Luis Bolívar y Antonio Ferrera salen en hombros en la cuarta corrida de la Feria de Cali

Cali (Colombia).-  El diestro español Antonio Ferrera y el colombiano Luis Bolívar salieron hoy en hombros en la cuarta corrida de la Feria de Cali.

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(EFE)

El colombiano Bolívar derrochó voluntad y coraje en su primero, tercero de la tarde, anduvo valiente con el capote, demostrando ganas y deseos de algo grande.

El punto culminante del festejo fue la memorable actuación de torerismo clásico, poderoso y templado de Bolívar en el último de la tarde.

El encierro de Puerta de Hierro no había permitido ningún lucimiento, solo demostración de voluntad y pundonor de los actuantes.

Primera espada fue el español Antonio Ferrera, quien derrochó voluntad a raudales, pero su enemigo no le prestó la menor colaboración.

Pinchó dos veces antes de dejar una entera y el público guardó silencio.

En su segundo, cuarto de la tarde, Ferrera demostró su característica faceta de luchador en demasía. Una faena de batallador donde muy poco había sucedido en el primer tercio, salvo las banderillas espectaculares del diestro.

El último tercio se desarrolló en medio de la férrea voluntad de Ferrera, logrando entusiasmar hasta el delirio a los espectadores que casi colmaron la plaza de Cañaveralejo.

En una faena de gladiador y derrochando coraje logró llevar alegría a los tendidos.

Mató de una estocada entera y el público reclamó y obtuvo para él dos orejas, que a juicio de los entendidos fueron excesivas.

El segundo espada, el español José Antonio Morante de la Puebla, solo pudo demostrar destellos de su arte puro en su segundo.

No contó con el favor del público, su labor en el primero se silenció y cosa igual ocurrió en su segundo.

El colombiano Bolívar derrochó voluntad y coraje en su primero, tercero de la tarde, anduvo valiente con el capote, demostrando ganas y deseos de algo grande.

Sin embargo, el toro fue perdiendo calidad y terminó cerrado a tablas.

Se aplaudió la entrega del joven, pero el toro con mucha incomodidad a la hora de matar hizo que se produjera un pinchazo al primer viaje, luego media estocada, seguida de una entera, el tiempo transcurrió y sonó un aviso. Hubo silencio en los tendidos.

Lo grandioso aconteció en el sexto: un buen toro bien aprovechado por Bolívar, quien anduvo en plan de Toreo, desde el inicio con la capichuela, brillante al intervenir en quites y luego vino el concierto de buen torear en el centro del redondel aprovechando la bondad del de Puerta de Hierro y en el propio centro del anillo dibujó muletazos despaciosos y templados.

Tanto a la derecha como a la izquierda brillaron a gran altura, en medio de la locura en los tendidos, al apreciar el arte puro y cristalino del joven Bolívar.

Ejecuto la suerte de matar recibiendo y sepultó el acero íntegramente, rodó el toro sin puntillas y las dos orejas le fueron concedidas merecidamente.

El viento molestó en casi toda la tarde, pero fue superado por los deseos de los coletudos.

No fue bueno el encierro de Punta de Hiero, los cinco primeros adolecieron de fuerza y muy poca colaboración.

Salvo el último que le permitió a Bolívar ejecutar la importante faena al sexto de la tarde y se ganó la salida en hombros de la plaza en compañía de Ferrera.

Paseados por el ruedo salieron por la puerta grande.

La plaza registró tres cuartos de entrada, en tarde clara con molesto viento