Date un paseo de puente a puente

CORDOBA.-  Parece que con estas copiosas lluvias —bienvenidas sean, por otra parte— algunos ríos andan de crecidas y se las dan de bravucones con aquellos curiosos que tímidamente asoman el tupé desde la inestable barandilla del puente que los atraviesa, mientras contemplan ensimismados la poderosa musculatura que en pocos días ha desarrollado un hasta hace nada canijo riachuelo de tres al cuarto. Menos mal que en Córdoba el Guadalquivir se porta, y todavía es agradable dar un paseo por su mítico puente romano y su entorno.

Toni Castillo (Flickr)

El famoso puente romano.

Un puente que, a pesar de no ser ya ningún chaval —dos mil primaveras tiene según las crónicas—, luce con garbo su poderío, afianzando sus 16 arcos sobre el lecho de un río que ya no entendería su vida sin la presencia en sus aguas de su pétreo amigo del alma.

Los romanos, esos increíbles tipos que por la mañana te hacían un acueducto sin necesidad de poner argamasa entre los bloques, que echaban la tarde escribiendo por ejemplo la Ley de las Doce Tablas, y remataban el día pegándole al frasco, con el vino algo aguado, eso sí, en la taberna de Maximus, lo construyeron como único medio de entrada a la ciudad desde el sur de la península Ibérica sin tener que utilizar ninguna embarcación para atravesar el río.

Toni Castillo (Flickr)

Fíjate bien el hombre río.

Desde entonces los cordobeses han disfrutado de él, tanto en sus tranquilos paseos dominicales por el casco antiguo, donde en un extremo, tras el majestuoso arco de la Puerta del Puente puede contemplar la Mezquita, y en el otro disfrutar de la solidez defensiva de la Torre de la Calahorra, como cuando viene una visita de lejanas tierras y hay que mostrar a los foráneos uno de los emblemas locales de los que uno se siente más orgulloso.

El paseo es agradable, sobre todo al llegar a la Torre de la Calahorra y bajar a la izquierda por los jardines nuevos que el Ayuntamiento ha creado junto al río. Desde ahí podemos llegar hasta el puente de Miraflores, el puente de la discordia. Una especie de viga que atraviesa el río unos metros más allá del puente romano, y que parece mirarlo desafiante, presa quizá del exceso de gallardía de la juventud y de su férrea osamenta, que se alza vigorosa sobre unas aguas que lo desprecian por la simplicidad de su esencia. Desde esta insípida construcción, fruto de los nuevos gustos imperantes, podemos contemplar la grandeza de su primo lejano, que recién rehabilitado, con polémica, como debe ser, le da todo un baño de grandeza y señorío a su pariente recién llegado, a quien lo único que le perdonan los cordobeses es que haya logrado la peatonalización del otro.

Una polémica originada por la sustitución de las clásicas farolas por una nada convincente iluminación a ras de suelo, así como de unas losas rosas que sustituían unas aceras y un adoquinado que, a pesar de no ser obviamente de la época romana, quedaba bastante mejor que el nuevo acabado. Para remate, se rehabilitaron unas hornacinas existentes, dedicadas a San Acisclo y Santa Victoria, patrones de Córdoba, pero se rehabilitaron tanto que por el camino se les cayó el San y terminaron como un hueco decorativo digno de un discopús de diseño.

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El cómic de Rodrigo y Fernando Sosa sobre Córdoba: 'Supersais'.

El recorrido entre los dos puentes puede verse alterado, si hay suerte, y si aún sigue ahí, claro, por la visión de la singular escultura flotante del Hombre Río. Esto es como con Manolete, que todavía hay gente que lo ve en las gasolineras. Se trata de una escultura que dos escultores tallaron en corcho blanco y que representa a un hombre tumbado. Lo soltaron una noche, amparados por las sombras, para sorprender a los cordobeses. Tras varios percances, el Ayuntamiento lo adoptó como un hijo y lo ancló junto al puente de Miraflores, hasta que una mala tarde y mucha agua lo mandaron donde picó el pollo y a base de tiritas y mercromina el Ayuntamiento se comprometió a devolverlo a su sitio lo antes posible.

Como homenaje tanto al puente romano como al Hombre Río, os dejo una de las aventuras del nuevo superhéroe cordobés, Super Sais, que junto con otro dibujante cordobés, en este caso de la Córdoba de Argentina, he creado para intentar salpicar de un poco de humor la vida cordobesa. En ella, el enemigo de Super Sais, el C-Villano intenta hacer de las suyas. Espero que os guste.