Zapatero presume de la llamada de Obama y de la silla prestada en el G-20

La misión: reformar el sistema financiero internacional. Glups. Una tarea digna de un gran grupo de superhéroes. Así resulta más comprensible la exultante satisfacción con que el presidente español ha anunciado personalmente esta mañana su presencia en la cumbre que reunirá en Washington a las 20 mayores economías el próximo día 15.

(REUTERS)

Se lee la satisfacción en su cara explicando la charla con Obama.

Con la camisa y el traje demasiado holgados, evidenciando una pérdida de peso quizá propiciada por la acumulación de disgustos, sólo su cara contrarrestaba su cansado aspecto. Le brillaban los ojos y la sonrisa le iluminaba. Parecía un niño que acaba de sacar un sobresaliente y puede presumir de haber cumplido su obligación con creces. España, por primera vez, logra hacerse hueco en una reunión de los países más influyentes, encuentros que hasta ahora estaban cerrados para nosotros. Lógica la emoción. 'Es una ocasión crucial, podemos participar directamente en las propuestas de lo que habrá que hacer en el futuro', ha insistido el presidente a media mañana de hoy, desde Moncloa. No importaba que fuese sábado, a Zapatero le hacía ilusión contar él mismo que 'era fundamental que se reconociera el peso de nuestro país'. Y para llevar los deberes preparados se reunirá hasta con Mariano Rajoy, además de con los agentes sociales -sindicatos y empresarios- y las principales entidades financieras.

Lo de menos es que Francia haya cedido uno de los dos sitios que le correspondían, uno como potencia y otro por la presidencia de la UE. El presidente ha pasado por alto el previsible coste de tan generoso gesto por parte de Sarkozy y se ha centrado en el derecho natural derivado del puesto patrio como 8ª potencia mundial. 'El esfuerzo ha dado sus frutos' ha sido la frase con la que Zapatero se debía referir a las negociaciones entre los dos países vecinos porque hoy no iba a permitir que nada le amargara los éxitos. Desde junio no había habido ocasión de celebraciones, así que las preguntas en torno al precio del asiento en la cumbre se han pasado por alto, de la misma manera que ha preferido obviar el interés de un periodista sobre si estaba invitado a la cena que Obama celebrará el viernes en Washington.

La alegría de haber escuchado al otro lado del teléfono la voz profunda y convincente del presidente electo de Estados Unidos dirigirse a él personalmente opacaba cualquier detalle. Ese hombre negro y elegante, que lleva meses hablando sin parar a los potenciales votantes a través de la televisión, ayer conversó con él en exclusiva. 'Quiero decir que he recibido una llamada de Obama, muy cordial, y le he transmitido el sentido profundo que en España se ha otorgado a su victoria electoral (...) Una conversación muy, muy positiva, que confirma lo que he pensado de cuales son sus objetivos'. Da igual que el contenido de la charla haya sido como el que se mantiene en el ascensor con el del ático sobre el tiempo pero traducido al lenguaje político. El gesto era esencial. Explicar la posición española en la cumbre —"exigencia máxima" de transparencia y supervisión del sistema financiero, y también de subrayar la importancia de la lucha contra el cambio climático y la pobreza, y de relanzar la Ronda de Doha sobre el comercio mundial— era casi una excusa. Ahora se entiende mejor la orgásmica rueda de prensa. Aunque en el aire queda un interrogante. ¿Habrá hablado Zapatero en inglés, dado su mediocre dominio del idioma? ¿Sabrá Obama castellano? ¿Utilizarían intérprete?