Mundo, demonio y televisión

Ha muerto Corrado Balducci. Por si su nombre no les dice nada, les contaré que era nada más y nada menos que el exorcista oficial del Vaticano. Lo que se viene llamando un demonólogo. Balducci creía en los poderes del maligno, y frecuentaba los platós de la televisión italiana para hablar de ciencias ocultas y satanismo. Un cura singular que intentaba salvar a la humanidad de la música rock, un estilo musical que, decía, "incluye mensajes subliminales satánicos, que empujan al mal y al suicidio".

Emilio Naranjo (EFE)

El consejero delegado del Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián, pide que no haya "amiguismos" en la reforma audiovisual impulsada por el Gobierno.

Con la pérdida del bueno de Balducci, un hombre acostumbrado a vérselas con los personajes más perversos, retorcidos y rastreros que podamos imaginar, se desvanecen todas las esperanzas de que regrese el orden al panorama audiovisual español. Y no lo digo porque María Antonia Iglesias estuviese ayer de tertuliana en el programa de María Teresa Campos, cuando sólo unas horas antes había tenido una pelea tabernaria con otro impresentable, Miguel Ángel Rodríguez, en 'La noria'. Lejos de vetar a esta niña del exorcista, habituada a lanzar verdes exabruptos por su boquita de piraña, la reclaman en otros programas de la cadena: lo que genera audiencia es la bilis, no el periodismo.

No lo decía por María Antonia, insisto, sino por Juan Luis Cebrián, que ni corto ni perezoso exige una "reforma audiovisual sin amiguismos". Sólo le falta decir que para variar, puesto que ya ha habido varias con amiguismos: en 1988, con González, llegó Canal +, y en 2005, con Zapatero, Cuatro. Pero los tiempos están cambiando, y ya nada es lo que era.

Celestino Corbacho, ministro de Trabajo e Inmigración, dice que "el Gobierno actual no es ni de derechas ni de izquierdas". Tiene razón: es de Roures. De un empresario catalán, este sí de izquierdas de toda la vida, que ha revolucionado a golpe de talón el panorama audiovisual. Con su periódico (Público) y su tele de la señorita Pepis (Gol TV), el mecenas de Woody Allen nos recuerda a todos que, cuando hablamos de medios de comunicación, la ideología y el poder son importantes, pero la meta es la pasta.

Los que fueron viejos amigos de PRISA ahora quieren hundirla: tienen sus propios negocios de comunicación. Los viejos enemigos de PRISA, con 'El Mundo' al frente ("Digital Plus, sobrevalorada", titulaban a toda página), ven grietas en la línea de flotación enemiga y crean alianzas insólitas: "Viva el fútbol (gratis)" rezaba la portada de Marca hace unos días.

Corrado Balducci, demonólogo, era el único hombre moralmente capacitado para poner orden en el mecano audiovisual español, el único mediador con experiencia en tratos con el maligno, habituado a negociar lo diabólico, lo perverso y lo depravado, como para escuchar a las partes en conflicto, atemperar sus avaricias y salir airoso del envite. Con su muerte, una gris incertidumbre se ciñe sobre la pusilánime reforma audiovisual de Zapatero. Una reforma que, más que preocuparse por mejorar la calidad de la televisión que vemos, busca la creación de nuevos grupos de poder.

Lástima: una democracia sólo es real si los medios son libres e imparciales.

"El poder político no es sino el tercer poder", asegura Ignacio Ramonet en la frase que cierra el 'motivo para no ver la televisión' de hoy: "Antes está el poder económico y luego el poder mediático. Y cuando se poseen estos dos, como bien ha demostrado en Italia el Sr. Berlusconi, hacerse con el poder político no es más que una formalidad".

Un motivo para no ver la televisión

Cómo nos venden la moto (información, poder y concentración de medios).
Autores: Noam Chomsky e Ignacio Ramonet.
Editorial: Icaria

Chomsky y Ramonet escriben textos tan breves como contundentes sobre la propaganda, es decir, sobre los medios de comunicación. "La propaganda es a la democracia como la cachiporra al estado totalitario", dicen. Y analizan el porqué de los medios, cómo se fabrica opinión, cómo se crea un pensamiento único, cómo fabricar persuasión invisible o cómo se multiplica el poder de los medios con la aparición de nuevas herramientas y tecnologías. Un libro breve (92 páginas), barato (siete euros) y que se disfruta de la primera a la última línea.

"Agotados por el trabajo, horrorizados por el paro, angustiados por el porvenir, hechizados por la televisión, aturdidos por los tranquilizantes, los ciudadanos sufren un adoctrinamiento constante, invisible y clandestino. ¿Pueden contar con la prensa, con ese recurso del ciudadano que a veces se ha llamado cuarto poder y que, tradicionalmente, en las democracias, tiene por función principal desvelar la verdad y proteger a los ciudadanos contra los abusos de los otros tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial)? De hecho, para decirlo llanamente, no".

El texto de Ignacio Ramonet se refiere a la prensa escrita, pero se puede aplicar perfectamente a la televisión.