Botín (Santander) y Francisco González (BBVA ) han preferido no acudir a las subastas de venta de títulos del Gobierno para no dar argumentos al Gobierno de Zapatero y que, en un futuro, pueda entrar en su accionariado y controlar los sueldos de sus ejecutivos. Aunque las relaciones entre ambos bancos están muy tensas desde la ampliación del Santander, las posiciones ante el enemigo externo siguen siendo coincidentes.
Es un secreto a voces. Tanto el secretario de Estado de Economía, David Vegara, como la directora general del Tesoro, Soledad Núñez, pidieron a la banca —y con especial "cariño" a sus presidentes Emilio Botín y Francisco González— que acudieran a presentar sus credenciales a las primeras subastas del Fondo de Adquisición de Activos Financieros (FAAF), por lo menos que hicieran acto de presencia para ver cómo funcionaba la subasta, mediante la cual las entidades venderán sus títulos de calidad al Estado y así obtendrán liquidez.
Pues bien, ni las sugerencias de Vegara, ni el último acercamiento de Soledad Núñez a algunos altos cargos de los bancos que acudieron al almuerzo con Solbes en la APD el pasado jueves, han dado resultado.
Santander y BBVA (accionista de referencia de esta web) prefieren no dar ningún tipo de argumento al Gobierno de Zapatero para que, dentro de unos meses o unas semanas, pueda 'meter la cuchara' en su accionariado, según fuentes financieras, sabedoras de que ambas entidades coincidían en mantener esa posición. La actitud de Botín y Francisco González no ha variado, a la vista de su decisión de no acudir el jueves pasado ni esta mañana a la subasta, aunque la relación entre ambos bancos sea más que tensa desde la semana pasada.
Que no, que no, ZP...
¿Razones para esa tensión? Hace años que Santander y BBVA viven una pasión sometida a periodos cíclicos. Tan pronto se aman —obligados por las necesidades impuestas desde fuera, como la regulación bancaria o las pretensiones del Gobierno de turno— como se odian, como buenos competidores y contrincantes que son. En períodos de odio, las jugarretas más o menos limpias van engrosando la mística de sus empleados y de los analistas del sector. Es lo habitual entre entidades de este tamaño y características, donde el corazón late por el dinero y el poder. Naturalmente, los bancos centrales, en este caso el Banco de España, jamás han pensado en elaborar una provisión 'contracíclica o anticíclica' que evitara los riesgos que entrañan los periodos de mala leche entre ambos monstruos bancarios.
Ahora estamos en periodo de mala 'milk' —dicen los finos que en inglés queda mejor— por la última jugarreta del banquero cántabro. El pasado lunes 10, Botín anunció una ampliación de capital de 7.194 millones de euros, el mismo día que Zapatero recibía a los cuatro grandes de la banca en La Moncloa. Demostraba así que no necesitaba acudir al Gobierno, aunque se sentara en el sofá con Zapatero, y poniendo al BBVA en una situación desagradable con respecto a los ratios de capital y los comentarios que algunos bancos de inversión habían hecho sobre las necesidades de la banca española.
Horas después, el BBVA reaccionaba con otra jugadita de las de periodo anticíclico, "con muy mala baba", decían entre analistas cercanos a la entidad cántabra, al enviar una circular a sus oficinas, donde se advertía del "riesgo" que conllevaban las acciones del banco cántabro.
Pero, pese a que se tiraron los trastos a la cabeza el lunes, los dos gigantes de Europa y América Latina mantienen el tácito acuerdo de no pedir ni un duro al Estado. "Lo primero que hará el Gobierno, si acudimos a sus subastas de liquidez, será exigirnos cuentas sobre los sueldos de nuestros ejecutivos. Y lo hará con derecho, porque, al darnos dinero, podrá exigirnos sobre la gestión y lo que cobran nuestros equipos. Lo segundo, hacer como el resto de los Gobiernos de Europa y el de EEUU, tomar una participación entre nuestro accionariado. Y en eso puede que sea en la única cosa en la que Botín y FG están absolutamente de acuerdo. No se puede abrir la puerta a un Gobierno —sea socialista o popular—, ni aunque el presidente Zapatero nos ponga la cara de cordero que ha enseñado estos días".
Así de rotundo y sincero es uno de los más altos ejecutivos de uno de los dos grandes bancos españoles. ¿Y qué van a hacer los demás bancos, los medianos, que sí necesitan liquidez? Acudir solitos, arropados por las cajas y el Gobierno. Después de todo, Pedro Solbes no hará públicos los nombres de quienes han subastado sus títulos hasta dentro de cuatro meses. Y, para entonces, a saber cómo estarán las cosas.
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