"Al economista Milton Friedman todo le recuerda a la oferta monetaria. Bien, a mí todo me recuerda a sexo, pero no lo pongo por escrito", escribía en 1966 el premio Nobel de Economía Robert Solow (Nueva York, 1924). A pesar de sus palabras de hace más de cuarenta años el profesor Solow no visitó ayer Madrid para hablar de sexo. Con más de 85 años a sus espaldas y numerosos trabajos y estudios en su haber, este miembro de una de las generaciones más importantes de economistas de la historia —con Galbraith y Samuelson como colegas de grupo— se sentó ante un auditorio de más de 400 personas para hablar de lo que hoy está en boca de todos, la recesión.
Robert Solow, premio Nobel de Economía en 1997.
Lo hizo empezando con una advertencia: "El nivel de productividad no ha bajado en estos meses, incluso ha aumentado en este tiempo. Esto puede parecer una paradoja (porque ciertamente ahora somos más pobres) pero que sepáis que no estamos utilizando toda la capacidad de producir bienes y servicios y por eso estamos en recesión". Ahí queda eso.
A Solow no le dieron el Nobel en 1987 por hablar de sexo sino por sus "aportes en el campo de la teoría sobre el crecimiento económico", recogía entonces el comunicado. El economista norteamericano consiguió mediante una ecuación resumir como contribuye al crecimiento económico la acumulación de capital (máquinas y tecnología –todo lo que no es trabajo humano—). El catedrático de la universidad de Oviedo, Cándido Peñeda, lo explica así en una tribuna de la Nueva España:
Traducido en clave de empanada gallega, supongamos que queremos hacer empanadas y tenemos problemas con dos ingredientes: la harina y la leche. Dado que sabemos que una empanada requiere tres cuartos de harina (de la marca 'mano de obra') y un cuarto de leche (de la marca 'máquinas'), con dichas proporciones nos saldrá una buena empanada. Ahora supongamos que tenemos que hacer muchas y que da la coincidencia de que tenemos menos harina de la necesaria y más leche de la requerida. Podemos intentar compensar la falta de harina añadiendo más leche, pero, como sabemos, pasado cierto punto, la cosa se pasa y no funciona: las primeras empanadas no tendrán problemas (habrá crecido, pues, la cantidad de empanadas, por ejemplo, de la marca 'Producto Nacional Bruto'), pero llegará un momento en el que las nuevas tendrán demasiada leche y poca harina y no servirán para nada (habremos dejado de crecer). En ese momento hay que aplicar la tecnología para suplir la falta de la mano de obra y poder seguir creciendo.
Además de esta tesis que le valió un Nobel, Solow paso parte de su vida muy interesado en la econometría, ese sistema que se utiliza para hacer las previsiones de los gobiernos. ¿Y qué sentido tiene esto ahora a la vista de los fallos que han habido?, preguntamos al Nobel en una charla informal. "Lo que ha fallado no ha sido la econometría sino las instituciones". Solow ve pasar un plato de jamón de bellota frente a nosotros y para su explicación de golpe. Lo primero es lo primero y si se está en España parece ser que lo primero es el jamón. "Lo que pasa es que las ecuaciones econométricas se sirven de la historia y, como no ha habido periodos anteriores que ni se asemejan al actual, por eso hay fallos en las previsiones. Lo que falla es la historia", explica una vez que acaba de saborear nuestro producto más patrio.
Volvemos a la conferencia. En el aforo hay decenas de estudiantes que quieren escuchar al profesor. También economistas reconocidos. Entre ellos, Guillermo de la Dehesa, presidente del CEPR (Center for Economic Policy Research) de Londres, antiguo secretario de Estado de Economía y amigo de Solow desde hace veinte años; Miguel Boyer, ex ministro de Economía, Manuel Conthe, ex presidente del regulador del mercado español (CNMV); y Maite Costa, actual presidenta de la Comisión Nacional de la Energía. Ante ellos,Solow opina que los excesos del mercado financiero no son los únicos culpables de la actual crisis económica, "desde luego que ha empeorado la situación, pero no es la auténtica causa". Aún así, apuesta porque se aísle el problema de los bancos para que la economía real no siga contagiándose de sus enfermedades.
El profesor, que fue durante años el vecino de oficina y confidente del también economista Paul Samuelson en el MIT de Massachusets, cree a pies juntillas en la economía y por eso le decepciona el momento actual. "La recesión es por definición un fracaso de la economía", apunta. El ser un niño de la Depresión, apunta en su autobiografía —que figura en la web de los Nobel—, influyó notablemente en decantarse por la profesión que ha ejercido toda su vida.
Pero, ¿qué se puede hacer para salir de la actual recesión?, ¿cómo actuar? "De forma contundente, con coordinación y de manera inmediata", sentencia. Al Nobel de Economía no le viene de nuevo esto de asesorar en materia económica, aunque bromea con el hecho de qué hace un americano proponiendo medidas sobre la Unión Europea cuando se le pregunta. Solow fue en su momento asesor económico de Kennedy y Johnson. También ha colaborado con el actual presidente de EEUU, BaracK Obama antes de ganar.
Volviendo al cómo actuar. Para Solow el gasto que están haciendo la mayoría de los gobiernos se ha quedado corto nada más empezar. En eso está de acuerdo con el Nobel de este año, Paul Krugman, y destapa así su raíz keynesiana (que supone la intervención del Estado para salir de la crisis a través del gasto público). ¿No cree que hemos resucitado demasiado a Keynes?, le preguntamos desde soitu.es. "Por supuesto. Estamos siendo muy keynesianos, pero en la parte buena. De hecho, aún deberíamos serlo más", concluye.
"Cuando haya pasado la recesión, el Estado tiene que poner presión fiscal a los ciudadanos". Subir los impuestos para recuperar lo gastado.
El problema de la Unión Europea, en opinión de este economista octogenario, es que las políticas no están siendo coordinadas. Algo que él considera fundamental. "La política fiscal de gasto debería ser igual en todos los países". Otro de los problemas que nos diagnostica el Nobel, es que hay ciertos países, y cita el ejemplo de Alemania, que no están invirtiendo lo suficiente en salir del hoyo. "Es mejor pasarse que quedarse corto", explica el economista que no para de repetir en tono jocoso que no entiende qué hace un americano dándonos recomendaciones a los europeos.
Pero, ¿qué haremos con el elevado déficit público que amontonaremos? Una de las preguntas de auditorio coincide con el pensamiento de muchos liberales que opinan que el tomar medidas de corte keynesiano (gasta y gastar) nos llevará a un déficit enorme y prolongado en el tiempo. Solow es contundente: "cuando haya pasado la recesión, cuando empecemos a recuperarnos, el Estado tiene que poner presión fiscal a los ciudadanos" o, lo que es lo mismo, subir los impuestos para recuperar lo gastado. En este sentido, Solow encabezó un manifiesto firmado por varios Nobel en el que se decía a Bush en 2003 que el recorte de impuestos que se planteaba y el aumento del gasto público no iba a activar el crecimiento del país, sino que podía provocar una crisis.
Al inicio de la conferencia Solow recuerda que su profesión florece y que se les hace caso en tiempos de desgracia. ¿Qué hubiera pasado si a algunos de ellos se les hubiera hecho caso antes?
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