Por el certificado médico no pasan los años

El rumor circulaba desde hace tiempo por las cavernas del ciclismo anglosajón. Un ganador del Tour quería volver a la competición. Sin embargo, la exclusiva se la ha apuntado Vanity Fair, que ha publicado en su edición digital las claves del retorno de Lance Armstrong. No se sabe el equipo, pero si se sabe su objetivo: ganar su octavo Tour de Francia.

WOLFGANG RATTAY (REUTERS)

El ciclista estadounidense vuelve en busca de su octava victoria en el Tour

¿Qué impulsa a un hombre que ya ganó siete veces seguidas la carrera y que lleva tres años retirado a volver a marcarse el objetivo más ambicioso que existe? En teoría, y si tenemos que hacer caso a sus propias declaraciones, "ayudar en la lucha contra el cáncer". Sin embargo, el aficionado al ciclismo tiene que recelar de las declaraciones de sus actores –en el caso de Armstrong es más esto que deportista-, por lo que hemos pasado y por lo que nos queda. Una vez más, la realidad supera a la afección, y no la ficción.

En julio de 2005 Armstrong dejó el ciclismo desde lo más alto. No la montaña del Galibier, no: desde el primer escalón del podio de París. Se retiraba imbatido. Empezó ganando a corredores de su generación como Zulle y Ullrich, y acabó derrotando a corredores de la generación que había para sucederle, como Basso. Una apisonadora ciclista que encarnaba él y su equipo de robots, donde nunca nadie dio positivo por doping. Eso sí, en cuanto salían del equipo tanto Landis como Hamilton, Beltrán y Heras caían en el malvado dopaje, que sin duda desconocían cuando eran gregarios del americano.

Al poco de retirarse LŽEquipe publicó que el análisis retrospectivo de unas muestras de su primer Tour victorioso, el de 1999, había dado positivo por EPO. Dejando al margen por qué los franceses esperaron a la retirada del texano para hacer esa revelación, la noticia sentó muy mal al americano, que siempre ha amenazado con querellas a quien dudase sobre su rendimiento deportivo, tanto si eran clientes del mismo doctor (como Filippo Simeoni) como si eran amigos íntimos (como Frankie Andreu). Su primera reacción entonces fue ¡anunciar que volvía a competir!

Fue durante la Vuelta 2005 cuando se conoció ese rumor. Que había retomado los entrenamientos y que quería escarmentar a la organización del Tour. Después dijo que era una broma y pasó a vivir su vida de famoso, porque Armstrong es realmente famoso en EE.UU. Ahora, a tres años exactos, el americano nos vuelve a sorprender con el mismo intento de retorno a ser lo que fue. En 2005 la pregunta era si podría ganar el Tour con 34 años, y lo hizo. En 2008 la pregunta es si el Tour le dejará participar, porque nadie puede dudar de que está en condiciones de ganar el Tour.

Es bien conocido que Armstrong padeció un cáncer testicular en 1996. Como consecuencia del mismo, compitió durante su regreso a las carreras en 1998 y hasta el año 2005 con un certificado médico especial que le permitía compatibilizar multitud de medicación con el obligatorio control antidopaje. Sabemos lo que han arrojado los resultados de sus muestras en el Tour 1999. Considerar que su rendimiento metahumano en el resto de ediciones de la carrera francesa, que ganó con autoridad tiránica, se consiguieron a pan y agua es afirmar la existencia de billetes de cuatro euros o que hay vida en la Luna. Y es por esto que la amenaza de Armstrong de ir a ganar su octavo Tour camino de los 38 años tiene que ser tomada en serio: su certificado sigue siendo igual de válido. Esperemos, por el bien de este deporte, que la única autoridad seria que queda, la organización del Tour, le dé la espalda, aplicando un derecho incontrovertible: el derecho de admisión.

*Sergio Palomonte es el autor del blog ciclismo 2005