Un desconocido, del que sólo se sabe que es europeo, subió a la red hace un par de semanas un pequeño juego hecho en Flash, algo cutre, con un logotipo a lo Indiana Jones y música pegadiza. Un juego que hubiera pasado desapercibido, como tantos otros, si no se llamara "Raid Gaza!" y fuera una crítica brutal a la incursión israelí en Gaza. Simple y mordaz, parece hecho en tres días. Y así fue. Según explica su desconocido autor en una entrevista, lo comenzó y abandonó hace año y medio. Pero "cuando Israel empezó a lanzar cohetes, decidí acabar el juego", cuenta.
A pesar de su modestia, "Raid Gaza!" ha reabierto el debate sobre la conveniencia del uso de los juegos de guerra, juegos 'serios' orientados a adultos y con intención política. El objetivo del título consiste en responder a un ataque de Hamás "construyendo cosas con las que puedas matarlos". Tienes 5 minutos para eliminar a todos los palestinos que puedas. A la izquierda de la pantalla aparece Gaza, de donde salen unos cohetes Qassam que apenas llegan a mitad de camino. A la derecha se encuentra el territorio del jugador, que se pone en la piel de los israelíes y que puede construir cuarteles generales, barracones, aeropuertos y lanzamisiles.
Juego extraído de Newgrounds.com
Echo una partida. Envío helicópteros Apache, F51, infantería, tanques Merkava y todos los misiles que puedo. Cuando se me acaba el dinero, llamo a Estados Unidos con un teléfono rojo y pido más dinero para seguir. Consigo 'bonus' cuando alcanzo escuelas de las Naciones Unidas. Pero mis resultados no han sido muy buenos: 910 palestinos muertos contra 68 bajas israelíes. El juego me informa de que mi ratio es de 13,3 palestinos muertos por cada israelí y que la realidad juega mejor que yo: el ratio de 2007 fue de 25.
"Raid Gaza!" entronca con una tradición de juegos "subterráneos", totalmente alternativos a la industria del videojuego. "No existe una corriente de juegos de este tipo, se trata de producciones independientes, gratuitas, generalmente hechas en flash y distribuidas por internet", explica John Tones, fundador de Mondopíxel. "La industria de los videojuegos es muy conservadora", concreta el investigador cultural y experto en creación y tecnología José Luis de Vicente. "Le interesa esquivar la polémica. Por ejemplo, ¿por qué no hay apenas juegos sobre la guerra civil española? Presentar la guerra obliga a tomar parte, y los juegos bélicos necesitan distanciarse en el tiempo para que el jugador no piense en la realidad". Tones compara la situación con las películas de Hollywood: "Al 90% de los jugadores les interesa las grandes producciones. A veces hay algo subversivo en ellas, pero por lo general son grandes juegos en los que ni siquiera hay ideología". Las productoras de videojuegos no se meten en líos, y el público —aún muy homogéneo— no reclama otra cosa. Creadores y espectadores de juegos ideologizados proceden de ámbitos artísticos o políticos.
En Under Siege eres un palestino en plena intifada
Pero aunque estas producciones sean una anécdota para la industria "son importantes como experimento cultural, como crítica y denuncia", explica de Vicente. Él considera los videojuegos como un muy buen medio para transmitir propaganda, en el que el creador puede elegir entre una muerte sangrienta o una aséptica, "un medio para transmitir una ideología, porque bajo una apariencia inocente crea y refuerza definiciones de la realidad". Tones coincide en la contradicción de su aspecto 'naif' y opina que el contenido subversivo impacta más cuando se traslada en un "formato infantil" (se sigue creyendo que los videojuegos son para niños). El propio creador de "Raid Gaza" reconocía en la entrevista antes citada que no sabe por qué, pero "la gente parece realmente fascinada cuando los juegos son usados como un medio para transmitir un mensaje".
Así que nos encontramos con un tipo de juegos que no son creados por expertos, ni jugados por jugadores habituales, que muchas veces ni siquiera siguen las normas del género y que son mucho más simples de lo habitual. "Los artistas muchas veces no están interesados en el lenguaje del videojuego, en un trabajo amplio", explica de Vicente. En September 12th (una reflexión sobre cómo la violencia genera más violencia de Gonzalo Frasca) no hay forma de terminar la partida. Consiste en disparar, pero cada muerto se transforma en varios terroristas. En realidad no es un juego, explica Tones, porque es imposible ganar.
El objetivo de todos ellos no consiste en entretener al jugador, sino en generar un debate y llamar la atención de los medios. Pero su lenguaje es difícil de manejar. Muslim Massacre tuvo que ser retirado por su autor —Eric Vaughn— debido a la polémica que generó. Lo que se concibió como una crítica a la política estadounidense fue interpretado al pie de la letra, como un juego en que había que "masacrar musulmanes". "Hay que ser muy bueno para lanzar un mensaje que le quede claro al jugador", dice Tones. Pone el ejemplo de Call of Duty 4, una superproducción bélica en la que existen ciertos matices críticos. "Cuando decides lanzar una bomba nuclear sobre la población, puedes ver el infierno radiactivo unos minutos antes de morir. Pero el mensaje no lo interpretan igual todos los jugadores".
"Raid Gaza!" también está emparentado con una lista de juegos, tan polémica como diferente en su origen y objetivos, que trata la situación en Oriente Medio desde una perspectiva lúdica. A veces educativa, a veces crítica, a veces propagandística.
Más allá de Oriente Medio, abundan los juegos pacifistas como A Force More Powerful. Velvet Strike es una modificación del Counter Strike que sustituye las armas por pintadas antibélicas. En cambio, el famoso America's Army fue creado por el ejército estadounidense como una herramienta de reclutamiento. Con una intención política más amplia destacan los mini-juegos en flash de la italiana Molleindustria ("Juegos radicales contra la dictadura del entretenimiento"), autora de molestos mini-títulos como Oiligarchy (sobre el mundo del petróleo), Operation: PedoPriest (sobre los escándalos pedófilos del clero), MacDonalds (de asunto obvio) o FaithFighters (sobre la intolerancia religiosa). Pero existen muchos más.
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