crucial. Qué podemos hacer con la crisis del sistema sanitario'), había ofrecido interesantes pistas sobre cuáles debían ser las recetas para 'curar' y subsanar las deficiencias del sistema público. Ahora, la gran reforma de la sanidad se ha quedado descabezada. Tanto Estados Unidos como el Ministerio de Sanidad español, muy interesado en asesorar al Gobierno de Obama en todo lo que precise, esperan que se designe un nuevo interlocutor.
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Es verdad que en EEUU se pagan menos impuestos, pero también es verdad que no recibes nada. Yo me quedo con Europa. +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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