La ONU es por definición una organización ineficiente —basta recordar que fue creada para expresar tanto aspiraciones como objetivos, sueños y geopolítica—, desde las cuestiones mundanas de dinero y materiales, a las estructuras de departamentos y comités. Sin embargo, los dos componentes más cruciales de la institución son la voluntad política y el respeto, ambos muy intangibles y, por desgracia, ausentes en la organización hoy en día.
El Consejo de Seguridad trata sobre Kosovo, la semana pasada.
En los medios, se retrata la triste situación de la ONU como un callejón sin salida entre la organización y los Estados, aunque eso es una tautología: la organización son los Estados. El Secretariado puede y debe rendir cuentas y probablemente se podría hacer que fuera más eficiente, al menos en los organigramas. Muchas consultoras de administración han hecho mucho dinero pellizcando al sistema y algunos de sus consejos se han puesto en práctica. Pero el simple sentido común no cambiará el duro hecho de que el problema no se origina en la burocracia, creada para servir a los ideales.
La voluntad política reside en los Estados que conforman la ONU: son ellos los que tienen que decidir lo que la organización debería hacer, cómo y cuándo; y es labor suya el distribuir los recursos necesarios. Esto es cierto, sobre todo en lo concerniente al mantenimiento de la paz y a la prevención de conflictos, pero también para todos los demás departamentos. Así pues, es función del enorme Secretariado el poner en práctica estas decisiones de la mejor forma posible. El respeto reside en las personas del mundo: todos y cada uno de nosotros necesitamos a la ONU, y tenemos derecho a sentirnos engañados cuando no cumple su función. Es más, en ausencia de dinero o de medios apropiados de intervención, la ONU es poderosa únicamente en el sentido de que se la respeta por su significado moral y ético.
Todos y cada uno de nosotros necesitamos a la ONU, y tenemos derecho a sentirnos engañados cuando no cumple su función.
La creación de la ONU requirió una cantidad enorme de voluntad política, ya que era en su origen un acto de fe por parte de todos los involucrados. Un gesto masivo basado en un deseo sincero de repudiar la vil historia de dos guerras mundiales y crear un mundo diferente. Se ha convertido en un cliché discutir si las potencias dominantes que la hicieron posible —EEUU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido, los Cinco Permanentes en el Consejo de Seguridad— dictaron los términos para su propio beneficio. Pero, ¿y qué? Aún así crearon una institución con un objetivo profundo que permitía una innovación substancial en los asuntos mundiales, que sigue siendo importante hoy en día. Un lugar de encuentro común para todos los Estados y pueblos del mundo, un ruedo para discutir y debatir cuestiones en vez de pulsar el gatillo inmediatamente. Aunque hablar no ayude siempre a resolver los problemas, hay que recordar que antes de la existencia de la ONU no era siquiera una verdadera opción.
EEUU, desde su derrota en Somalia, se niega a ofrecer tropas para las misiones de la ONU. En la foto, cascos azules en Haití.
La creación de la ONU también requirió respeto, que era aparente al principio, pero que se extinguió rápidamente, desde que la Guerra Fría tomó el poder. Entonces la institución, más que ser una herramienta colectiva para la acción internacional, se convirtió en una parte más de la prolongada confrontación, usándola cínicamente por los Estados para sus propios fines. En 1991 pareció surgir un deseo sincero de detener esta caída en picado y situar a la ONU, como herramienta de colaboración, en el centro de los asuntos mundiales. Repentinamente ganó mucho respeto, pero paradójicamente perdió toda su voluntad política. A medida que la organización se volvía más y más ambiciosa, con intervenciones por todo el planeta, los Estados cada vez estaban menos inclinados a ofrecer recursos o un apoyo político serio. En otra caída en picado, misiones tan mal configuradas como las de Somalia, Ruanda y los Balcanes, fracasaban constantemente.
Todo el mundo está al corriente de estas cuestiones, pero son reticentes a tratarlas. En lugar de eso se ha desarrollado un mantra de 'reforma de la ONU' que incluye tres elementos principales: la reforma del Consejo de Seguridad, mejores recursos y una gestión más robusta. Como todos ellos requieren voluntad política, hay pocas opciones de que se lleve a cabo.
La Asamblea General de Naciones Unidas analiza la situación de Oriente Medio, la semana pasada.
La reforma del Consejo de Seguridad significa su reconfiguración para que refleje el balance actual del poder mundial lo que, como mínimo, significaría que Francia y el Reino Unido renunciasen a sus asientos, en favor de uno solo para toda la UE, y que América Latina y África consiguiesen un representante. No hay ninguna voluntad política de cambio en esos dos Estados europeos y muy poca habilidad para generar un consenso respecto a la representación de los otros dos continentes.
Mejores recursos significa asignar más dinero, así como tropas y armas para las intervenciones —junto con la voluntad de usarlas para conseguir un efecto—. Todo lo cual es una condición 'sine qua non' para los Estados europeos y, por lo tanto, una razón para seguir el ejemplo en otros Estados del mundo. Mientras que EEUU, desde su derrota en Somalia, se niega de plano a ofrecer tropas para las misiones de la ONU. Y finalmente, una gestión más robusta del Secretariado de la ONU significaría un desafío mayor para los Estados, que están absolutamente dispuestos a unirse al coro culpando a la ONU por sus insuficiencias, en vez de verlas como un desafío. Esto, por supuesto, aumenta la falta de respeto por la ONU en todo el mundo, lo que significa que hay menos disposición pública para apoyarla.
Entonces, ¿qué debe hacerse? Un plan ambicioso sería exigir un nuevo acuerdo sobre el sistema internacional, junto con los intentos de un segundo acuerdo de Bretton Woods: todos fueron creados juntos, como parte de una visión de posguerra única, y todos deberían ser reformados juntos. Si eso no es posible, puede que sea hora de aceptar lo que de bueno hay en la ONU, en vez de desear constantemente que fuera algo más. Es una buena plataforma para el intercambio, para el debate entre enemigos y para discursos sobre el bien y el mal. Mientras permanezca abierta a todos, también se la podrá apreciar por este logro en lugar de quejarse constantemente de su tamaño. Quizá eso restablecerá algo su respeto, y quién sabe, puede que algún día llueva a la voluntad política.
* Ilana Bet El es analista política en Bruselas y ex asesora en el Departamento de Asuntos Políticos (DPA) de Naciones Unidas.
Si quieres firmar tus comentarios, regístrate o inicia sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si quieres, puedes registrarte o, si ya lo estás, iniciar sesión ahora.