Era un retorno esperado este del Lancia Delta para conocer como el fabricante italiano había asumido un largo periodo de tiempo sin un vehículo de referencia en un segmento clave como el compacto y lo cierto es que la reaparición ha sido un ejemplo de ruptura en muchos conceptos.- Era un retorno esperado este del Lancia Delta para conocer como el fabricante italiano había asumido un largo periodo de tiempo sin un vehículo de referencia en un segmento clave como el compacto y lo cierto es que la reaparición ha sido un ejemplo de ruptura en muchos conceptos, muchos a favor y alguno que otro en contra.
El nuevo Lancia Delta se presenta como un auto muy llamativo por la originalidad de líneas y también por unas dimensiones que le ubican a medio camino entre los compactos y el segmento superior.
El nuevo Lancia Delta nada tiene que ver con aquel atractivo modelo de culto que significó en su nacimiento de la mano de Giugiaro, ni tampoco con la personalidad del que encadenó cinco campeonatos mundiales seguidos de rallys entre el final de los ochenta y el principio de los noventa.
Ahora se presenta un coche muy llamativo por la originalidad de líneas y también por unas dimensiones (4,5 metros de longitud y 1,8 de ancho, junto a 2,7 metros de batalla) que le ubican a medio camino entre los compactos y el segmento superior que en su día, para la marca italiana, representó el Lybra.
Lancia siempre ha sido muy italiana en sus trazos externos y aquí no se ha desviado de la tradición, dotando al nuevo Delta de una arquitectura llamativa y con muchas pinceladas originales.
Una de estas pinceladas esta en el frontal con una muy bonita calandra al más puro estilo del Thesis, y una toma de aire muy baja y estirada, de dimensiones más contenidas. Los faros reciben las formas a la más última moda con esa punta de flecha a la que parece nadie quiere sustraerse.
Las mayores innovaciones se dejan ver atrás con unos muy cantones pilotos con grupos ópticos de tecnología Led, estirados de arriba a abajo, sobresaliendo bastante del portón y con una ubicación excesivamente lateral. El portón toma una forma muy agresiva con músculo y con un dibujo que llama la atención. Su apertura deja una buena boca para introducir objetos grandes en un maletero capaz, que puede aumentar su volumen de carga con un simple desplazamiento hacia adelante de los respaldos de la fila trasera.
Visto lateralmente, el dibujo del Delta es el de una berlina a la última con una línea de cintura en progresión desde el capó al tercer pilar y una considerable superficie acristalada que ayuda mucho en la panorámica para conducir.
La ampliación de dimensiones tiene traducción en una habitabilidad interior de berlina de segmento superior. Los asientos delanteros, quizás, por excesivamente grandes, no sujetan del todo bien. Y en la trasera hay elementos de comodidad como poder reclinar casi totalmente el respaldo hasta convertirse casi en una cama.
En los elementos decorativos se han impuesto materiales imitación de compuestos y cromados que restan ese plus de lujo del que siempre ha hecho gala esta marca. Por decirlo claro, se trasluce sin disimulo un recurso excesivo al plástico.
Por lo demás, la instrumentación interior y los elementos de control está en una buena disposición visual y manual por lo que este coche no precisa de innecesarias distracciones en su manejo. La palanca de cambios engrana bien, pese a cierto efecto batidora y recorridos algo largos.
El motor probado en el Delta es el diesel 1.6 Multijet de 120 CV, que sustituye al 1.9 de la misma cilindrada y que se está convirtiendo en uno de los referentes motrices de todas las marcas del grupo automovilístico italiano.
Aquí, en el Delta, ha refrendado el buen comportamiento que ya se percibió en el Fiat Bravo y lo bien que, sin perder grado de respuesta, ha solventado la sobriedad de un consumo, ya en los parámetros Euro 5, y llevado a la práctica, en un gasto de poco más de 7 litros cada cien kilómetros durante el ejercicio de la prueba.
Lo más llamativo de su comportamiento ha sido el muy bajo régimen (1.500 revoluciones) en que entrega la mayor parte de su fuerza y la excelencia, sin desfallecimientos, en cómo prosigue la misma hasta el umbral de las 4.000 revoluciones donde su impulso se viene abajo.
En la convivencia con la caja manual de seis velocidades hay un buen acompasamiento de registros y en sexta velocidad tiene el margen para los estiramientos sin necesidad de recurrir a cambios que insuflen mayor régimen de giro.
Aunque el Lancia Delta ha dejado un amplio catálogo de opciones, la dinámica de este coche es factor en su favor sin la mínima discusión. El coche se deja llevar con suma nobleza y cuadra con total aplomo la entrada en curva, saliendo de la mismo con igual o parecida solidez. Se agarra bien al firme y se mantiene bien posado aún en altas velocidades o en condiciones climatológicas adversas como el fuerte viento de costado.
Otros elementos como la dirección dejan sentir blandura en exceso y eso que equipa de serie el sistema city para suavizar los movimientos de volante en maniobras como los aparcamientos. Los frenos cumplen con eficacia y el sistema antibloqueo no se muestra muy intrusivo.
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