Una ingeniera química en la cola con 3,3 millones de parados

A CORUÑA.-  Nadie está a salvo de las garras del paro. Con más de 3,3 millones de desempleados esto ya hace tiempo que dejó de ser sólo un problema de la construcción. Ana es ingeniera química y también espera en la cola del Inem. La crisis no permitió que la empresa de biocombustibles en la que había empezado a trabajar en el pasado mes de febrero despegase. Ella, y casi la totalidad de sus compañeros, pagaron las consecuencias.

(M.L.)

El día 9 de diciembre Ana, de 32 años, se apuntó al paro por primera vez en su vida. Doce días antes la habían echado del trabajo. Como era su estreno, pagó la novatada. "Llegué antes de las 9 de la mañana —hora a la que abren— y ya había gente esperando", explica. Pero lo peor fue que el día 5 de enero tuvo que volver con unos papeles que se había olvidado. "Hasta que no tienes que hacerlo, no sabes bien cómo funcionan estas cosas", cuenta.

Igual que a Ana, la duda del qué llevar al Inem asalta a muchos desde que empezó la crisis. Es bien sencillo: el DNI original, los certificados de empresa correspondientes a los últimos seis meses, el Libro de Familia en caso de tener hijos y los que quieran agilizar trámites pueden llevar descargadas de la web del Inem dos copias de la solicitud de prestación por desempleo.

Ninguna sorpresa

Cuando el 28 de noviembre —último día laborable de ese mes— le comunicaron a Ana su despido, ya se lo olía. Primero, porque si ya es difícil sobrevivir en los tiempos económicos que corren, más lo es poner en marcha una empresa, como estaba haciendo su jefe. Y, segundo, porque dos meses antes, en septiembre, habían echado al auxiliar administrativo de la compañía y a ella le "habían ofrecido una reducción de jornada". Le dijeron que iba a ser algo temporal y, mirándolo bien, tampoco se equivocaron.

El sector de los biocombustibles no ha terminado de despegar en España. Y eso, a pesar de que "en octubre se aprobó una orden ministerial que obliga a aumentar su uso en los transportes".

Con un panorama así, en menos de un año, de los cinco trabajadores de la empresa, tres han terminado en la calle. El día 22 de diciembre despidieron al último. "Ahora sólo queda el jefe y la de administración", cuenta Ana, para la que éste es un ERE en toda regla: "han echado al 60% de la plantilla". "Lo que pasa es que sólo se habla de los de las empresas importantes y hay muchísima gente en situaciones como la mía", insiste.

¿Y ahora, qué?

Dentro de lo malo que supone estar sin trabajo, Ana tampoco se puede quejar. "Tengo 20 meses de paro y me pagarán 900 euros", explica. El dinero le da hasta para pagar ella sola la hipoteca. "Buscamos algo razonable (700 euros mensuales que les revisarán en febrero), dentro de nuestras posibilidades. A mí me encantaría vivir en la Plaza de María Pita, pero eso es imposible", asegura. Habla en plural refiriéndose también a su pareja. Si esta zaragozana dejó su trabajo en Pamplona para adentrarse en esta aventura empresarial es porque su novio es gallego y trabaja como funcionario en la Xunta. "Eso la verdad es que es un alivio", confiesa.

Con esta seguridad, Ana tiene tiempo para buscar trabajo con calma, porque no cree "que a través del Inem lo vaya a lograr". "Tengo más esperanzas en los cursos que sacan que en las ofertas económicas", dice. De momento, está "apuntada a webs de búsqueda de empleo", a ver si tiene suerte y, si no, "habrá que buscar de otra forma". De todas formas confiesa: "miedo económico no tengo. Me da más miedo estar mucho tiempo en casa". Para evitarlo, ya ha pensado en terminar un máster de prevención de riesgos laborales y "aprender gallego", porque "aquí da puntos a la hora de conseguir empleo".

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