Llega a nuestras pantallas 'JCVD', inspirada en la vida de Jean-Claude Van Damme, interpretada por él mismo, y rodada en su país natal, Bélgica. En esta falsa peli autobiográfica vemos a un Jean-Claude Van Damme que, hecho polvo tras su divorcio, va a visitar a su madre y termina involucrado en el robo de un banco. Al contrario de lo que se puede esperar, ésta no es una peli de acción, sino de sentimientos de una estrella de cine en el ocaso de su fama (increíble pero cierto: lo veremos hasta llorar). 'JCVD' no es una película desmitificadora, sino una reivindicación del actor. Y, por cierto, fue una de las cintas más esperadas del Festival de Sitges. Su director es el semidesconocido Mabrouk el Mechri, que ya se interesaba por el actor a los 15 años, y a quien entrevistamos a continuación.
PREGUNTA: ¿Conocías ya a Jean-Claude Van Damme antes de que arrancase el proyecto de 'JCVD'?
RESPUESTA: Yo ya había tenido varios encuentros con él mucho antes de ponernos a rodar. No se mete uno en un 'plató' así, venga, diciendo "allá vamos". Habíamos hablado varias veces y todo en él me indicaba que se trata de alguien que sabe escuchar. Para que un actor sea capaz de una buena interpretación, es imprescindible que posea esa 'calidad de escucha' y una de las primeras cosas que me sorprendieron en Van Damme es que parece no estar escuchando, como si se encontrara en otro sitio, y de repente puede referirse a algo que se le ha dicho diez minutos antes con una respuesta extremadamente clara. Luego la 'calidad de escucha' está ahí. Además es alguien que conoce bien la cámara, que conoce el cine. No hay que olvidar que lleva 20 años haciéndolo. Estaba claro que no iba a haber ningún problema, que nos encontrábamos en buenas manos.
P: 'JCVD' no es una película desmitificadora, sino una reivindicación del actor. ¿Cuándo y por qué empezó a interesarte Jean-Claude Van Damme?
Trailer de 'JCVD'
R: Mi primer momento de interés se remonta a cuando tenía 15 años, un interés de espectador, de chaval al que le gustaban las películas de acción y los deportes; luego me metí en otras cosas, pero un día ese interés se despertó de nuevo. Un actor se vuelve más interesante cuando se encuentra en el final de un ciclo que le exige renovarse y ésa es exactamente la situación en la que se hallaba Jean-Claude cuando fui a verle. Ya no le gustaban sus películas, ya no estaba satisfecho con el personaje, ya no se sentía a gusto con la imagen que el público tenía de él. En tanto en cuanto la persona que le abordase lo hiciera honradamente, se le acercara con respeto, iba a poder lograr que se abriese, a dar lugar a algo que mereciera la pena. Cuando uno se encuentra con una oportunidad como ésta no se le da la espalda. Muy al contrario: eso despierta la curiosidad que uno tiene como persona y la curiosidad que uno tiene en tanto que realizador cinematográfico.
P: Jean-Claude Van Damme es un ídolo en Bélgica. ¿Ha influido eso en tu decisión de rodar allí?
R: Rodar con Jean-Claude Van Damme en Bélgica suponía que lo hiciese por primera vez en su país. Rodamos en un barrio en el que Jean-Claude hacia 'jogging' cuando tenía 20 años. Irremediablemente, hay cosas que se transparentan en el rostro cuando uno está en el lugar donde transcurrió su infancia y al que se vuelve ya cumplidos los 47. Eso era un valor añadido. Normalmente las historias de Jean-Claude están ambientadas en sitios con los que él no tiene ninguna relación, mientras que Bélgica es de alguna forma su vida. Sus padres siguen viviendo allí. Por otro lado, para Jean-Claude interpretar su papel en francés significaba recuperar la lengua materna. No se habla del mismo modo cuando uno está en casa, no se expresan igual las emociones, no se comporta uno igual. Eso suponía que Jean-Claude iba a poder desembarazarse de los 'tics' adquiridos en Hollywood.
P: ¿Ha participado Jean-Claude Van Damme de alguna forma en la gestación de la película? ¿Hay algo suyo en el guión?
Director y actor.
R: Jean-Claude Van Damme es un actor excelente cuando es eso: un actor. Así que no ha tenido otra participación que la de decir 'sí' al proyecto y después interpretarlo. Su tarea era concentrarse en un personaje. Ése era nuestro trato. Desde el principio le dije: "No es una película de Jean-Claude Van Damme. Es una película sobre un personaje que se llama Jean-Claude Van Damme. No busques controlar nada. Déjate hacer como actor. Recupera el placer de actuar. Yo me ocupo del resto". Y, finalmente, ha resultado ser algo que, creo, él mismo venía buscando desde hacía tiempo. Que lo dirigiesen. Es un actor formidable si se encuentra cómodo, si confía en quien lo dirige. Jean-Claude ha estado siempre inmerso en un mundo de realizadores no demasiado buenos y él mismo, por su condición de 'estrella', se ha inmiscuido en cosas como el control del 'casting', el control del montaje, etcétera, lo que para mí supone un error total. La función de un actor es dejarse llevar. No es la de controlar. Su papel ha sido ése: el papel de Jean-Claude Van Damme. Ni más ni menos. Y es por eso por lo que está tan bien en la película.
P: El monólogo que interpreta es estupendo. ¿Sabía que lo iba a hacer así de bien?
R: No. No porque nos comprometimos explícitamente a no ensayar esa escena. Acordamos limitarnos a tomar notas, prepararla. Hay escenas que no conviene 'calentar' demasiado. Que se bata el 'récord' del mundo en el entrenamiento y no en la prueba es una lástima. Así que yo no quería que tuviese una idea precisa de lo que iba a ser la escena hasta que no se encontrara en el plató. Tomamos notas, en efecto, hablamos sobre ello, pero todos, él, yo, la gente del equipo, que no éramos conscientes de verdad de lo que habíamos hecho, nos quedamos asombrados con el resultado. Es un momento increíble cuando se llega a eso en un plató, cuando todo el mundo se sorprende de lo que acaba de suceder. Generalmente el equipo, el realizador por lo menos, controla hasta cierto punto lo que ocurre. Aquí no fue el caso. Fue un momento de libertad total. Y realmente en el plató se generó un ambiente extraordinario. Yo estaba de rodillas. Cuando dije "¡Corten!", me levanté para ver de inmediato lo que habíamos rodado y las rodillas no me respondieron, me caí, la escena nos había dejado a todos sin capacidad de sostenernos sobre nuestros pies.
P: El malo de la banda, en un registro muy de 'cine negro' francés, asusta de verdad. Actores, producción, ¿qué momento atraviesa el cine francés?
Un momento del rodaje.
R: No me hago una idea del cine en Francia. O en Estados Unidos. Las películas son prototipos. Cuando un piano sale a la venta, es un instrumento fabricado en serie. Así que puede compararse con otros pianos. Una película no se parece a ninguna otra. Ni si es un 'western', una película de género. Intento juzgar las películas a partir del hecho de que se trata de objetos únicos. Los movimientos en el cine, los géneros, para mí no significan mucho. Si una película me gusta o no me gusta es mi único criterio.
P: Ya para terminar, ¿nos puedes contar algo de tu próximo proyecto, 'Sage Femme', con Vanessa Paradis?
R: Una cosa que me ha enseñado el rodaje de 'JCVD' en relación con mi primera película es que a partir del guión empieza a vivir un producto que evoluciona constantemente. Hoy sólo puedo deciros que es una historia de amor entre una mujer sabia, la esposa común y corriente, y un prestamista; pero desde ahí la película será la suma de la colaboración con Vanessa, del hecho de rodar en Nueva York, de sentir Nueva York, cómo será Nueva York en el momento del rodaje, igual que cómo era Bruselas cuando rodábamos 'JCVD'. Será una comedia romántica. Será… será otro prototipo.
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