La vida de las osas

¿Por qué dedicar un libro por entero a las osas de la Cordillera Cantábrica? Como explican los estudiosos de esta especie que han escrito esta nueva obra con las hembras como protagonistas, de todas las observaciones que se pueden realizar de estos grandes carnívoros en libertad, la de las osas con crías resulta siempre la más reconfortante. Los machos adultos son más huidizos y se mueven por territorios mucho más amplios, lo que convierte en realmente complicado el llegar a verlos en el visor de unos prismáticos o de un telescopio. "Una osa con sus oseznos, especialmente cuando tienen poca edad, componen una de las escenas más estremecedoras y simpáticas que puedan observarse en la naturaleza", comenta José Manuel Reyero, editor de este libro titulado "Osas", promovido por la Fundación Oso Pardo y la Fundación Biodiversidad.

FAPAS

Una osa enseña a su cachorro cómo marcar un tronco (imagen captada por cámaras-trampa de FAPAS)

Pero, además, todas estas observaciones tienen un especial valor científico y ayudan de forma decisiva a conocer mejor esta especie. De hecho, el seguimiento de la evolución de este animal en las montañas cantábricas, como en la mayoría de las zonas oseras del mundo, se realiza por medio del conteo y control de las hembras con crías, los individuos con mayor importancia demográfica. Las cifras que se suelen dar sobre el total de osos que quedan en las dos grandes poblaciones de la Cordillera Cantábrica (unos 100-130 ejemplares) constituyen en realidad estimaciones aproximadas a partir del seguimiento de las hembras. ¿Que qué dicen estos conteos? Pues como indican los autores de este libro, los investigadores Guillermo Palomero, Fernando Ballesteros, Juan Carlos Blanco, Alicia García-Serrano, Juan Herrero y Carlos Nores, en los años 2005 y 2006 se detectaron entre 15 y 18 osas acompañadas de cachorros en la Cordillera Cantábrica, lo que significa que su número prácticamente se ha duplicado en los últimos diez años.

Como detallan estos expertos, es al llegar el mes de enero, en plena hibernación, que las osas preñadas paren de una a tres crías ciegas y desnudas. Estos oseznos permanecerán dentro de las oseras unos cuatro meses para salir con unos 3 ó 4 kilos de peso. Las observaciones más tempranas de crías en la Cordillera Cantábrica fuera de estos refugios se han producido hasta ahora en el mes de abril. Madre y cachorros estarán juntos durante un año y medio, hasta que llegue el momento de separarse. Esta especie se estructura en forma de agrupaciones matrilineales: al independizarse los machos se dispersan por grandes áreas que pueden alcanzar los 12.000 km², mientras que las hembras se quedan cerca del territorio materno.

Juegos e infanticidios

Las muchas jornadas de observación dedicadas a las osas con crías desde hace cerca de 20 años han permitido recoger muchos datos sobre su comportamiento: sobre el celo, la lactancia, los juegos o incluso los infanticidios. Durante el seguimiento de las osas con crías cantábricas, los investigadores han llegado a registrar 716 instantáneas relacionadas con el juego, ya sea de los oseznos solos o con su madre. Como se detalle en el libro, a los oseznos les gusta subirse a robles, hayas, abedules, serbales o sauces, mordisqueando y arañando sus ramas. También se divierten llevándose a la boca palos, subiéndose a piedras y tocones, dando zarpazos a la hierba, persiguiendo pequeños animales o peleando entre ellos. "Cuando llueve, hay un cambio claro en la actividad de las crías, que no parecen dedicar mucho al juego, sino que siguen a la madre de cerca, muy formalitas. Se ha señalado que en varias especies el juego desaparece ante situaciones de estrés o de privación de recursos básicos, como la comida", se incide en la obra.

Otro comportamiendo estudiado es el de los infanticidios. Los investigadores aseguran haber detectado entre 1996 y 2007 al menos ocho casos de oseznos muertos por ataques de osos macho, "lo que pone de manifiesto su importancia". Se cree que este fenómeno constituye una estrategia adaptativa de los machos para mejorar su éxito reproductor, pues así incrementan sus oportunidades de reproducirse con la madre. Curiosamente, según los autores del libro, las osas también han desarrollado diversas estrategias para evitar estos ataques, pudiendo ser una de ellas la promiscuidad sexual. Este otro comportamiento observado en algunas osas cantábricas que copulan con diferentes machos tendría así como objetivo el confundir a los osos sobre la paternidad de sus futuras crías. Pues los machos no atacarían a los oseznos que pudieran ser descendientes suyos.

Aunque en la última década casi se ha duplicado el número de osas con oseznos, no ha ocurrido así con el área reproductiva de la especie y los territorios perdidos resultan muy difíciles de colonizar. Este curioso trabajo pone una vez más de manifiesto la importancia de volver a unir las dos grandes poblaciones oseras de la Cordillera Cantábrica. Ambas están separadas en apenas 40-50 kilómetros y existen referencias de que al menos un macho nacido en la población occidental ha estado en la oriental en los últimos años. Sin embargo, hoy el contacto es muy infrecuente y los estudios moleculares muestran que ambas poblaciones están aisladas genéticamente, siendo éste un problema que disminuye su viabilidad. Esos 40-50 kilómetros de separación están atravesadas por importantes infraestructuras humanas (carretera nacional, autopista, línea de ferrocarril, explotaciones mineras, estaciones de esquí...), lo que dificulta la conexión efectiva entre ambas. Por ello, los investigadores consideran primordial "llevar a cabo acciones de mejora y conservación dirigidas a lograr unas buenas condiciones para el tránsito y la superviviencia de los osos en el territorio intermedio". [ No lo nombran en el libro, pero resulta inevitable acordarse de proyectos como el de la macroestación de esquí de San Glorio promovidos en estos mismos territorios].