Vuelve el pecado: al fin se puede fumar en público

DOHA (QATAR).-  Fumo por fin un cigarrillo en la playa mientras puedo ver, a través del Corniche o bahía de Doha, los rascacielos despegando entre la arena impulsados por el precio del petróleo y la inmensa bolsa de gas que se esconde como un tesoro intangible y etéreo bajo las aguas al norte de la península plana, rocosa y seca que es Qatar.

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La parte moderna de Doha...

Hace algunos días que terminó la fiesta de Eid al Fitr con la que culmina el mes santo del ramadán. Los bares de los hoteles, cerrados durante el periodo, sirven rondas de nuevo a gentes de cien países mientras está permitido comer, beber y sobre todo, lo que más nos afectaba a los residentes extranjeros con el vicio, fumar en público durante el día. No poder fumar, eso sí que es duro, vital, te hace olvidar incluso el agua o la comida. Es un hecho que los mahometanos fumadores deben hacer el doble sacrificio de no fumar además de ayunar. Sin duda tienen mucho más cerca šAl Jannaš, el jardín colmado de delicias al que sólo los justos tendrán acceso.

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Y, en contraste, la parte antigua.

Tanta santidad, ayuno y sacrificio generalizado es a menudo percibido en Occidente como un exótico exceso de la atávica media luna de Oriente, y esto a pesar de que cada día nos toca más de cerca a través de los crecientes emigrantes musulmanes. Nos olvidamos que en la España católica hace poco más de dos telediarios, o nodos, después de los controlados excesos de Don Carnaval, llegaba Doña Cuaresma con ese tono severo y grave de ayuno y viernes de abstinencia de carne culminado en una Semana Santa de procesiones, misas, viacrucis, Viernes Santo sin cine ni fiestas y alguna película sobre la pasión de Cristo en la tele.

Pasado el paréntesis de virtud, mis amigos vernáculos vuelven como yo a la rutina de los viejos vicios diurnos y nocturnos; beber, salir, lo de siempre… Durante el pasado mes, sólo algún irreductible de cuyo nombre no me quiero acordar se atrevía a romper el espíritu de la cuaresma y tomarse alguna noche unos vodkas sin hielo como acostumbra. Sin embargo ahora, a juzgar por las apariencias y no las estadísticas, que nunca existirán aquí para estas cosas, parecen ser bastantes los que liban de nuevo con placer los frutos de la vid o los varios destilados del grano.

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Estas vacaciones morales pueden fácilmente tildarse de mera hipocresía, a no ser que se entienda la percepción local del pecado y de la fe. En Qatar, como en la mayoría del mundo árabe, existe una verdadera fe que impregna todos los aspectos de la vida, como ya hace siglos que olvidamos en Europa. No ha habido nunca un Renacimiento musulmán que oponga el individuo y la razón a la fe y la sociedad religiosa, como sucedió en el mundo cristiano a partir del siglo XV.

Sexo drogas y rockŽn roll tientan hoy por igual a gente de todo el planeta, pero mientras en el Oeste ha desaparecido mayoritariamente el sentimiento de culpa , aquí para la mayoría de los transgresores sigue siendo obra inequívoca de 'Satán' y un pecado que tarde o temprano hay que controlar si se quiere uno ganar el paraíso. En ramadán el pecado se transforma en sacrilegio, y pocos se atreven a hacer lo que, en otros momentos, tanto la sociedad como ellos mismos admiten como admisible y perdonable.

Probablemente existe un grado de hipocresía en esta sociedad como la hay en casi todas , pero bajo el manto de la doble moral la fe y el pecado viven aquí todavía haciendo la vida a veces, aunque no os lo creáis, un poco más humana que en casa.