Los secretos de ZP para subir el sueldo a los funcionarios en plena crisis

Si estás cabreado porque a tu primo el funcionario le van a subir el sueldo el año que viene un 3,8%, mientras que tú acabas de perder tu contrato laboral pese a lo bueno que eres, más vale que antes de pelearte con él, te informes de las razones por las que los funcionarios son unos "privilegiados".

(EFE)

Funcionarios en huelga el pasado febrero.

El escenario

Estás angustiado porque trabajas en una empresa de publicidad y cada día ves que hay menos negocio, incluso se avecina algún despido. O te acabas de quedar en el paro, porque el hotel donde has trabajado este verano de recepcionista no te ha renovado el contrato pese a tu dominio de tres idiomas. La respuesta está clara. Es la crisis.

Mohíno y harto, quedas a tomar una copa con tu primo o una amiga. O con tu tío favorito. Cualquiera de los tres te vale, tienen un rato por la tarde. Trabajan en una oficina de la Seguridad Social, en un ministerio o en un cuartel. Tienen un horario que les permite ir a la facultad por la tarde o hacer un curso de arte con el que tu madre siempre soñó. Son funcionarios.

Al primer sorbo de la copa, escuchan tus cuitas y te comprenden, pero notas que ellos están tranquilos, seguros. Y, además, el primo funcionario -con el que siempre has tenido cierto pique- te dice que este año a ellos les van a subir también el IPC, la inflación. ¡Y te cabreas! ¡Vaya que si te cabreas! ¡Todo el mundo en crisis, apretándose el cinturón, y este Gobierno va y sube el sueldo a los 2,5 millones de funcionarios públicos -repartidos entre las tres administraciones: central, autonómica y local- que hay en este país!

Después de un duro reproche entre tu primo y tú, tiras sobre la mesa los euros que cuesta la copa, y te largas para que las cosas no vayan a más cuando te ha gritado que debías haberte currado las oposiciones en vez de elucubrar con la creatividad publicitaria.

Las razones oficiales

Pues sí, es verdad. El Gobierno mantiene la subida salarial a los 2,5 millones de funcionarios porque es una promesa de hace cuatro años, cuando los sindicatos mayoritarios cerraron un acuerdo con el entonces ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, por el que durante cuatro ejercicios recuperarían el poder adquisitivo que habían perdido en las sucesivas congelaciones que había decretado el Gobierno Aznar. Por eso, en 2009 -el último para el que rige ese acuerdo- los empleados del Estado percibirán un incremento salarial de su sueldo base del 2%, al que se sumará el complemento específico por pagas extraordinarias, que se sitúa alrededor del 1%, más las aportaciones al fondo de pensiones, que suponen otro aumento aproximado de medio punto. Así, los salarios de los funcionarios subirán alrededor del 3,8% el año que viene.

Estas razones no son nada nuevas. Ni siquiera se han desvelado esta semana, cuando Pedro Solbes presentó los Presupuestos. Ya a primeros de septiembre Economía confirmó que se mantendría el compromiso adquirido con los sindicatos para los cuatro años citados.

Razones extraoficiales

En su día, ya se dijo que al vicepresidente económico y ministro de Economía no le hacía ninguna gracia tener que mantener esa subida del 3,8% cuando las cosas están como están. Solbes hasta expresó su preocupación por la activación de las cláusulas de salvaguardia en la actualización de los salarios si hay repunte de la inflación -peligro que se ha alejado por el momento-, pero no pudo decir que no al presidente Zapatero.

Al parecer, Zapatero fue incapaz de resistirse a las presiones de Cándido Méndez, el secretario general de UGT, ante una posible decisión de congelar a los funcionarios también. Y alguien convenció al presidente de que esa incoherencia, cuando todos los españoles tienen que apretarse el cinturón, podría quedar contrarrestada con el mensaje de que todos los altos cargos sí que tienen congelados sus sueldos.

Pero los que conocen bien a José Luis Rodriguez Zapatero apuntan, no sin cierta correa y maldad, que lo que el presidente no podía soportar era una sesión en el Parlamento en la que Rajoy se tomara la revancha. Porque cuando en 1996 Rato ordenó la congelación del sueldo de los funcionarios, tuvo que ser el entonces ministro de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy, quien llevara a cabo tan desagradable encargo. Zapatero, posteriormente, utilizó esa medida contra el PP, y especialmente contra Rajoy.

El ego de Zapatero no soportaría ahora la socarronería del gallego, devolviéndole la pelota y echándole encima a 2,5 millones de funcionarios, que saben cómo y a través de quién amenazar con una huelga general.

Por último, la razón definitiva fue la que se armó aplicada en el año 1997, precisamente porque el Gobierno Aznar rompió un acuerdo del Ejecutivo socialista con los sindicatos, en el que se habían previsto las subidas salariales para tres años.