Septiembre

Nadie está nunca contento. Eso es verdad de la buena. Esta mañana he ido a comprar el periódico, que yo no sé por qué hago esos gastos suntuarios, con lo cara que es la prensa los domingos. En fin, que lo he comprado y lo he traído a esto que llamamos casa, y nos hemos repartido los suplementos. Leyeras donde leyeras, aparecía el mismo tema: ay, la vuelta al trabajo; ay, el trauma de septiembre; ay, qué dolor y qué pena tener que currar todos los días.

...:::noctiluca:::... (Flickr)

El paro es envidiable... para el que no lo sufre.

Nosotros buscando empleo, y los que lo tienen, quejándose. Eso molesta un poquito cuando estás en el paro. Sobre todo se ha molestado el Vladimiro, que nos ha echado un discurso sobre esta sociedad enferma de vagos, caprichosos e irresponsables, ávida de dinero fácil (el Vladimiro dice lo de "ávida" siempre que puede, para que se note que tiene estudios) y de lujo inmerecido, etcétera. Cuando pongo etcétera significa que, a partir de un punto, hemos perdido el hilo del plasta elocuente. Al final se ha ido a dar una vuelta y nos ha dejado con lo nuestro. Yo con los deportes, y el Ahmed leyendo en voz alta los anuncios de sexo: "Señora española 60 años bosque poblado", "madura adinerada busca sexo esporádico, gratificaré", "mi mujer para tí y yo obedezco". Es en esos momentos del Ahmed cuando uno valora de verdad al Vladimiro.

El Vladimiro siempre mejora con la ausencia. Ha vuelto como unas pascuas: resulta que el Julián, del Bar Julián, le ha ofrecido un trabajillo temporal de camarero, de 8 a 4, 500 euros en negro y derecho a propinas. Han quedado en que si un día viniera una inspección, que en este barrio es difícil, pero nunca se sabe, el Vladimiro tiene que decir que es sobrino del Julián, y que a veces se pasa para ayudar. O sea que el Vladimiro, en un momento, se ha ganado un curro libre de impuestos y un tío de Albacete.

La alegría ha durado lo que ha durado. Una media hora, calculo. A los 30 minutos de entrar por la puerta, el Vladimiro daba la matraca con que, además del sueldazo y las propinas, iba a sacarse gratis el papeo. A los 31, así, en seco, ha cambiado de palo: "Ay, que mañana madrugo", "ay, qué tristes son los lunes", "ay, qué duro es septiembre", "ay, qué suerte tenéis los parados".

Pues mira, se la ha ganado. El martes nos moriremos de hambre, pero mañana lunes nos levantaremos a la hora de los señores, iremos a desayunar al bar del Julián, nos quejaremos del servicio y pasaremos el resto del día en la piscina. El Ahmed y yo dedicamos este lunes al Vladimiro, y a todos los quejicas del mundo. Hala, a currar, pringaos.