El trauma de cuadrar un presupuesto en época de crisis

Llega el otoño y ninguna empresa se salva: hay que preparar los presupuestos para el próximo año. Y en esta ocasión toca hacerlo con un handicap. La crisis económica, que el propio ministro de Economía ha dicho que tocará fondo en 2009, no favorece la generosidad. Dado el panorama en el que estamos inmersos y viendo la que se avecina, cada empresario recorta de donde puede.

(Istockphoto)

La falta de ingresos obliga a recortar presupuestos.

Ni carpetas nuevas, ni cambio de grapadoras, ni ninguna otra inversión extra en material. En la cooperativa de ganaderos de la que Pedro Molina Barragán es gerente se acabaron los lujos innecesarios. El recorte de presupuesto fue su objetivo a finales de 2007, cuando la crisis llegó al sector de la ganadería, y vuelve a serlo ahora. "Dicen que la situación va a empeorar, así que tendremos que volver a ajustar como ya lo hicimos el año pasado", comenta.

En los presupuestos que prepara Pedro para el próximo año no sólo se han eliminado las partidas para renovar material, tampoco se incluyen las gratificaciones por producción en el salario de los empleados. Ésta es una de las alternativas más recurrentes en época de crisis. Según el Estatuto del Trabajador, sólo se pueden bajar los sueldos fijos con el consentimiento expreso del empleado, pero con las variables —que aplican en el 80% de las empresas— la cosa es diferente. De hecho, en general las sociedades pueden aplicar su reducción instantáneamente, a través de una simple comunicación. Pedro cuenta que además se dejarán de pagar horas extras. "Más bien lo que se hará es evitar tener que hacerlas, trabajaremos más duro y así no habrá que pagarlas", explica.

Donde dice que se ha ajustado mucho (y se seguirá haciendo) es "en las comidas de empresa". En la de Pedro, como en las mayoría de las compañías, no pueden dejar de hacerlas porque en algunos casos son imprescindible, pero en general "la política que se sigue y se seguirá es atender a los clientes en el despacho, con un café y punto". Lo mismo harán en Layma, dedicada a la comercialización de productos para regalo. Su gerente, Quique, explica que "si es con alguien importante sí que se pagarán, sobre todo para conservar clientela", pero si no es imprescindible no piensa en destinar dinero a ello.

Ahora que venden mucho menos, el objetivo es reducir gastos. Y... ¿cómo hacerlo? Existen partidas que no pueden eliminarse como la luz o el teléfono, por eso "lo primero que se está haciendo es revisar los contratos que la empresa tiene con otras compañías y si alguno se puede negociar, se negocia". Eso es lo que ha hecho Pedro con los seguros de responsabilidad civil, robos e incendios. "Hemos negociado unos y en otros casos nos hemos cambiado a compañías más económicos".

Quique dique que hay otras cosas en las que también pretenden ahorrar. Sólo se contratará a transportistas cuando sea imprescindible y en vez de taxis cada trabajador llevará su propio vehículo. "Al ser una empresa pequeña es fácil que todo el mundo sepa que tiene que apretarse el cinturón y de hecho, la gente se involucra", explica. En Layma no han tenido que hacer un comunicado a la plantilla aunque en compañías grandes esto sí es frecuente. Cuenta Alberto, un trabajador de un banco gallego, que en el mes de julio mandaron un mail en el que después de una serie de indicaciones del tipo "sólo se realizarán los desplazamientos necesarios", la nota insistía en que "hay que reducir gastos".

La medida más sangrante

Tras un control estricto de los gastos, un reducción de inversiones o el congelamiento de sueldos, lo siguiente es el recorte de personal. Quique dice que ellos no tienen pensado echar a nadie, "es más, se contratarán más comerciales para captar clientes", aunque Pedro nos cuenta que en 2008 tuvieron que echar a cuatro empleados en su cooperativa.

(EFE)

En construcción se ha tenido que echar a mucha gente.

Algo similar pasó en la empresa de Marcos, ingeniero industrial. Pero a él le pilló del otro lado. Un buen día le dijeron que al día siguiente no fuese a trabajar. Sin más explicaciones que "no hay trabajo", tuvo que recoger sus cosas y marcharse. En su empresa se fue un 65% de la plantilla a la calle y "sólo dejaron a los que firman proyectos y a los de los sueldos más bajos". En otras compañías lo que se suele hacer es no renovar contratos temporales o directamente, adelantar las prejubilaciones.

A estas alturas del año es imposible saber cuántas personas perderán su puesto de trabajo en 2009, aunque según los expertos todo apunta a que muchas empresas aprovecharán la crisis para hacer limpieza de personal. Lo que sí parece seguro es que no habrá más contrataciones. Según un estudio de Manpower, en el último año, desde el cuarto trimestre de 2008, ha bajado la contratación un 18% y en "2009 ésa será la tónica general".

El momento de las empresas de recolocación

Y ahora que aumentan los despidos y los expedientes de regulación de empleo entran en juego las empresas de recolocación o 'outplacement'. Su papel será buscar nuevos empleos para los trabajadores despedidos por empresas que hayan contratado sus servicios.

"En realidad lo venimos notando desde el mes de abril y mayo", explica Marta Romero de MOA BPI. Con el aumento del paro y de los despidos, su empresa tiene cada vez más trabajo, "además este sistema es relativamente nuevo en España —MOA BPI nació en 1990— y ahora con la crisis se están conociendo sus servicios".

Aunque históricamente, las 'outplacement' han trabajado con grandes empresas y las multinacionales, algunas pymes ha comenzado a hacer uso de este sistema. "Se recoloca a todo tipo de gente, desde directivos hasta operarios, y también de todo tipo de empresas. La principal novedad ahora es que "ha aumentado la contratación en el sector de la construcción, el inmobiliario y también el automovilístico".

¿En qué consiste su servicio? El objetivo es que la persona despedida encuentre en un plazo de tiempo que oscila entre los seis y los nueve meses un nuevo empleo acorde a su nivel. Para ello, se le da preparación, medios y ayuda de distinto tipo. Este servicio no tiene coste alguno para el empleado despedido, sino que los gastos corren por cuenta de la empresa que despide. ¿Cuál es entonces su beneficio? Marta habla de "responsabilidad social corporativa", aunque mucho tiene que ver con la buena imagen de la compañía, tanto de cara al exterior como hacia los empleados que quedan en plantilla.