El crecimiento que Leo y Kate han experimentado desde que James Cameron les filmara juntos haciendo el cristo contra el viento en la proa más famosa del cine ha sido enriquecedor paralelamente: 'Revolutionary Road' es la prueba. También, esta semana, una de golpes, 'Transporter 3', y 'El gran Stan', baja comedia.
Kate sale más delgada que en 'Titanic'; Leo, menos guapo. Ella más rubia; él más moreno, con el pelo más corto y engominado, como si se lo hubiera peinado con una brocha bañada en miel. Ambos actores llegan maduros a una meta convergente que se planeó hace mucho tiempo. Cuando se cortejan, se besan y se casan (por fin, esta vez), ya no parece que él le esté haciendo un favor como hace 11 años. Todo ello tiene lugar en los cinco minutos iniciales y Sam Mendes ya apunta gran oficio como demiurgo de la elipsis. Los hijos de la pareja, meros accesorios serán tratados como fantasmas de manera que se aísla a los sujetos de estudio, cobayas —eso sí, divinos— los dos.
Encuadrada en los 50, época de tiros altos, justo por debajo de la pechera, el director vuelve a hablar como en su debut insuperado de las disfuncionalidades matrimoniales surgidas por el fracaso del 'american dream' con grandilocuente desamparo, teatralmente, fiel a sus raíces. Dijo Trueba en una ocasión que 'Maridos y mujeres' era la película más violenta de los 90. Desde hoy tenemos firme candidata para esta década que pronto se acaba.
'Revolutionary Road' tiene un arranque algo errático tras su expeditivo clip inicial. Le lleva nada menos que ochenta minutos revelarse como el gran thriller romántico que es. Hasta entonces, pausada y enfática, utiliza la infidelidad como catalizador positivo para el avance del amor, rememorando los 50 con minuciosa precisión pero tirando de la moral fílmica actual. Eso es refrescante. Un polvo urgente quitaba las mismas penas en tiempos de Eisenhower que ahora.
Valoración: 8/10
La película no es ambiciosa. Como las dos anteriores de la franquicia, plantea un viaje nada intelectual desde el punto 'A' hasta el punto 'B'. El sujeto protagonista, musculoso y de frente despejada, es un profesional con la cabeza sembrada de reglas. Reglas para esto, reglas para lo otro. Es el único chiste que se permite. Las reglas y la excepción a las mismas. Todo lo demás pretende ser un higiénico manual de estilo de cine de persecuciones, con la preceptiva pirueta sobre dos ruedas robada sin pudor de cada capítulo de 'El coche fantástico'.
No hay efectos especiales sino una vuelta a los 80, a la artesanía del guantazo, que llega puntual cada cuarto de hora. No tiene objeto guardar para el instante final los mejores golpes, porque si la chica se salva o no, o si el chantaje se ejecuta exitosamente, son meros mcguffins con respecto a la trama principal de violentas (que no sangrientas) coreografías. Hay que reconocerle al director una gran honestidad a la hora de no inflar de filosofía un producto de consumo tan descarado, quizá el anuncio de coches más elaborado que se recuerda.
Valoración: 5/10
Le recordarán de otras sales gruesas: 'Gigoló', 'Estoy hecho un animal' o cada secundario robaplanos de la filmografía Sandler. Ha debido pensar Rob Schneider que para lo que suele contar, se atreve él solo. Y se pone delante y detrás de la cámara. La verdad es que tanto da. Si no se leen los títulos de crédito, te puedes creer que la ha filmado un habitual, él mismo o la virgen santísima.
Porque no se puede hacer nada mejor con ese guión: un agente inmobiliario comete fraude y, temeroso de que le violen cuando le corresponde entrar a prisión seis meses después, contrata los servicios de un sensei (David Carradine, aka 'Kung Fu', aka Bill) para que haga de su trasero un fortín inexpugnable.
'Comedia' aliñada con peleas o peleas aliñadas con 'comedia' o nada de eso en absoluto. Reconozco que cuando intentan hacerme reír soy bastante condescendiente. Procuro hacer las concesiones preceptivas a la comedia escatológica de cuño 'new-age', comprar billetes para el autobús al surrealismo chusco que conduce Apatow, pero también sé ver el vacío absoluto y las gracias sin gracia. Ahí lo dejo…
Valoración: 3/10
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