Llegué a Donosti el miércoles agotado y moribundo, me acredité con prisas y subí las escaleras que llevan hasta la oficina de prensa como un ave de rapiña ávida de presas que entrevistar para llenar páginas cibernéticas de ídolos caducos, que tienen tirón. "Si me dices qué actores vienen, igual acabamos antes", le digo a la joven y perfumada secretaria sin ánimo de ofender ni de decirle cómo hacer su trabajo.
¿Javier Gutiérrez.?
Me dice unos cuántos; le indico los que quiero, y cuando llega a 'Tres días', ganadora del pasado Festival de Málaga, me dice por esta vienen Víctor Clavijo, Javier Gutiérrez... "Para, para, Javier Gutiérrez, apúntamelo, por favor". Sabía que aquella película no me valdría para vendérsela a los jefes porque pertenece a una sección alternativa de películas españolas ya estrenadas, pero Gutiérrez es el protagonista de 'Santos' (comedia sobre un superhéroe español que llega en octubre); ese tipo no se me podía escapar. Cuando me llaman al día siguiente para confirmar la cita, me dicen que qué tipo más majo, que cómo no iba a hacer la entrevista, que es un chico estupendo que da mil facilidades.
Pues qué bien, pienso, y lo cuadramos. Y es entonces cuando mi vida de hedonista festivalero torna en caos insoportable, el instante preciso que cualquiera de los 40 periodistas que ahora me rodean mientras escribo ha vivido: los horarios se superponen. Hay que elegir. Para poder ver todo lo que querría y escribir todo lo que debería me harían falta días de 136 horas. Y Javier era una bola que podía mantener en el aire más tiempo que Ben Stiller y Robert Downey Jr., que acudían a la vez a hacer sus graciosas monerías a una rueda de prensa super multitudinaria.
Le digo a prensa que lo muevan. Lo mueven. Llamarán para confirmar, para decirme que el artista es un tipo mucho más flexible que yo y menos pijotero. ¿Dónde se ha visto que el periodista sea la prima donna? Y suena mi móvil mientras estoy en el pase de prensa de 'Tropic Thunder'. Salgo como alma que lleva el diablo pisando a un montón de periodistas que me rodean y no quiero mirar atrás para no ver sus caras de odio. Que sí, que el director confirma, que le viene bien. ¿El director? Sí, el director de 'Tres días', Javier Gutiérrez.
¿Sabéis cómo es ese momento en el que Brad Pitt, ya rapado y con un abrigo horterísimo apunta a Edward Norton en la habitación de un hotel y de repente el segundo se da cuenta de todo el tinglado en plan catarsis? Pues eso me pasa a mí. Javier Gutiérrez, el de 'Santos', sí hombre, ese que salía en 'Los Serrano' y que trabaja en la compañía Animalario, no era un secundario de 'Tres días' del que yo no me acordaba como había pensado en un primer momento, sino el director novel del que Banderas habla como un sobrino querido. F. Javier Gutiérrez, lo que pasa es que la gente nunca pronuncia esa ambigua F.
¿O Javier Gutiérrez?
Fue en la rueda de prensa de agradecimiento del premio Donosti cuando le preguntaron al chico Almodóvar por su faceta de productor y habló con orgullo de Javier. Dijo entonces que quizá en los años venideros sería él el que recogería, quizá, un Oscar, como Garci, Trueba y Pedro hicieran antes. Javier, cordobés, que no es su hijo, pero sí su ojito derecho, presentó en Málaga su drama rural contracorriente sobre el fin del mundo y triunfó. A este tipo no le puedo dejar de entrevistar, me digo; su peli ya no es novedad pero Banderas no es padrino de cualquiera. Tengo que entrevistarle aunque sólo sea para decirle que no quería entrevistarle a él. Y quedamos, hace tres horitas, en la presentación al público previa a la proyección de su cinta. Aparezco cargado de bártulos y una disculpa dibujada en la cara. Abro fuego:
-'Te llamas igual que un actor'.
-'Es verdad, a veces nos confunden', responde.
-'Te voy a contar una historia super extraña, Javier'.
[...]
Cuando se hace cargo de mis estulticia, sonríe francamente con ojos de director hambriento y manso. Tiene ganas de rodar, me cuenta. "Cine fantastico, dramas o cualquier género. Incluso alguna cosa friki de vez en cuando", confiesa. Cuando le relato, porque no lo vio, cómo 'El Zorro' le puso por las nubes se sonroja entero, desde su franca sonrisa hasta toda su cabeza afeitada y me enseña unos paletos un poquito rotos que se debió golpear haciendo alguna travesura adolescente. No se los ha empastado, porque simplemente no es necesario, porque multiplican la pillería de un tipo que siempre fue para director pero que estudió derecho entre medias y como no encontraba el camino se enredó en cosas tan alejadas del celuloide como las catas de vinos.
Tiene pasión por su trabajo y se sabe profesional. Una parte es la dirección y luego un montón de promoción. 'Cuando estrené el corto 'Brasil'', por el que se llevó 10 premios nacionales e internacionales, "me pasé varios años de promoción". 'Brasil' le puso en la esfera como a otros del gremio, ahora grandes. Desde los vídeos de Super-8 hasta las películas el camino más corto es el 'corto'. 'F.', como me gusta llamarle, pena por el cine español, por esa renovación que no termina de llegar, pero que busca. Aún así dice esperanzado que ahora hay gente como Vigalondo que estrena películas de viajes en el tiempo y 'Fresnadillos' que hacen las Américas. Sabe que hay que trabajar duro para salir adelante. Y si te encuentras a un Donosti por el camino que cree en ti, mejor que mejor.
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