Afganistán: mujeres contra la impunidad (II)

Primero fue un informe demoledor de Human Rights Watch denunciando que los criminales de guerra copaban el Parlamento y el Gobierno afganos. Segundo, una ley de Amnistía aprobada por el Parlamento, es decir, por los mismos criminales de guerra, temerosos de ser juzgados. Tercero, un grito en la soledad: "Quiero justicia", lanzado por una joven periodista y activista de derechos humanos llamada Horia Mosadiq, líder del movimiento de víctimas de guerra en Afganistán cuyo hermano murió alcanzado por la carga de un proyectil cuando tenía 14 años. Al grito siguió una manifestación de algunos centenares de ciudadanas que rompieron la ley del silencio. Y a la manifestación las amenazas de muerte que obligaron a Horia a abandonar el país junto a su familia.

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(Gervasio Sánchez)

Mujeres en una escuela afgana

Todo esto ocurrió entre enero y diciembre de 2007. Desde entonces el movimiento de víctimas no ha dejado de crecer. Sus responsables han comenzado a reunir testimonios, datos y pruebas para incriminar fuera de Afganistán a los máximos responsables del desastre afgano.

Es muy posible que en un par de años estas organizaciones tengan pruebas suficientes para acusar a varios criminales de guerra y algún juez ordene una investigación judicial. Entonces, las tropas extranjeras podrían recibir una orden internacional de búsqueda y captura contra los incriminados.

(GERVASIO SÁNCHEZ)

Durante esta semana varias de sus activistas han participado en unas jornadas organizadas por la ONG catalana Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán (Asdha) en Barcelona. Han contado lo que está ocurriendo actualmente en el país asiático y también lo que pasó durante los diferentes Gobiernos islámicos, incluidos el de los talibanes. Y han hecho una petición a la comunidad internacional y a los países donantes: que utilicen la ayuda económica a su país como medida de presión para que el presidente afgano y otros responsables políticos limpien los estamentos estatales de criminales de guerra.

Una encuesta realizada en 2004 reafirmó el deseo del 70% de los afganos de que se haga justicia en su país. En Afganistán los países donantes o con presencia militar han preferido mirar a otro lado antes que defender un país a salvo de los señores de la guerra.

Los Pinochet, Rios Montt, Pol Pot, Karadzic, del mañana ya tienen nombre hoy en Afganistán. Algunos esconden sus responsabilidades en puestos públicos. Pero los familiares de las víctimas van a condicionar su vejez como han hecho con los criminales chilenos, guatemaltecos o serbios.

Las representantes afganas escucharon en Barcelona palabras de ánimo de las ponentes llegadas de otros países que tienen más experiencia en la lucha contra la impunidad. Oyeron que "los criminales afganos serán juzgados" aunque haya que esperar varios años y que la inmunidad que protege la ley de Amnistía puede quedar sin efecto en cualquier momento.