Vecinos del Polvorín logran que una vieja fábrica de hielo y luz siga útil para la ciudad

Ourense.-  Los vecinos del barrio de O Polvorín (Ourense) lograron que la antigua fábrica de hielo y luz y viejo almacén de harina conocido como "la Molinera" no desaparezca por ser el único edificio urbano de la época industrial y se conserve como futuro centro tecnológico termal.

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(EFE)

El presidente del colectivo vecinal "Anacos de Cidade" ("Pedazos de ciudad") del barrio de O Polvorín, Miguel Doval, muestra una fotografía del edificio conocido como "La Molinera", de 1890, cuando se instaló en la orilla del río Barbaña para fabricar luz, luego hielo y después almacenar harina. Detrás, el edificio en su estado actual y antes de ser rehabilitado.

El presidente del colectivo vecinal "Anacos de Cidade" ("Pedazos de ciudad") de O Polvorín, Miguel Doval explicó hoy a Efe que la reivindicación del edificio comenzó hace 5 años "y aunque algunos lo atribuyeron a querencia particular por la Molinera, sabíamos que esa casa y su entorno tuvieron presencia en buena parte de la historia contemporánea de Ourense", agregó.

En ese sentido, explicó que el edificio es singular ya por el hecho de tener una planta cuadrada con tejado a 8 aguas, construido en 1890 en la orilla del río Barbaña, bajo el puente de la avenida Marcelo Macías, una de las entradas a la ciudad.

Su instalación entre el puente de Marcelo Macías y la antigua prisión provincial se produjo por el traslado de la primera fábrica de luz de la ciudad que estaba al lado del puente romano, donde la familia Conde Balvís generaba energía eléctrica tras quemar combustible, cuyos gases salían por una chimenea de gran altura.

Fábrica y chimenea se trasladaron en 1890 a la orilla del río Barbaña para ahorrar en combustible con el aprovechamiento de la fuerza del agua durante la mayor parte del año, como hacían los molinos de grano, pero esta actividad desapareció y fue sustituida por la de fabricar hielo que se suministraba en grandes bloques a bares y particulares, según Doval.

La memoria del edificio fue recopilada por el representante vecinal a partir de la biblioteca de la Diputación de Ourense y, sobre todo, con la complicidad de varias familias del barrio.

Así, supo que además de "compañera permanente de todos los niños del barrio que aprendíamos a nadar y nos tirábamos al río Barbaña en la zona conocida como Pozo do Inferno", dijo, el edificio de "La Molinera" acogió un mercado clandestino "pero visible y consentido" que abasteció de alimentos a la ciudad durante los años 40 y 50 conocidos como "anos da fame" y de las cartillas de racionamiento.

Según Doval, agricultores del norte de Portugal, de la comarca de A Limia y de los pueblos de alrededor de Ourense vendían alimentos en "La Molinera", a pocos metros de uno de los "fielatos" o aduanas de la ciudad en la que había que pagar un porcentaje de la mercancía transportada para vender en los mercados del interior urbano.

Fuera del "fielato", los productores evitaron pagar el impuesto y los vecinos acudían a comprar aunque luego tenían que esconder la mercancía y fueron numerosos y famosos los cacheos de la Guardia Civil a mujeres aparentemente embarazadas pero que en realidad iban con bolsas cargadas de habas y comida escondidas bajo la ropa.

El viejo edificio también aparece en coplas de la fiesta de los "maios" de los años 1946 y 1947, recuperados por Doval, en las que, por ejemplo, alude al elevado precio del centeno en aquel mercado tolerado por las autoridades: "Si vas o Polvorín, a buscar centeo, un kilo de pan é como traer un terreo".

Entre los testimonios, el de los hermanos Obeso, que salvaron su vida en la riada de 1945 agarrándose a los balcones de fundición del edificio que en esa década comenzó a utilizarse como almacén de harina.

Documentos, cartillas de racionamiento, fotografías, testimonios vecinales y una maqueta elaborada por el pintor Anselmo Iglesias estuvieron en una exposición en la sede de la federación de asociaciones vecinales "Limiar" hace tres años y una recogida de firmas en la que se reunieron más de cinco mil, convencieron a Doval de que los vecinos de O Polvorín no eran los únicos interesados en la conservación del edificio.

También los actuales propietarios, sin relación con la familia original, opinaron que "La Molinera" y su historia "forman parte de la memoria de la ciudad y ésta no puede desaparecer ni borrarse con una paleadora", por lo que nadie apoyó la primera propuesta municipal de crear un jardín en el que se conservaría la chimenea de la vieja fábrica.