Las pulgas de Donosti

Julio Camba estaba convencido de que San Sebastián era un nuevo sistema planetario, pero que carecía de temas literarios. Es decir, que una vez que el cronista trataba asuntos como la lluvia, la Concha, la ruleta (el Casino, segundo sistema planetario) y las pulgas, Donosti se agotaba. "Porque en San Sebastián no hay arriba de doce temas para artículos", escribió allá por 1917. La lluvia y la Concha son temas obvios y ampliamente trabajados, pero… ¿Qué me dicen ustedes de las pulgas?

Javier Etxezarreta (EFE)

Miguel Ángel Silvestre

Recorro los bares de la parte vieja y no veo ninguna pulga. Sólo pinchos, sobre los que las moscas se posan con inquietante impunidad. Paseo por la arena de la Concha, y ni siquiera saltan pulgas de agua. Cuesta imaginar que a comienzos del siglo XX la capital guipuzcoana fuese más conocida por la voracidad de sus parásitos externos que por su festival de cine.

Lógico, me dirán ustedes: el festival de cine comenzó en 1953. Ha sido necesario casi un siglo para que Donosti sufra una nueva plaga de pulgas, en este caso de carácter cinematográfico. Niñas de movimientos eléctricos que lucen tatuajes falsos y maquillajes innecesarios, se abrazan sin motivo, gritan histéricas a la menor ocasión y soportan horas de espera sin aparente deterioro físico. ¿Cinéfilas? Ni de coña. ¿Fanáticas? Sin duda.

Las pulgas de Donosti esperan la llegada del Duque, un personaje televisivo cuyos recursos interpretativos son inversamente proporcionales a sus abdominales. Pero han elegido mal el día y la hora: es el estreno de 'El niño con el pijama de rayas', un dramón que no tiene nada que ver con las tetas y los paraísos que frecuenta su ídolo. Por la alfombra fucsia pasan director, protagonistas, espectadores… pero no el portador del falso título nobiliario, que hizo el recorrido de gala un par de días antes. "Tiene un defecto", reconocían las elegidas que, durante esa jornada de gloria, lograron tener contacto físico con el sex simbol: "Tiene la piel áspera. Se le nota que no es tan suave como parece en la tele".

La tele, esa máquina de suavizar pieles. Y un telefilm, que es lo que parece "El niño con el pijama de rayas", película evidente basada en un libro obvio. Libro para pulgas adolescentes. Una historia simple, aceptable para un cuento, y para un corto, alargada de manera innecesaria aún más en celuloide que en papel. El resultado es un best seller, un melodrama construido para justificar la secuencia final, golpe de efecto que no justifica 100 minutos sin un solo giro, sin espacio para la imaginación.

Y hablando de imaginación. De ausencia de imaginación. Ayer comenzó Gran Hermano 10, ejemplo de pestilente longevidad, bandera pirata de una televisión apestosa, con la habitual selección de detritus humanos: los chulos, las fulanas, los maleducados, los sucios, los envidiosos, los insolidarios, Mercedes Milá… ¿Pulgas? No, piojos, ladillas, chinches. ¿Cómo es posible que semejante bochorno pueda seguir interesando a los espectadores? A un número suficiente de espectadores como para que Telecinco siga ganando dinero explotando tan perversa, degradante e inhumana fórmula.

Un motivo para no ver la televisión

Si esto es un hombre.

Autor: Primo Levi.

El Aleph.

El escritor turinés, de familia judía, vivió el horror de Auschwitz, donde trabajó en una planta industrial. "Si esto es un hombre" es la primera parte de la trilogía que dedica al holocausto, a los campos de exterminio, la máxima expresión de la crueldad y el dolor.

De la misma forma que "El niño con el pijama de rayas", libro y película, son visiones efectistas del drama, "Si esto es un hombre" es una narración despojada de artificios. Literatura y razón se unen para ayudarnos a entender uno de los episodios más ásperos, abominables e incomprensibles de la historia de la humanidad.

"Son alemanes: este comportamiento suyo no es meditado y deliberado, sino que procede de su naturaleza y del destino que han elegido. No podrían hacer otra cosa: si se hiere el cuerpo de un agonizante la herida empieza a cicatrizar, aunque todo el cuerpo vaya a morirse al día siguiente", escribe Levi.