Mascarillas en la ciudad

Resulta paradójico, pero aquellos que se decidan por subirse a la bicicleta para contribuir a limpiar el aire de las ciudades van a respirar igualmente los contaminantes generados por todos aquellos que conduzcan un coche. Aunque, no por ir a la intemperie van a ser ni mucho menos los más afectados: el llevar las ventanillas subidas no evita que entren las pequeñas partículas contaminantes en el interior de los vehículos.

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Mural fotografiado en una calle de Bogotá.

"Los estudios por contaminación indican que la mayor concentración de contaminantes se suele registrar en el interior de los propios coches", comenta Paco Segura, de Ecologistas en Acción, organización que hace unos meses presentó un informe que concluía que más del 53% de los españoles respira aire contaminado (aquel que supera los niveles legales o las recomendaciones de la OMS). "Dentro de los automóviles se pueden alcanzar niveles hasta tres veces más altos que en el exterior, depende de lo que se muevan, lo peor es cuando están parados en un atasco".

¿De qué forma afecta esto a la salud? Algunas estimaciones acreditadas por el propio Ministerio de Medio Ambiente aseguran que más de 16.000 españoles mueren de forma prematura cada año a causa de la mala calidad del aire, bastantes más que los que se dejan la vida en accidentes en la carretera. ¿Son fiables estos datos? "Estos son más bien cifras de investigación de estudios macroestadísticos", nos responde Cristina Martínez, coordinadora del área de medio ambiente y enfermedades respiratorias de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), que explica a continuación: "Lo que está claro es que la contaminación prolongada agudiza los problemas de los enfermos crónicos y disminuye su supervivencia".

En concreto, como detalla esta neumóloga, respirar contaminantes de forma prolongada afecta principalmente a los asmáticos y a los enfermos de EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). "En su caso, la contaminación aumenta el número de hospitalizaciones y agudiza sus patologías, lo que va a restarles calidad de vida y recortar su supervivencia".

Los demás tampoco se libran. "Cuando se trata de personas sanas, la contaminación crónica afecta a su función pulmonar, no para provocar enfermedades severas, pero sí para disminuir su función respiratoria", añade. Esta reducción de capacidad pulmonar se produce de forma normal con la edad, pero las pequeñas partículas contaminantes del aire aceleran este proceso.

Si hay que señalar culpables de esa contaminación, todos los dedos señalan en primer lugar al tráfico. Por ello el lema de esta edición de la Semana Europea de la Movilidad es: "Aire limpio para todos". Esto incluye a los que van subidos a una bicicleta o a los que hacen deporte por las calles de las ciudades, unas prácticas desaconsejadas con picos altos de contaminación atmosférica. "No es recomendable", incide la neumóloga.

Llegados a estos extremos, a veces se ve a algunos ciclistas con mascarilla. ¿Sirve de algo ponérsela? Para Paco Segura, la mascarilla de celulosa más común no sirve para nada y una que sí valiese resulta demasiado aparatosa para llevarla puesta. "Las de celulosa no detienen la entrada de las partículas más pequeñas, que son justo las más peligrosas por llegar más lejos en el interior del organismo", comenta el ecologista, que considera que las peores son las PM₁₀ y las PM_2,5, de menos de 10 micras y 2,5 micras. "Para lo único que vale es para llamar la atención sobre el problema", destaca.

La neumóloga tampoco cree que sirva de gran cosa, aún así responde de forma distinta: "Mejor que nada sí que es". Y a la vez aconseja a los ciclistas que en episodios de contaminación altas eviten las zonas con mayor tráfico. "Para la gente con asma es mejor que se quede en casa".

Sólo queda responder a una última pregunta: ¿Cuándo sabe uno que se han disparado en su ciudad los niveles de contaminantes? "En caso de que se superen los niveles medios en un año, las administraciones están obligadas a adoptar planes de acción, unos planes que prácticamente nadie adopta", explica el ecologista, "y cuando de pronto se ve que se van a superar los niveles de alerta entonces la Ley obliga a tomar medidas inmediatas y avisar a la población, pero esto tampoco se cumple siempre". "Aunque para nosotros resulta muy difícil detectar cuándo se llegan a esos niveles", comenta Segura, "ha habido veces que sí los hemos detectado y no se había alertado a la ciudadanía".

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